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Saldo político del 18F: el gobierno y la oposición mantienen sus fuerzas

La marcha no alcanzó uno de sus objetivos: acorralar a la presidenta. Aunque logró consolidar la falacia de que el país está al borde del caos.



Número, composición, consignas, actitud y contexto histórico y político. Se trata de una posible enumeración de elementos para alumbrar la escena que dejó la marcha opositora de anteayer en Buenos Aires y en una decena de ciudades del interior de la Argentina.

Número. Como es obvio, en una marcha política el número no es lo único, pero importa. Porque la democracia se expresa en números. De votos en las elecciones, de mayorías y minorías de legisladores (que luego votan). El 18F convocó, en la ciudad de Buenos Aires, entre 80 y 100 mil personas. Un número elevado que inscribe la marcha del último miércoles entre las seis o siete más numerosas (en la problemática derechos humanos) que se realizaron desde la salida de la dictadura.
La cifra surge de una sencilla medición de cantidad de cuadras de avenidas, de calles y plazas, superficie ocupada, y cantidad promedio de manifestantes por metro cuadrado. Para concretar esa operación no se requieren conocimientos matemáticos sofisticados. El cálculo, para que sea ajustado, requiere moverse, agudizar el ojo, y, principalmente, tener buena fe. Las cifras disparatadas (400 mil), ligadas al deseo pero completamente ajenas a la realidad, que ayer lanzaron fuentes de la oposición no hacen más que entorpecer la perspectiva política de ese sector.
Tarde o temprano, el número real se clarifica. A todos los actores les conviene asumirlo desde el primer día.

Composición. Se ratificó la irrupción política de un sector con influencia cultural en la opinión pública y que adversa al kirchnerismo desde sus inicios. Con muy baja presencia de jóvenes. Tomaron como disparador el caso Blumberg en 2004 para resistir (sin éxito) el regreso de los juicios de lesa humanidad y la caída de las leyes del perdón. Se expresaron (con éxito) a favor de la rebelión agraria en 2008 (bloqueo de la 125). Y reaparecieron con fuerza con los cacerolazos, en especial en noviembre de 2012.
De inspiración antiperonista, en la derecha ideológica, el 18F retoma una corriente con 70 años de historia: Corpus Christi del 11 de junio de 1945, septiembre de 1955 (apoyo a Leonardi), la plaza del “Si” (Bernardo Neustadt) del 6 de abril de 1990, entre varias otras movilizaciones.

  Consignas. Fue convocada con la modalidad del “silencio”, y por “justicia”. De todos modos, hubo palmas, el voceo de “Argentina”, y del Himno nacional. Un dato novedoso, el antikirchnerismo dejó de lado -al menos en la escena pública- la diatriba desesperada, el insulto a la presidenta. “Ellos se quedan con el odio”, había dicho Cristina hace unos días. Pero el odio, dominante en otras marchas, esta vez estuvo muy morigerado.
“Yo soy Nisman”, otra frase de la convocatoria que definió el carácter opositor. No dice nada sobre la figura del fiscal muerto. En cambio, dice “yo acuso a CFK como la acusó Nisman”.
  En cuanto a la actitud de los manifestantes, que soportaron un bravo aguacero, corresponde un subrayado. Mucha determinación, igualito o más que los militantes de organizaciones políticas. Muchos se fueron por el agua. Pero la gran mayoría aguantó. Se quedó, y se expresó. Otra victoria de la democracia.

¿Qué esperaban de la marcha sus organizadores?, ¿consiguieron sus objetivos, o fracasaron?
Como todo acto político, quien lo orienta y lo lleva a cabo tiene objetivos de mínima y de máxima. Estos últimos, los de máxima, no fueron alcanzados: algo menos de cien mil personas no serán suficientes para acorralar a la presidenta, colocar al gobierno al borde del nocaut, vaciarlo de sus contenidos programáticos, paralizarlo en su accionar, y obligarlo a transcurrir un penoso último año de mandato.
Sin embargo, ese casi centenar de miles de manifestantes fueron un número adecuado para cumplir los objetivos opositores de mínima: consolidar, al menos en el campo opositor, la falacia de la Argentina como país al borde del caos, tomado por la corrupción generalizada, ajeno al derecho republicano, sin libertad de expresión y con una presidenta que elimina fiscales. Una terrible "diktadura"

Y finalmente, después del 18F: ¿Habrá candidato único opositor en octubre? Macri, Massa y las fracciones del radicalismo lo tienen (casi) decidido. Una gran primaria “caprilista” se avecina en agosto.




Discurso promedio de los asistentes a la marcha opositora 18F







El caso Nisman no afectó la imagen de Cristina

Fue marcha del silencio porque no tenían nada para decir

Ninguna agrupación de familiares marcha en el 18F



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