Llegó a pasar meses en pijama, sentado frente al monitor de la computadora en su casa del norte londinense. Días enteros sin bañarse y sin comer. Su novia lo abandonó y perdió su trabajo de administrador de sistemas en una empresa de telecomunicaciones. El ostracismo tenía un objetivo: ingresar a los sistemas informáticos de las bases militares norteamericanas y verificar la existencia de material confidencial sobre objetos voladores no identificados. Y lo logró: en el 2001 Gary Mckinnon, ex peluquero, conocido en la web como “Solo”, violó el sistema de seguridad informático de la NASA, del Ejército norteamericano, de la Marina, del Departamento de Defensa y de la Fuerza Aérea. Borró y alteró archivos confidenciales y hasta dejó sin conexión a más de 3 mil militares durante una semana.
El hallazgo de Gary se basó en fotos de supuestas naves espaciales, que no llegó a archivar en su máquina porque eran “demasiado pesadas”. (De todos modos, él mismo puso en duda la verosimilitud de sus recuerdos, porque en sus noches solitarias, aseguró, las pasó acompañando de cerveza y marihuana.) “Tal vez –dijo- hayan sido simples satélites.” Sus invasiones pasaron inadvertidas hasta que un día de marzo de 2002 confundió los husos horarios y un empleado del Ejército vio como se movía la punta del mouse sin razón aparente. Así sospecharon que el sistema estaba siendo invadido y el desenlace fue simple: lo localizaron por bajar un programa de hackers con su dirección de correo electrónico real. Siempre usaba la de la tía de su ex novia.
Gary nació en Glasgow, Inglaterra, en 1966. A los 14 años se sentó por primera vez frente a un monitor y a los 15 ya estaba unido a una organización dedicada al estudio de naves espaciales. Dos años después, abandonó el colegio y para mantener sus gastos se dedicó a la peluquería. A comienzos de los ‘90, dejó las tijeras para comenzar un curso de informática e inmediatamente ingresó a la compañía Corporate Business Technology. Pero a fines del ‘99 renunció a su trabajo porque le parecía “extremadamente aburrido”. Lo apasionante para él era pasar los días intentando violar los sistemas de seguridad informática del país más controlado del mundo.
Al ser detenido por la National High-Tech Crime Unit , organización británica dedicada a combatir los crímenes referidos a la alta tecnología, dijo haber sentido alivio: “Quería que me detuvieran porque estaba arruinando mi vida”. Fue puesto en una libertad casi restringida. Todos los días debía reportarse en la comisaría de Wood Green, al norte de Londres, tenía prohibido salir de noche y no podía usar Internet. De hecho, todavía no puede. En la búsqueda de información para esta nota, fue su mamá quien respondió el mail enviado a Gary y gentilmente agregó datos y despachó la foto más reciente de su hijo, que se ve arriba.
Las acciones contra él fueron interrumpidas hasta que en junio del año pasado el Gobierno norteamericano pidió su extradición. La semana pasada, el tribunal londinense de Bow Street aceptó el pedido. Falta esperar a que el 27 de julio el ministro del Interior británico John Reid confirme la decisión para que Gary sea juzgado en la tierra de Bush. Todavía tiene la posibilidad de apelar el dictamen argumentando que las leyes británicas, en su caso, deberían tener prioridad sobre las extranjeras. Si se confirma la decisión y es encontrado culpable, Gary podría pasar décadas en Guantánamo bajo la acusación de ataque al Ejército estadounidense. Además, deberá pagar 230 mil euros por los daños ocasionados. Y, claro, nunca más podrá usar Internet.
