Desde 2012 viven en la sala de hombres de un hospital colonense. El muchacho padece parálisis cerebral y su deterioro va en ascenso. Su padre no se aparta de su lado desde que quedó postrado
Pepe y su hijo viven en el hospital San Benjamín de Colón. Increíble, pero real. No tienen más alternativa que recurrir al sistema de salud pública. Elbio José Brem -hijo- porque necesita una atención permanente debido a una parálisis cerebral como secuela de una meningitis diagnosticada a los tres meses de haber nacido. Y Elbio José Brem –padre- porque lo acompaña desde que quedó postrado, sin abandonarlo ni un solo instante. Ambos conviven desde 2009 en ese nosocomio, cuando el por entonces director Marcos Luciani comenzó a autorizar para el muchacho internaciones en la sala de hombres, que con el tiempo se fueron haciendo más habituales. Cansada del desamparo que vienen padeciendo los Brem, y sobre todo porque diferentes centros médicos para personas discapacitadas les fueron cerrando las puertas, una amiga de la familia se puso al frente del reclamo para que se les brinde mejores condiciones de vida. A esa tarea está abocada Ana Martínez, hija del recordado Zurdo Martínez, quien conoce como nadie esta historia signada por la negligencia y el abandono. Conoció a los Brem en el 99, cuando Elbio y su hijo concurrían a la sala de estimulación temprana de la escuela especial N˚ 2 Rayo de Luz de Colón. “Cuando el niño debió escolarizarse fue cuando el Estado le soltó la mano al padre por primera vez, negándole el transporte a la escuela especial”, sentenció la mujer, en declaraciones a UNO. Como consecuencia (el niño que ya sufría una notoria discapacidad) quedó excluido de una educación acorde a sus necesidades. En 2000 le otorgaron la pensión no contributiva por invalidez, y por ende, la cobertura del Programa Federal Incluir Salud (exProfe). Como había hecho desde su nacimiento, su padre siguió haciéndose cargo de Elbio, en función de que su madre y hermana también estaban afectadas de severos problemas de salud. “La madre padece fobia social y es sorda con atraso intelectual igual que una hermana del gurí”, admitió la denunciante, sumándole más dramatismo a la cuestión. A duras penas el muchacho permanecía internado, hasta que en 2009 “dieron la orden de que no lo tengan más en ese lugar”, apuntó Martínez. Esta circunstancia llevó a Pepe a tener su primer intento de suicidio, que le costó una lesión en la médula, mientras su hijo era derivado a un geriátrico de Colón. Su hijo permaneció allí hasta 2010, aunque debido a problemas económicos tuvo que regresar al hospital, que finalmente les dio cobijo hasta la actualidad. “Cuando ya tocaron fondo lo mandan a Rosario, a un hogar especializado en personas con discapacidad severa, donde el deterioro del chico es total y absoluto. Luego lo transfieren al hospital Eva Perón, de la misma ciudad, para realizarle un par de cirugías por bolos fecales. En una de esas operaciones le tocaron la vejiga, provocando que empiece a utilizar una sonda para orinar y que no lo reciban más en el hogar”, resumió la mujer.
Por condiciones más dignas
El reclamo de los Brem, que demoró en ser visibilizado, está orientado a lograr mejores condiciones de vida para el joven que hoy tiene 25 años y su padre, un hombre que derrocha amor por su hijo pero que ya no puede cargar más con la pesada mochila que significa su cuidado. Si bien la rehabilitación del muchacho no se cumplió en los tiempos previstos, en la actualidad necesita de una silla de ruedas y un tratamiento de kinesiología. “Está desnutrido, no creo que pese ni 30 kilos, perdió la capacidad de comunicarse con su padre y tiene la columna totalmente desviada, debido a que jamás recibió rehabilitación alguna”, detalla la portavoz del reclamo.
