Por Minerva Donald / EFE Reportajes
¿Sigue vivo el espíritu navideño? - (Reuters)
Durante siglos la Navidad ha sido básicamente unas fiesta religiosa, una ocasión para el reencuentro, para las reuniones familiares y de amigos. Las cenas de Nochebuena y Año Nuevo han representado la culminación del rito sagrado. Estaban cargadas de simbolismo cristiano, de alegría y regocijo por el Dios nacido.
Sin embargo, en los últimos años, especialmente en las grandes ciudades de Occidente, el espíritu tradicional de las navidades ha sido sustituido por un sentido secular, acorde con las nuevas formas de vida. Hoy la Navidad tiene un significado marcadamente consumista.
La Navidad en el mundo moderno, prácticamente nada tiene que ver con la religión de donde proviene, con sus ideales de solidaridad con los más humildes y necesitados, y menos aún con la rememoración del nacimiento de Jesús. Actualmente casi podríamos decir que la gente ha olvidado el origen y significado de las fiestas.
Navidad, igual a compras
El espíritu navideño simboliza y representa, quizás como ninguna otra fiesta, los valores que impregna la vida de los hombres y mujeres de las sociedades post-industriales. Las luces de las calles, comercios y plazas -primitivamente surgieron en los templos y catedrales-, son un reclamo más para la satisfacción de los deseos más íntimos, los que proporciona la felicidad moderna: las compras.
Ahora, el hombre de las grandes ciudades parece que se realiza a través del consumo. Los bienes que ofrece el mercado son las nuevas divinidades y la ostentación de éstos lo que define la condición social de los individuos. Por eso algunos sociólogos afirman que carece de sentido hablar de espíritu navideño.
Actualmente es una fiesta más profana que religiosa. Es tiempo de gran actividad comercial e intercambio de regalos, reuniones y comidas de trabajo.
Algunos definen el espíritu navideño como la capacidad de consumo de los miembros de la familia. El consumismo desenfrenado no deja espacio para otra actividad que no sea comprar. Durante las navidades se siente un deseo casi compulsivo de adquirir lo último que ofrece el mercado y quienes no pueden hacerlo se sienten frustrados y desgraciados. Tanto, que odian estos días y sólo piden que pasen lo antes posible.
Para muchas gentes son días de tristeza, de soledad y desamparo. Unas fiestas no deseadas porque es cuando con más crudeza se muestra la hipocresía humana.
Varios son los sociólogos consultados que consideran que, en la actualidad, la Navidad es la fiesta de los grandes centros comerciales. Que no queda nada de ese trascendentalismo que caracteriza la celebración del nacimiento de Cristo.
http://latino.msn.com/Especiales/fiestas/articles/ArticlePage2.aspx?cp-documentid=1356862
¿Sigue vivo el espíritu navideño? - (Reuters)
Durante siglos la Navidad ha sido básicamente unas fiesta religiosa, una ocasión para el reencuentro, para las reuniones familiares y de amigos. Las cenas de Nochebuena y Año Nuevo han representado la culminación del rito sagrado. Estaban cargadas de simbolismo cristiano, de alegría y regocijo por el Dios nacido.
Sin embargo, en los últimos años, especialmente en las grandes ciudades de Occidente, el espíritu tradicional de las navidades ha sido sustituido por un sentido secular, acorde con las nuevas formas de vida. Hoy la Navidad tiene un significado marcadamente consumista.
La Navidad en el mundo moderno, prácticamente nada tiene que ver con la religión de donde proviene, con sus ideales de solidaridad con los más humildes y necesitados, y menos aún con la rememoración del nacimiento de Jesús. Actualmente casi podríamos decir que la gente ha olvidado el origen y significado de las fiestas.
Navidad, igual a compras
El espíritu navideño simboliza y representa, quizás como ninguna otra fiesta, los valores que impregna la vida de los hombres y mujeres de las sociedades post-industriales. Las luces de las calles, comercios y plazas -primitivamente surgieron en los templos y catedrales-, son un reclamo más para la satisfacción de los deseos más íntimos, los que proporciona la felicidad moderna: las compras.
Ahora, el hombre de las grandes ciudades parece que se realiza a través del consumo. Los bienes que ofrece el mercado son las nuevas divinidades y la ostentación de éstos lo que define la condición social de los individuos. Por eso algunos sociólogos afirman que carece de sentido hablar de espíritu navideño.
Actualmente es una fiesta más profana que religiosa. Es tiempo de gran actividad comercial e intercambio de regalos, reuniones y comidas de trabajo.
Algunos definen el espíritu navideño como la capacidad de consumo de los miembros de la familia. El consumismo desenfrenado no deja espacio para otra actividad que no sea comprar. Durante las navidades se siente un deseo casi compulsivo de adquirir lo último que ofrece el mercado y quienes no pueden hacerlo se sienten frustrados y desgraciados. Tanto, que odian estos días y sólo piden que pasen lo antes posible.
Para muchas gentes son días de tristeza, de soledad y desamparo. Unas fiestas no deseadas porque es cuando con más crudeza se muestra la hipocresía humana.
Varios son los sociólogos consultados que consideran que, en la actualidad, la Navidad es la fiesta de los grandes centros comerciales. Que no queda nada de ese trascendentalismo que caracteriza la celebración del nacimiento de Cristo.
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