
Hacia el fin de la semana pasada el dólar (en todas sus versiones) tuvo una ligera caída. ¿El motivo? Un truco ya utilizado por el gobierno a principios de año: obligar a los bancos a desprenderse de activos en dólares. ¿Se soluciona algo con esto? No. Es apenas un efecto mínimo y de muy corto plazo. ¿Es 14 un “valor de equilibrio” para el dólar blue? No lo es: seguirá subiendo. En esta nota les explico los motivos.
El principal motor de la pérdida de valor del peso es la emisión de pesos más allá de lo que la gente quiere tener en su poder. Hay una demanda de pesos (en plena retracción por la constante inflación) y una sobreoferta de pesos, impulsada por el gasto del gobierno. Todos esos pesos que no se necesitan gastar de manera inmediata, van al dólar (blue, ahorro, contado con liquidación, MEP).
Que quede claro: no es tanto la suba del precio del dólar sino la fuga absoluta del peso, lo que estamos viviendo. En el norte del país, hay quienes se escapan al peso boliviano; en el límite con Paraguay, también se escapan al guaraní. La gente no quiere tener pesos porque el gobierno los imprime como si de esa manera pudiera “crear riqueza de la nada”. Se habla entonces de impresión “espuria”. Como en tantos otros ámbitos, el gobierno cree que puede hacer esto de manera impune. Pero el mercado no se lo permite y le dice: “esos papelitos que usted imprime, valen cada vez menos.”
El último gran anuncio que confirma un nuevo exceso de pesos fue el aumento del gasto público en $200,000 millones. Dado que el presupuesto para 2014 aprobado por el Congreso era inicialmente de $860,000 millones, esto significa un aumento del 23,25%. Ahora bien, ¿de dónde van a salir esos pesos? ¿De recaudación de nuevos impuestos? ¿De reasignación de gastos?
El gobierno ha descrito de dónde provendrán esos fondos y lo resumo:
30,000 millones por aumento previsto en la Recaudación Impositiva
30,000 millones por Ganancias del Banco Central
150,000 millones de colocación de deuda.
Veamos cada punto:
El aumento previsto en recaudación impositiva, podría efectivamente darse. Vamos a asumir que sucede.
Acá tenemos un problema: esa ganancia del BCRA es ficticia. ¿Cómo? El gobierno le pidió dinero prestado al BCRA y a cambio le dio unos títulos. El gobierno dice que ahora esos títulos valen más y que por tanto el BCRA tuvo una ganancia (justamente por esta supuesta revaluación). Entonces le exige que le distribuya esta ganancia contable, pero en pesos. Esto es simplemente una aberración económica.
¿Dónde va a colocar esa deuda? Naturalmente en el exterior no lo podrá hacer. Y el problema es que ese monto simplemente no lo puede absorber el sistema financiero argentino (porque es un número demasiado grande). Para tener una idea de magnitudes, el total de depósitos en cuenta corriente en el sistema financiero a junio de este año era de 214,000 millones. Conclusión: el único que puede prestar una cantidad tal, es el Banco Central. ¿De qué manera? Emitiendo esos pesos para luego prestárselos al Estado.
En conclusión, quien va a terminar financiando este crecimiento del gasto público, es el Banco Central. Lo que intentará hacer será imprimir pesos para los gastos que el estado haya establecido (la mitad de los 200,000 millones van a engrosar aún más los subsidios) y luego absorberlos a través de LEBACs.
Más LEBACs implicarán mayor presión sobre el balance del BCRA que se ve cada vez más vulnerable (ya que paga un interés muy alto por esa deuda en pesos y no percibe casi interés por sus reservas en dólares).
Irremediablemente, esta nueva inyección de gasto empujará al Banco Central a que más temprano que tarde se vea forzado a devaluar, no tanto por una cuestión de política económica, sino para restablecer su salud patrimonial, licuando su pasivo.
La palabra déficit cuasi-fiscal se escuchará cada vez con más fuerza en los próximos meses. Y todo empujará en una sola dirección: dólar hacia arriba y peso hacia abajo.
