
La juventud tiene un problema con el sexo. España entera se estremeció hace escasas fechas ante lo que parecía una abyecta violación múltiple en Málaga. Una chica de 20 años denunció haber sido sometida por cinco jóvenes –dos de ellos menores– a todo tipo de abusos durante una madrugada de Feria. La opinión pública clamaba que todo el peso de la ley cayera sobre los sospechosos. Dos días después, y entre el escándalo general, la jueza archivó el caso tras revisar un vídeo grabado por los supuestos agresores y una foto tomada por la mujer. Según su interpretación, la relación fue consentida. Sin embargo, muchos la han acusado de no haber sabido distinguir la coacción detrás de unos escarceos que acaban por descontrolarse. ¿Dónde acaba el consentimiento y empieza una violación?, se preguntan.
La banalización del sexo entre los adolescentes y los jóvenes de este país ha llegado a tal punto que se hace difícil distinguir una agresión sexual de una relación aceptada. Los psicólogos recuerdan que los adolescentes están en una etapa de construcción de su identidad y se sienten atraídos por todo aquello que les lleva a ser más populares entre sus iguales. El sexo se ha convertido en un elemento de presión social:parecer apocado, ‘estrecho’ o romántico es una condena al ostracismo.
"Normalmente, cuando un grupo abusa sexualmente de otra persona no suele suceder por casualidad. Al menos uno de ellos tiene ese objetivo y lo envuelve en una fiesta con alcohol y drogas. Luego se enmascara todo en el ‘es que íbamos muy pedo’". Quien fue Defensor del Menor en Madrid durante cinco años, Javier Urra, describe el incidente de Málaga con los términos propios al contexto de una agresión sexual. Este experto psicólogo confirma que se ha producido una trivialización del sexo entre muchos jóvenes y adolescentes que, "mezclada con alcohol, genera equívocos".

Un estudio de 2012 situaba la edad media a la que se perdía la virginidad en Euskadi en los 16 años, cuando en 2005 superaba los 17. En apenas siete años, pues, la juventud vasca ha adelantado en más de un año el momento en que se estrena a la sexualidad. Urra advierte que "hay una tendencia al ‘hoy nos acostamos y mañana tan amigos’. Perfecto, pero el sexo no funciona así. Mantener una relación sexual genera afecto, cariño...". La frivolización del acto sexual, en cambio, puede producir dolor al asociar estos comportamientos con malinterpretaciones de la libertad sexual, redefinida por algunos jóvenes como las relaciones fáciles, desenfrenadas y casi socialmente obligatorias. Un fenómeno que la televisión fomenta claramente.
Los educadores coinciden en que los chavales deben tener claro que «lo primero es el respeto a uno mismo y a los demás. La búsqueda de la felicidad es positiva, pero nunca debe ser externa, poco elaborada, fácil ni banal». Urra lamenta que el sexo se haya convertido para muchos en "una banalidad horrorosa, en la que desaparece todo el juego de la seducción y solo se destaca lo más animal". En este punto incide el investigador social Javier Elzo: "Falta un elemento esencial. En una relación íntima hay dos personas que se entregan. Tiene que haber alguna dimensión de cariño, de ternura, de confianza, algo que vaya más allá del calentón".
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