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La compra por parte de UTE de 30 camionetas eléctricas Renault Kangoo Z.E y las pruebas realizadas a ómnibus con baterías, son los primeros pasos hacia una Montevideo más moderna y menos contaminada




Se dice a menudo y lo avalan los estudios, que respirar el aire de Montevideo es un lujo y que la ciudad, en sí misma, es un paraíso natural. Pero para un vecino de la Ciudad Vieja, que debe soportar a diario el pasaje de incontables ómnibus, camiones, coches y motos, el tema no es tan idílico. Mucho menos todavía, si se tiene en cuenta el incesante rugido de esos miles motores diesel y gasolina, que van y vienen por las calles 25 de Mayo y Buenos Aires continuamente, en un circuito infernal, que hace que vivir y dormir en “La City”, sea una hazaña.Si no fuera por sus elevados costos, los autos eléctricos como las Renault Kangoo Z.E., que adquirió UTE a US$ 42 mil la unidad (incluidos repuestos, cargador de batería y capacitación para el personal) serían una solución ideal al problema, ya que se calcula que al recorrer 60 mil kilómetros con uno de estos coches evita emitir a la atmósfera 11 toneladas de CO2.Basta multiplicar esos miles de kilos de gas contaminante por la cantidad de autos que circulan por la capital (unos 450.000) para comprender lo nocivo que es el transporte tradicional para el ambiente. Solo el mar y el viento, consuelan y ayudan a los habitantes de una ciudad que ha visto crecer su parque automotriz de manera exponencial en la última década, fenómeno que además ha provocado que las calles hayan quedado angostas y que conducir sea un oficio de riesgo.No siempre fue así. Antes la gente se movía en medios de transporte inocuos para la naturaleza. Los más veteranos recuerdan cuando el lechero hacía su reparto domiciliario con su carro tirado por un caballo que tenía dignidad y nombre.También se añora al tranvía, que atravesaba la ciudad con elegancia y sin emisiones contaminantes de ningún tipo, usando la corriente eléctrica y los rieles que aún hoy se adivinan por debajo del asfalto. Y a los gigantescos trolebuses, que sobrevivieron hasta 1992, con sus dos antenas de caracol chispeando contra los cables. Nadie olvida tampoco a los autitos chocadores, que se deslizaban silenciosos entre los gritos y el caos de maniobras durante el tiempo permitido, que siempre sabía a poco.La compra de 30 camionetas eléctricas por parte de UTE es, más allá de la redundancia, un primer paso hacia un futuro mejor, más ecológico, más responsable y saludable, en un país que curiosamente, para avanzar, debe volver su vista atrás.Porque la tecnología que ahora se presenta como de punta ya había sido inventada hace más de 100 años. El primer coche eléctrico construido data de 1835, el tranvía eléctrico es de 1879 y el trolebús de 1882.Todos estos transportes fueron aniquilados en su momento para imponer el automóvil con motor de combustión, por mandato de la industria petrolera estadounidenses. En Europa sobrevivieron algunas líneas de tranvía, especialmente en Alemania, pero no fue hasta 1973, cuando los precios del barril de crudo se dispararon, que fueron recuperados y modernizados.El coche eléctrico, sin embargo, sigue siendo una asignatura pendiente aún con todas las evidencias al alcance de la mano, con el sol quemando como nunca. La reconversión a nivel mundial avanza lenta debido a los altos costes de fabricación de los vehículos por su escasa masificación, las presiones de una industria dividida y las muchas veces insuficientes ayudas estatales.Por eso en una primera etapa de penetración en el mercado uruguayo, en Santa Rosa Automotores –representante oficial de Renault en Uruguay y empresa que ganó la licitación para la venta de las camionetas a UTE– se piensa apuntar al sector empresarial, que generalmente utiliza una flota de vehículos, por lo que dispone de más capital que el particular.Joaquín Soler, director comercial de la firma, dijo a El Observador que de todas formas a mediano plazo los coches eléctricos se amortizan, ya que su mantenimiento, carga y durabilidad, son sensiblemente más baratos que la de un vehículo tradicional. El motor, por ejemplo, no tiene fecha de caducidad.Entre las ventajas principales de la tracción eléctrica, Soler señaló que los coches no contaminan ya que no emiten gases al ambiente, son muy silenciosos debido a la ausencia de un motor de combustión y además son fáciles de manejar, porque no tienen caja de cambios, simplemente una palanca que se acciona hacia adelante para avanzar y hacia atrás para retroceder.Además, aseguró que por cada 60 mil kilómetros de rodaje se ahorran US$ 12 mil, porque el consumo de los vehículos es de 0,15 Kw/h por kilómetro y el costo $ 2,5, por lo que hacer 100 kilómetros costaría $ 38, mientras que un vehículo de similares características pero a nafta se gastarían $ 380, para hacer el mismo recorrido.En ocasión de la presentación oficial de la compra realizada por UTE, el presidente del ente, Gonzalo Casaravilla, dijo que cada utilitario costó unos US$ 42 mil, pero que: “Como nuestros autos hacen muchos kilómetros por día, es ahí donde se rentabilizan”. Las Kangoo Z.E. tienen una autonomía de 170 kilómetros, alcanzan los 130 km/h y su tiempo de recarga, una vez agotada la batería, es de ocho horas. Este es uno de los temas sensibles del asunto, ya que la rapidez es un factor fundamental para cualquier conductor.
Soler comentó al respecto que por eso piensan primero en las empresas, ya que está previsto que después de la jornada laboral, el automóvil quede cargándose para estar listo a la mañana siguiente.A la compra de UTE se suma el anuncio de la Intendencia de Montevideo de otorgar 50 matrículas de taxi para vehículos eléctricos, siendo la empresa china BYD la que suministraría las unidades, ya que posee vehículos eléctricos con una autonomía de 300 kilómetros.Esta misma compañía es la que fabrica los ómnibus que se están probando desde hace un tiempo con la idea de incorporarlos a la circulación capitalina. Para ambos casos, será necesario instalar centros de carga a lo largo de la ciudad para que todos puedan cumplir sus funciones con normalidad, cuestión que aún no se ha resuelto.Descartado el subte desde hace años, rechazado el funicular hace poco y cuestionado el sistema de bicicletas públicas, éstas incorporaciones de tecnología amigable con el ambiente, nadan contra la poderosa corriente del no se puede. Pero el futuro, a pesar de todo, ya llegó.