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Uruguay es el peor del mundo en relación entre salario y productividad


El país bajó 11 posiciones en 2013 en el ranking que realiza el Foro Económico Mundial




Por segundo año consecutivo, la economía uruguaya perdió competitividad, según la medición que realiza el Foro Económico Mundial (WEF, por su sigla en inglés). El talón de aquiles de la economía uruguaya, a los ojos de los empresarios locales, está en el mercado laboral. De hecho, el país se posiciona en el último escalón en la encuesta realizada en 148 países en materia de flexibilidad a la hora de determinar salarios y la relación que existe entre la compensación a los trabajadores y su productividad.El Reporte anual de competitividad global 2013-2014 elaborado por el WEF, muestra un deterioro del indicador de competitividad global de Uruguay de 1,9%, alcanzando el valor más bajo desde el informe 2008-2009. De esa manera, el país retrocedió 11 lugares respecto al año pasado en el ranking mundial, del puesto 74 al 85, la mayor caída que tuvo lugar entre los países del continente.A diferencia del índice del tipo de cambio real, que mide la competitividad en precios de la economía, a través de una serie de indicadores y encuestas a empresarios de cada país el WEF realiza un indicador de competitividad estructural de las economías, compuesto por 12 pilares que recogen los principales elementos que hacen atractivo a un país para las actividades económicas.Según el informe, la fuerte caída de la competitividad de Uruguay respecto al resto del mundo durante el último año, se debió a “un deterioro de las condiciones macroeconómicas”, “condiciones laborales restrictivas” y un “debilitamientos en la calidad de la educación y la capacidad de innovación”.El pilar más flojo para Uruguay en materia de competitividad es el de la eficiencia en el mercado laboral, donde la economía local ocupa el puesto 139 de las 148 evaluadas.Uruguay es el país en el mundo donde los salarios están más disociados respecto a la productividad, según el resultado de la encuesta a los empresarios. El indicador registró una caída importante en los últimos años y hoy se encuentra en el nivel más bajo, al menos desde el año 2006, cuando inicia la serie comparable. Lo mismo sucede con el indicador que mide la flexibilidad para la fijación de salarios, donde Uruguay aparece como el país más rígido del mundo.Según dijo a El Observador el ministro de Trabajo, Eduardo Brenta, existe “un sobredimensionamiento y un sesgo” por parte de los empresarios a la hora de evaluar la eficiencia del mercado laboral. Brenta cuestionó que el relevamiento del WEF muestra solo una “percepción” por parte del empresariado y no indicadores objetivos. Además, sostuvo que la visión de los empresarios desestima factores clave, como la contribución a la estabilidad social que generan la negociación colectiva y el proceso de formalización del empleo, por el cual “Uruguay es tomado como ejemplo mundial por la OIT (Organización Interancional del Trabajo)”.“A algunos empresarios les molesta que exista negociación colectiva, pero es considerada un derecho humano fundamental”, enfatizó el ministro.El relevamiento de las encuestas en Uruguay está a cargo de los profesores Bruno Gili e Isidoro Hodara de la Universidad ORT. Según explicó Gili a El Observador, la evaluación que hacen los empresarios uruguayos respecto a la eficiencia del mercado laboral es un factor determinante para explicar la posición que ocupa Uruguay en el índice de competitividad global. Según sostuvo, si en vez de un puntaje de 3,4 –en una escala de entre uno y siete–, el país tuviera una calificación de seis en esa área –como los países que encabezan el ranking–, Uruguay pasaría del puesto 85 al 60 en materia de competitividad.El catedrático de Planificación Financiera señaló que la rigidez percibida por los empresarios a la hora de fijar los salarios no refleja como único elemento el descontento de los empresarios con la regulación del mercado laboral.Sostuvo que debe se suma además el hecho de que el país haya alcanzado “su máximo potencial de producción de capital humano” y hoy enfrente una escasez de trabajadores especializados, al tiempo que la demanda laboral carece de diversificación y eso tensa aún más el mercado laboral y la capacidad de las empresas para incidir sobre el salario.