Desde el blog “Free Gary” sus amigos luchan para evitar que Gary, se convierta en el primer hacker en ser extraditado. Piden que envíen mails, cartas por correspondencia y hasta mensajes de texto para apoyarlo públicamente. Sostienen que la posible pena es desproporcionada y bastante cruel si se compara con la que le corresponde a los criminales violentos o a los terroristas. Diez años por cada cargo, sesenta o setenta en total. ¿Futuro argumento para una película de cable? Su historia es tan fascinante para el público como escalofriante para él: “Todos piensan que esto es divertido o excitante, pero para mí es aterrador. Paso noches enteras pensando en lo que le puede pasar en la cárcel a un pequeño nerd como yo”.
fuente: http://www.clarin.com/diario/2006/05/16/conexiones/t-01196731.htm
El hallazgo de Gary se basó en fotos de supuestas naves espaciales, que no llegó a archivar en su máquina porque eran “demasiado pesadas”. (De todos modos, él mismo puso en duda la verosimilitud de sus recuerdos, porque en sus noches solitarias, aseguró, las pasó acompañando de cerveza y marihuana.) “Tal vez –dijo- hayan sido simples satélites.” Sus invasiones pasaron inadvertidas hasta que un día de marzo de 2002 confundió los husos horarios y un empleado del Ejército vio como se movía la punta del mouse sin razón aparente. Así sospecharon que el sistema estaba siendo invadido y el desenlace fue simple: lo localizaron por bajar un programa de hackers con su dirección de correo electrónico real. Siempre usaba la de la tía de su ex novia.
Gary nació en Glasgow, Inglaterra, en 1966. A los 14 años se sentó por primera vez frente a un monitor y a los 15 ya estaba unido a una organización dedicada al estudio de naves espaciales. Dos años después, abandonó el colegio y para mantener sus gastos se dedicó a la peluquería. A comienzos de los ‘90, dejó las tijeras para comenzar un curso de informática e inmediatamente ingresó a la compañía Corporate Business Technology. Pero a fines del ‘99 renunció a su trabajo porque le parecía “extremadamente aburrido”. Lo apasionante para él era pasar los días intentando violar los sistemas de seguridad informática del país más controlado del mundo.
Al ser detenido por la National High-Tech Crime Unit , organización británica dedicada a combatir los crímenes referidos a la alta tecnología, dijo haber sentido alivio: “Quería que me detuvieran porque estaba arruinando mi vida”. Fue puesto en una libertad casi restringida. Todos los días debía reportarse en la comisaría de Wood Green, al norte de Londres, tenía prohibido salir de noche y no podía usar Internet. De hecho, todavía no puede. En la búsqueda de información para esta nota, fue su mamá quien respondió el mail enviado a Gary y gentilmente agregó datos y despachó la foto más reciente de su hijo, que se ve arriba.
Las acciones contra él fueron interrumpidas hasta que en junio del año pasado el Gobierno norteamericano pidió su extradición. La semana pasada, el tribunal londinense de Bow Street aceptó el pedido. Falta esperar a que el 27 de julio el ministro del Interior británico John Reid confirme la decisión para que Gary sea juzgado en la tierra de Bush. Todavía tiene la posibilidad de apelar el dictamen argumentando que las leyes británicas, en su caso, deberían tener prioridad sobre las extranjeras. Si se confirma la decisión y es encontrado culpable, Gary podría pasar décadas en Guantánamo bajo la acusación de ataque al Ejército estadounidense. Además, deberá pagar 230 mil euros por los daños ocasionados. Y, claro, nunca más podrá usar Internet.
Desde el blog “Free Gary” sus amigos luchan para evitar que Gary, se convierta en el primer hacker en ser extraditado. Piden que envíen mails, cartas por correspondencia y hasta mensajes de texto para apoyarlo públicamente. Sostienen que la posible pena es desproporcionada y bastante cruel si se compara con la que le corresponde a los criminales violentos o a los terroristas. Diez años por cada cargo, sesenta o setenta en total. ¿Futuro argumento para una película de cable? Su historia es tan fascinante para el público como escalofriante para él: “Todos piensan que esto es divertido o excitante, pero para mí es aterrador. Paso noches enteras pensando en lo que le puede pasar en la cárcel a un pequeño nerd como yo”.
fuente: http://www.clarin.com/diario/2006/05/16/conexiones/t-01196731.htm