La fábula "indestructible" del magnicidio

La legalización del mercado paralelo de divisas y el inminente costo político de una macrodevaluación en tiempos de escasez y tensión social, obligan al Gobierno a transitar una vez más la desgastada senda entre la desesperación y el delirio esquizoide.
Los venezolanos parecen ya estar acostumbrados, o más bien hastiados, de las manidas denuncias de conspiración y magnicidio que afloran como respuesta automática desde el poder, cada vez que temas incómodos se ciernen sobre el horizonte de la política revolucionaria.
El precursor del Pop Art, Andy Warhol solía decir que "la vida imita al arte", pero en Venezuela esta premisa alcanza tal nivel de inverosimilitud, que la retórica oficial pareciera diseñada por los guionistas de una mala película de acción hollywoodense.
Es casi asombroso, por no decir risible, cómo los elementos de esta nueva denuncia de plan magnicida recuerdan a la primera entrega de la franquicia fílmica de Silvester Stalone Los indestructibles, donde un puñado de militares renegados (casi de la tercera edad) y algunos mercenarios civiles, viajan en un antiguo avión de hélice a defenestrar al líder autoritario de un país tropical, el cual por cierto usa una boina roja.
Es intrigante imaginar las razones por las cuales presuntos golpistas de la Fuerza Aérea Nacional escogerían un avión Tucano, el más lento y ruidoso de toda la flota aérea, para perpetrar sus planes maquiavélicos de destrucción y caos.
De igual forma, resulta admirable cómo los organismos de inteligencia militar parecen ser el único ente eficiente dentro del Estado venezolano, ya que logran atajar cualquier potencial amenaza antes de que llegue a representar un peligro real. Eso es algo de aplaudir en un país donde la ineficiencia campea en los derroteros de la administración pública.
Tal vez sería buena idea que en Miraflores cambiaran sus gustos cinematográficos y en lugar de películas de acción e intriga, se inspiraran a seguir el ejemplo de la cinta Invictus, que narra la lucha de Nelson Mandela por reunificar el alma de país fracturado por el prejuicio y la violencia política.
Venezuela está aburrida y cansada de ver siempre la misma película, quiere volver a reír y disfrutar de una programación diversa que incluya elementos para cada de sus 27 millones de familiares, solo falta que se dé cuenta que aún tiene el control remoto en sus manos y este año en las elecciones parlamentarias tendrá la oportunidad de cambiar algo más que el canal.