Te damos la bienvenida a la comunidad de T!Estás a un paso de acceder al mejor contenido, creado por personas como vos.

O iniciá sesión con
¿No tenés una cuenta?


Hola



Chicago– Y ahora, otro episodio de "Mientras el feminismo gira", ya saben, la intrincada novela sobre quién es o no es feminista, lo que significa serlo hoy por hoy, y si es relevante para las mujeres de cualquier edad.

Es una serie habitual, que salta de una intriga impulsada por una celebridad a otra.

Hace dos semanas se trató de la autobiografía de la actriz Lena Dunham y de lo que constituye una exploración sexual normal entre hermanos. La semana pasada, de si había algo malo o no en que la actriz Salma Hayek admitiera que ella no es feminista. “No soy feminista”, dijo Hayek a la revista People antes de aceptar el premio de Equality Now, una organización dedicada a la protección y promoción de los derechos humanos para mujeres y niñas. “Si los hombres pasaran por las cosas por las que pasan las mujeres hoy en día, lucharía por ellos con la misma pasión. Creo en la igualdad”.

Ese comentario enfureció a algunos que pensaron que la declaración de Hayek indicaba que ella ve al feminismo no como pro-mujer, sino como anti-hombre. Es un punto de vista que sostienen muchos otros hombres y mujeres.

“¿Feministas pusilánimes? ¿Cuál es el problema de Salma Hayek?”, escribió la columnista Barbara Ellen en The Guardian, en lo que fue una crítica común “. ¿Qué hay en el término ‘feminista’ que hace que algunas mujeres aún se estremezcan y molesten, incluso cuando están activamente comprometidas a ayudar a otras mujeres?”

Hmmm, veamos. Está toda la cuestión de que las feministas parecen ser abrumadoramente anti-hombres en lugar de pro-igualdad.

“Hayek está, para decirlo cortésmente, confundida”, escribió Ellen, dando voz a la condescendencia de aquellos en el polo opuesto de cualquier espectro ideológico: No te odio ni pienso que seas estúpido o malvado por tus creencias, sólo creo que estás “confundido”. Equivocado. Sí, eso es.

“Aquí ni siquiera se trata de basurear la falacia de que ‘el feminismo es igual al odio a los hombres’”, nos asegura Ellen, “porque (¡por favor!), todos deberíamos haber superado eso a esta altura.”

¿De veras?

¿Deberíamos haberlo hecho?

Tengo un hijo de casi 16 años que, si va a la universidad, entrará en un sistema universitario en que, es muy probable, que lo consideren automáticamente como un potencial violador. Si va a la universidad en California, podría necesitar obtener una declaración obligante de consentimiento afirmativo por parte de una muchacha para poder acercársele físicamente (que te lo den por escrito, hijo).

Mi otro hijo, el exuberante, que hasta el día de hoy no puede, con sus 13 años, estarse quieto, era un “alborotador” a la madura edad de tres años, cuando estaba en la guardería. No podía quedarse callado tan dócilmente como los otros estudiantes, en su mayoría, niñas. Y eso constituye un problema —las maestras, en todos los niveles de educación, esperan que los varones sean tan “buenos” en quedarse quietos como las niñas.

La iniciativa del Gobierno de Obama, “My Brother’s Keeper”, promocionada como una forma de ayuda para que la aplastante población de alto riesgo, compuesta por jóvenes varones negros e hispanos, no se metiera en problemas y siguiera asistiendo a la escuela, fue denunciada categóricamente por grupos de mujeres. Estaban enojadas porque no se incluyera a las muchachas de minorías, aunque en muchas mediciones, incluso en las de educación universitaria, las muchachas de minorías se desempeñan mucho mejor que los varones.

“Hay que preguntarse ¿qué pasa con estas mujeres y su necesidad, aparentemente devoradora, de distanciarse del feminismo?”, continúa Ellen en su larga perorata“. ¿Es acaso un ejercicio para complacer a los hombres —tienen miedo de que los hombres consideren repugnante hasta el más leve tufillo de feminismo, por lo que hablan de la ‘igualdad’ para que todo siga siendo 'sexy' y neutral en cuanto a género?”

Examinemos esa parte.

Algunas de “estas mujeres”, incluyéndome, no han sido traumatizadas ni heridas por los hombres. Algunas de nosotras tenemos maridos, hermanos y padres maravillosos —y no los vemos como una amenaza para nuestro poder en la sociedad o para nuestra capacidad de progresar en el mundo. Algunas de nosotras tenemos hijos y tememos que corran el riesgo de estar sujetos a numerosos problemas potencialmente nocivos debido a su género.

Algunas de nosotras incluso denunciamos la sexualización de prácticamente todo y no creemos en la neutralidad de género más de lo que alguna gente cree que ser racialmente ciego colocará a negros, blancos e hispanos en un plano igualitario.

Y lo que es más importante, muchas de nosotras no queremos que se nos asocie con un supuesto movimiento que no cuenta con un tema unificador, excepto por parecer anti-hombre y contra toda mujer que no esté de acuerdo en el tema de lo que significa el feminismo.

Los hombres y las mujeres que evitan el feminismo a menudo creen simplemente que nadie necesita una etiqueta política para contribuir al éxito de las mujeres

Gracias por pasar