El caso que ya se judicializó, está en manos del juez Ricardo Bonvín, a cargo del Juzgado de Familia y Penal de Niños y Adolescentes. El magistrado prometió conseguir una enfermera que se ocupe las 24 horas del joven discapacitado y la posibilidad de que sea traslado, en el corto plazo, a un hogar especializado. “No puede ser que seamos los únicos, junto a unos amigos y mi esposo, que veamos esto. No puede ser que no lo vea (Carlos) Tavella, el director del hospital, tampoco los médicos de guardia y las enfermeras. Nadie se conmueve”, completó.
Lo llaman El Loco del puente
Pepe, que es el único que se encarga del cuidado de Elbio José, ya atravesó por varios intentos de suicidio. La decisión de quitarse la vida lo llevó a protagonizar un episodio tragicómico: el 6 de noviembre de 2009 se tiró desde un puente con la mala suerte de que el arroyo que corría por debajo tenía 25 centímetros de profundidad. Ello le dejó como secuela una lesión medular luego de haber sidoA informado de que su hijo debía salir del hospital San Benjamín para regresar a su casa. Tras este lamentable hecho, el Estado se acordó e intervino para internar a Josecito, su hijo, en un hogar con cobertura completa. Pepe se autodenomina El Loco del Puente, por ese mal trance que debió vivir sobre el enlace que cruza el arroyo de La Leche. Brem admitió que siguen viviendo en el San Benjamín, aunque aguardan el traslado a un centro especializado. “Es muy difícil”, planteó en diálogo con UNO. Enseguida acotó: “No hemos tenido respuesta, porque siguen buscando un lugar.
Aseguró que prefiere no derivarlo al hogar de Rosario donde estuvo internado, ya que en ese lugar su evolución mostró un retroceso. “En 15 días acá -por el nosocomio de Colón–, se recuperó favorablemente. No lo quiero mandar más”, advirtió. Confía en la promesa que le hizo el juez Bonvín de poner a disposición de Josecito una enfermera las 24 horas. “En el hospital tenemos una pieza para mí y para mi hijo. Lo cuido desde que nació”, relató el hombre de 58 años.

Pepe y su hijo viven en el hospital San Benjamín de Colón. Increíble, pero real. No tienen más alternativa que recurrir al sistema de salud pública. Elbio José Brem -hijo- porque necesita una atención permanente debido a una parálisis cerebral como secuela de una meningitis diagnosticada a los tres meses de haber nacido. Y Elbio José Brem –padre- porque lo acompaña desde que quedó postrado, sin abandonarlo ni un solo instante. Ambos conviven desde 2009 en ese nosocomio, cuando el por entonces director Marcos Luciani comenzó a autorizar para el muchacho internaciones en la sala de hombres, que con el tiempo se fueron haciendo más habituales. Cansada del desamparo que vienen padeciendo los Brem, y sobre todo porque diferentes centros médicos para personas discapacitadas les fueron cerrando las puertas, una amiga de la familia se puso al frente del reclamo para que se les brinde mejores condiciones de vida. A esa tarea está abocada Ana Martínez, hija del recordado Zurdo Martínez, quien conoce como nadie esta historia signada por la negligencia y el abandono. Conoció a los Brem en el 99, cuando Elbio y su hijo concurrían a la sala de estimulación temprana de la escuela especial N˚ 2 Rayo de Luz de Colón. “Cuando el niño debió escolarizarse fue cuando el Estado le soltó la mano al padre por primera vez, negándole el transporte a la escuela especial”, sentenció la mujer, en declaraciones a UNO. Como consecuencia (el niño que ya sufría una notoria discapacidad) quedó excluido de una educación acorde a sus necesidades. En 2000 le otorgaron la pensión no contributiva por invalidez, y por ende, la cobertura del Programa Federal Incluir Salud (exProfe). Como había hecho desde su nacimiento, su padre siguió haciéndose cargo de Elbio, en función de que su madre y hermana también estaban afectadas de severos problemas de salud. “La madre padece fobia social y es sorda con atraso intelectual igual que una hermana del gurí”, admitió la denunciante, sumándole más dramatismo a la cuestión. A duras penas el muchacho permanecía internado, hasta que en 2009 “dieron la orden de que no lo tengan más en ese lugar”, apuntó Martínez. Esta circunstancia llevó a Pepe a tener su primer intento de suicidio, que le costó una lesión en la médula, mientras su hijo era derivado a un geriátrico de Colón. Su hijo permaneció allí hasta 2010, aunque debido a problemas económicos tuvo que regresar al hospital, que finalmente les dio cobijo hasta la actualidad. “Cuando ya tocaron fondo lo mandan a Rosario, a un hogar especializado en personas con discapacidad severa, donde el deterioro del chico es total y absoluto. Luego lo transfieren al hospital Eva Perón, de la misma ciudad, para realizarle un par de cirugías por bolos fecales. En una de esas operaciones le tocaron la vejiga, provocando que empiece a utilizar una sonda para orinar y que no lo reciban más en el hogar”, resumió la mujer.

