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Pese a mis miles de protestas y mi cara de culo tuve que abandonar la comodidad de mi lúgubre virgocueva para realizar las tareas de cadete para mi abuela. Era una boludes importante, no calificaba como trabajo, más bien ayude a un familiar.
Con 34 grados a la sombra me tuve que cambiar y despedirme de Taringa. Abandone mi triste morada y me fui pateando unas cuadras a tomarme ese auto grande con muchos asientos (creo que le dicen colectivo) para que me llevara a la estación.
Como dicta la trigesimoquinta ley de Murphy, "una vez que tenes que usarla te acordas que la Sube no tiene carga o es más, esta en negativo". Hice una cola interminable de gente toda chivada para que un tipo con una de cara de culo épica que rivalizaba con la mía (esto es decir mucho) no me respondiera un hola y se limitara a cargarme la tarjeta sin mirarme.
En el anden espere al puto tren, que según la jefa y el pelotudo que tiene una sola ceja, debería ser del futuro (a mi me parece una cagada). Me tome el Roca en el sentido que abandona los suburbios civilizados y se dirige traqueteando hacía el sur, a la frontera con el indio que debe estar más o menos por Alejandro Korn. Me baje, por suerte en Lanús, donde no hay agua ni luz.

Realice mis obligaciones y volví a la estación de Lanús para realizar el viaje opuesto.
Ahí estaba yo, totalmente agobiado en el anden mugriento cuando vi que el tren se acercaba. Pero oh sorpresa... se escucharon unos gritos. Papa!! Papa!!! Parecía una mujer gritando.
No llegue a ver más que a un viejo de unos 60 años saltar del anden de enfrente y tirarse tímidamente contra la formación que venía frenando. Un montón de: uh!! por parte del gentío y el freno del tren que se enclavo sin llegar a los tres cuartos del andén.
Obviamente todo el morbo y algún que otro heroé estúpido (dudo que alguien pueda levantar un tren) se amontonaron y asomaron contra la vía para ver el fiambre. Reconozco que me asome pero no vi nada.
Había visto antes cuerpos de gente que se había tirado a la vía, pero nunca un suicidio en vivo. Me sorprendió que una de las primeras reacciones de la gente fue: Uh la puta madre, ahora vamos a estar acá una hora. Muy humano todo. No voy a mentir, se cruzo por mi mente también, la empatía se me fue con el amor propio.




Me fui para atrás, no tenía ganas de escuchar bludeces. Me senté en los bancos que rápidamente habían sido abandonados por los curiosos. Me entretuve más viendo a la gente.
El resto de la rutina fue muy predecible. Llegaron los empleados del ferrocarril, los bomberos, unos gendarmes. La gente puteando. Se contaban unos a otros lo sucedido.
Otra gente llegaba y preguntaba que pasaba. La gente que estaba desde antes, se peleaba por contarles con lujo de detalle todas esas cosas que tampoco había visto, pero había escuchado de primera mano de los "testigos". Todo era una cadena de teléfono descompuesta donde se repetía la historia cada vez más deformada.
Después de 20 minutos, sacaron de abajo del tren a un viejo con la cabeza abierta ( no mucho) pero milagrosamente vivo. Inexplicable. Se lo llevaron junto con su hija. Sí, el viejo se tiro abajo del tren enfrente de su hija.
Gorda - Disculpe, cuando nos movemos?
Empleado: Tiene que venir otro chofer, este se tiene que ir a declarar. Recién sacamos al hombre.
Gorda: Yo me tengo que ir. Tengo que trabajar.
Empleado: Pero señora es una vida, que quiere que haga?
Gorda: Yo lo entiendo pero tengo que trabajar...
Mil discusiones como esta. Era muy pintoresco todo. Me sorprendía ver tanta movilidad en los empleados que rara vez veía salir de sus banquitos.
Muchos, la mayoría que ni siquiera habían visto al viejo ser sacado con vida, seguían discutiendo con los empleados. Exigían que el viaje reanudara. El tren seguía sin salir.
Escuche a un pelado que comía esos helados en pote que se venden de forma ambulante dentro del tren (inmundos, realmente tienen tanto colorante que brillan) decir: "Dah, la concha de tu madre. Si te queres matar pegate un tiro (se mete la cucharita como si fuese un arma en la boca) en tu casa y no jode' a nadie". Todos estaban de acuerdo. Uno tiro un "a lo Nisman" y se desataron algunas risotadas.
Quizás lo que mas me llamo la atención fue a un hombre de unos 40 años decir: "Hay que tener huevos para hacer eso..." Fue con el que más de acuerdo estuve.
Una señora paraguaya dijo que escucho a su hija decir que "el hombre había sido despedido de la empresa recientemente", hablaba realmente mal así que no puede seguir dilucidando lo que decía.
Después de un largo rato el tren finalmente arranco, ya nadie se acordaba del viejo. Creo que solo escuche a una mina mal teñida y con calzas que la ahorcaban decir un chiste. Me baje en Plaza y me olvide también.


A la noche pense que si algún día algún taringuro quiere matarse, debería tirarse al tren para así al menos, joder a un montón de gente de mierda.

Esto es muy bueno


Esto prueba que no es mentira