Porno por 'webcam' está floreciendo en la ciudad
De las producciones de cine porno que le dieron fama nacional a Medellín en las décadas de 1980 y 1990 solo queda el recuerdo. Esta industria que se movió de manera subterránea pero próspera fue reemplazada por una modalidad más discreta y personalizada conocida hoy como 'webcamers'.
En algunas ocasiones es posible encontrar páginas que convocan a gente de nuestra ciudad y pagan un dólar por cada minuto que aparecen en cámara. Y no es extraño que en el centro alguien le entregue un volante minúsculo en el que promete mejorar los ingresos, aunque no especifica cómo. Al acudir, resulta ser una oferta para 'empelotarse' frente a una cámara web.
Todos estos estudios que se montan en casas y apartamentos a los que se va a laborar como si se tratara de una oficina y alimentan páginas extranjeras - bloqueadas para los servidores del país- cuyo sello es ofrecer modelos latinas, que en ese ámbito son conocidos como 'webcamers'. Al fin de mes los actores pueden recibir de 500 mil a un millón de pesos, por trabajar cuatro horas, cinco días a la semana.
Otra variante del negocio, mucho más lucrativa, es la de los actores, mujeres en su mayoría, que ostentan belleza de modelos y montan su página personal. A través de ella hacen 'amigos' y admiradores dispuestos a pagar, convirtiéndolas en personalidades. La membresía por año vale hasta un millón de pesos para los espectadores y a ellas les generan sumas nada despreciables de entre 6 y 13 millones de pesos al mes.
Es el caso de Alicia Cano, una joven diseñadora de moda y diseñadora gráfica egresada de una universidad privada de la capital antioqueña, que lo hace sin ningún pudor. De hecho, tanto la familia como los amigos están enterados.
Alicia se desnuda ante sus clientes, baila, conversa y también hace escenas de masturbación, aunque asegura que lo que ellos buscan es alguien con quien conversar.
Aduce que se siente orgullosa de mostrarse porque no tiene cirugías y al igual que una modelo o una presentadora de televisión, solo vende su imagen, no su cuerpo.
En Colombia hay unas 30 mil 'webcamers', según Juan Bustos, de tulatina.com, una productora de este tipo de materiales. Asegura que cerca del 40 por ciento son de Medellín.
En cambio, de las clásicas firmas que hacían películas para proyectar en la pantalla grande no sobrevive ninguna. La productora El Trópico desapareció hace más de dos décadas y la más grande que existió, 7labios, hace seis años se mudo a Bogotá, donde es más fácil hallar chicas y chicos que venzan el pudor para hacer escenas de sexo explícito.
"Yo empecé a modelar porque necesitaba plata. Mi idea es ahorrar hasta alcanzar la independencia económica", aclara Alicia. Aspira a que eso sea a mediados de este año, cuando la ciudad ganará una nueva diseñadora y perderá una 'webcamer'.
Acuerdo con espectador La web ofrece sexo a la carta para el cliente.
Aunque se piense que la pornografía es sexo explicito, Ramón Pineda, periodista y experto en el tema, dice que para que exista este negocio tiene que haber un acuerdo tácito con espectador, que acepta excitarse con la imagen, pero no necesariamente tiene que haber coito, ni siquiera desnudo. La Internet ha modificado esta expresión en en la ciudad, ya no hay películas con trama ni escenas 'hardcore', en las que se ve sexo explícito y el servicio es personalizado.

De las producciones de cine porno que le dieron fama nacional a Medellín en las décadas de 1980 y 1990 solo queda el recuerdo. Esta industria que se movió de manera subterránea pero próspera fue reemplazada por una modalidad más discreta y personalizada conocida hoy como 'webcamers'.
En algunas ocasiones es posible encontrar páginas que convocan a gente de nuestra ciudad y pagan un dólar por cada minuto que aparecen en cámara. Y no es extraño que en el centro alguien le entregue un volante minúsculo en el que promete mejorar los ingresos, aunque no especifica cómo. Al acudir, resulta ser una oferta para 'empelotarse' frente a una cámara web.

Todos estos estudios que se montan en casas y apartamentos a los que se va a laborar como si se tratara de una oficina y alimentan páginas extranjeras - bloqueadas para los servidores del país- cuyo sello es ofrecer modelos latinas, que en ese ámbito son conocidos como 'webcamers'. Al fin de mes los actores pueden recibir de 500 mil a un millón de pesos, por trabajar cuatro horas, cinco días a la semana.

Otra variante del negocio, mucho más lucrativa, es la de los actores, mujeres en su mayoría, que ostentan belleza de modelos y montan su página personal. A través de ella hacen 'amigos' y admiradores dispuestos a pagar, convirtiéndolas en personalidades. La membresía por año vale hasta un millón de pesos para los espectadores y a ellas les generan sumas nada despreciables de entre 6 y 13 millones de pesos al mes.

Es el caso de Alicia Cano, una joven diseñadora de moda y diseñadora gráfica egresada de una universidad privada de la capital antioqueña, que lo hace sin ningún pudor. De hecho, tanto la familia como los amigos están enterados.
Alicia se desnuda ante sus clientes, baila, conversa y también hace escenas de masturbación, aunque asegura que lo que ellos buscan es alguien con quien conversar.

Aduce que se siente orgullosa de mostrarse porque no tiene cirugías y al igual que una modelo o una presentadora de televisión, solo vende su imagen, no su cuerpo.
En Colombia hay unas 30 mil 'webcamers', según Juan Bustos, de tulatina.com, una productora de este tipo de materiales. Asegura que cerca del 40 por ciento son de Medellín.

En cambio, de las clásicas firmas que hacían películas para proyectar en la pantalla grande no sobrevive ninguna. La productora El Trópico desapareció hace más de dos décadas y la más grande que existió, 7labios, hace seis años se mudo a Bogotá, donde es más fácil hallar chicas y chicos que venzan el pudor para hacer escenas de sexo explícito.

"Yo empecé a modelar porque necesitaba plata. Mi idea es ahorrar hasta alcanzar la independencia económica", aclara Alicia. Aspira a que eso sea a mediados de este año, cuando la ciudad ganará una nueva diseñadora y perderá una 'webcamer'.

Acuerdo con espectador La web ofrece sexo a la carta para el cliente.

Aunque se piense que la pornografía es sexo explicito, Ramón Pineda, periodista y experto en el tema, dice que para que exista este negocio tiene que haber un acuerdo tácito con espectador, que acepta excitarse con la imagen, pero no necesariamente tiene que haber coito, ni siquiera desnudo. La Internet ha modificado esta expresión en en la ciudad, ya no hay películas con trama ni escenas 'hardcore', en las que se ve sexo explícito y el servicio es personalizado.

