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Muy lentamente, parece que Mario Götze vuelve a ser Mario Götze. Durante su primera temporada en el Bayern no lo fue. Tenía razones importantes para no serlo. La más importante fue la lesión sufrida en abril de 2013 durante las semifinales de Champions League entre Real Madrid y Borussia Dortmund. Fue una lesión muy seria que se agravó de forma seria cuando se intentó que el jugador pudiera disputar la final de Wembley. Finalmente, la rotura de fibras en los músculos isquiotibiales le apartó cuatro meses y medio de la competición. Y cuando reapareció, en la Supercopa europea frente al Chelsea, una dura entrada de Ramires le mandó nuevamente a la enfermería, esta vez con los ligamentos del tobillo maltrechos.



Su primera temporada en el Bayern estuvo marcada por las dificultades para recuperarse de ambas lesiones. Aunque existía una gran esperanza en que Götze sería un futbolista superlativo que provocaría grandes diferencias respecto de los rivales, esa esperanza se fue diluyendo con el paso de los meses. Apuntaba grandes detalles técnicos y parecía que en cualquier momento rompería a jugar con la calidad que indiscutiblemente tiene, pero no sucedió. Pese a ello, su temporada fue positiva si solo nos fijamos en los datos: disputó 45 de los 56 partidos, marcó 15 goles y dio 12 pases de gol. Son cifras prácticamente idénticas a las del año anterior con el Dortmund (43 partidos, 16 goles, 13 asistencias), precisamente cuando se reveló como un grandísimo futbolista. Pero es cierto que por encima de los números, Götze dejó la sensación de no progresar. Las comparaciones son a menudo perjudiciales en el fútbol y al jugador no le hizo ningún bien que en toda Europa se le considerara como alguien que podía llegar a parecerse a Messi. Sencillamente, Messi es alguien capaz de marcar 73 goles y dar 37 pases de gol en una temporada…




Quizás el único problema que haya tenido Götze es la indefinición. ¿Qué es: delantero, centrocampista, mediapunta, extremo? Probablemente aún no sea posible definirlo con rotundidad y precisión. Es un jugador con tantas cualidades que puede adaptarse a muchas posiciones, pero todavía no ha encontrado la más idónea. Lo sucedido en el Mundial de Brasil fue un buen ejemplo de ello: no jugó bien los primeros partidos, pero tampoco mal; ocupó varios roles dentro de la selección; acabó en el banquillo y, finalmente, logró el gol del campeonato, un gol decisivo y, sobre todo, al alcance de pocos privilegiados por su dificultad de ejecución. Definir su rol en el juego será muy importante, pero no es sencillo.

Las apariencias engañan y bajo un aspecto de chico tímido y algo conformista se esconde un joven rebelde y tenaz. Götze es el primer jugador en llegar a los entrenamientos del Bayern, cuida su físico y su alimentación como nadie, sigue los consejos de los entrenadores y vive volcado en el fútbol. Esto ha sido así incluso en los peores momentos de la pasada temporada, cuando todo le salía mal. A menudo he hablado de este asunto con Daniel Rathjen, el excelente periodista de eurosport.de, en la tribuna de prensa del Allianz Arena. Algún día, decimos ambos, Götze romperá a jugar y ese día comprobaremos todo el potencial de juego que posee. Pero ese día estaba tardando. Pep Guardiola decía siempre que había que tener paciencia y confianza, porque Gótze conseguiría sacar sobre el campo todo el talento que tiene.






Todavía no ha sucedido, pero Mario Götze ya empieza a parecerse a Mario Götze. Las cifras muestran cinco goles y dos asistencias en nueve partidos, pero lo más relevante es que el lenguaje corporal del jugador sobre el campo parece muy distinto, mucho más expansivo y dinámico, como si estuviese cerca de romper a jugar. Aún no sabemos si ocurrirá, pero el momento de ver al verdadero Götze parece estar mucho más cerca.

Martí Perarnau