Por condiciones más dignas
El reclamo de los Brem, que demoró en ser visibilizado, está orientado a lograr mejores condiciones de vida para el joven que hoy tiene 25 años y su padre, un hombre que derrocha amor por su hijo pero que ya no puede cargar más con la pesada mochila que significa su cuidado. Si bien la rehabilitación del muchacho no se cumplió en los tiempos previstos, en la actualidad necesita de una silla de ruedas y un tratamiento de kinesiología. “Está desnutrido, no creo que pese ni 30 kilos, perdió la capacidad de comunicarse con su padre y tiene la columna totalmente desviada, debido a que jamás recibió rehabilitación alguna”, detalla la portavoz del reclamo.
El caso que ya se judicializó, está en manos del juez Ricardo Bonvín, a cargo del Juzgado de Familia y Penal de Niños y Adolescentes. El magistrado prometió conseguir una enfermera que se ocupe las 24 horas del joven discapacitado y la posibilidad de que sea traslado, en el corto plazo, a un hogar especializado. “No puede ser que seamos los únicos, junto a unos amigos y mi esposo, que veamos esto. No puede ser que no lo vea (Carlos) Tavella, el director del hospital, tampoco los médicos de guardia y las enfermeras. Nadie se conmueve”, completó.
Lo llaman El Loco del puente
Pepe, que es el único que se encarga del cuidado de Elbio José, ya atravesó por varios intentos de suicidio. La decisión de quitarse la vida lo llevó a protagonizar un episodio tragicómico: el 6 de noviembre de 2009 se tiró desde un puente con la mala suerte de que el arroyo que corría por debajo tenía 25 centímetros de profundidad. Ello le dejó como secuela una lesión medular luego de haber sidoA informado de que su hijo debía salir del hospital San Benjamín para regresar a su casa. Tras este lamentable hecho, el Estado se acordó e intervino para internar a Josecito, su hijo, en un hogar con cobertura completa. Pepe se autodenomina El Loco del Puente, por ese mal trance que debió vivir sobre el enlace que cruza el arroyo de La Leche. Brem admitió que siguen viviendo en el San Benjamín, aunque aguardan el traslado a un centro especializado. “Es muy difícil”, planteó en diálogo con UNO. Enseguida acotó: “No hemos tenido respuesta, porque siguen buscando un lugar.
Aseguró que prefiere no derivarlo al hogar de Rosario donde estuvo internado, ya que en ese lugar su evolución mostró un retroceso. “En 15 días acá -por el nosocomio de Colón–, se recuperó favorablemente. No lo quiero mandar más”, advirtió. Confía en la promesa que le hizo el juez Bonvín de poner a disposición de Josecito una enfermera las 24 horas. “En el hospital tenemos una pieza para mí y para mi hijo. Lo cuido desde que nació”, relató el hombre de 58 años.