Un intelectual K denuncia que "las oligarquías locales" y los gobiernos del NOA impulsan el avance narco
Atilio Alberto Borón, politólogo y sociólogo argentino, doctorado en Ciencia Política por la Universidad de Harvard y también docente, publicó recientemente en su Facebook:
“Narcos. Me comentaron mis alumnos del doctorado de Humanidades de la Universidad Nacional de Jujuy que al anochecer, en la zona de Tartagal y Orán, el rugir de los motores de las avionetas que circulan por la zona es constante y por momentos atronador. Igual que en lo que en su momento ocurría durante el apogeo del cartel de Sinaloa, en México.
“Obviamente, no hay control alguno de esos vuelos ilegales que transportan todo tipo de sustancias prohibidas por la legislación argentina. Pero la inexistencia de radares hace que esas avionetas entren y salgan sin ser molestadas.
“Por su enorme territorio continental, unos 2.800.000 km cuadrados, la Argentina debe ser el país menos ’radarizado’ del mundo, pese a tener excelentes científicos y una empresa pública, INVAP, que los puede producir de manera eficiente y barata.

“Claro que la cosa se complica por dos agravantes adicionales: primero, nuestra Fuerza Aérea no está en condiciones de operar, con aviones vetustos, pobremente mantenidos, que no pueden controlar el espacio aéreo argentino.
“Hace unos meses salieron algunas noticias espeluznantes al respecto: la posible compra de aviones desechados por obsoletos e inseguros, a España o Israel. Un mayúsculo error, sobre todo teniendo la posibilidad de adquirir en condiciones muy favorables aviones de última generación a Rusia o a China.
“Segundo, como es vox populi en el Norte, en cada provincia de la región hay por lo menos un centenar de pistas clandestinas. Es decir, están las avionetas y los vuelos ilegales; la impotencia de la Fuerza Aérea; y las pistas ilegales facilitadas por las oligarquías locales. Un ’combo’ perfecto. Es ahí donde se debe combatir al narcotráfico.
“Por eso detener a un pibe traficando ’paco’ o a una ’mula’ transportando dos kilos de cocaína no pasa de ser un mero ardid publicitario que encubre la ineptitud (¿O COMPLICIDAD?) de ciertas autoridades -nacionales, provinciales y municipales- con este flagelo."
