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La pornografía es una forma de entretenimiento adulta que se basa en los desnudos, la explicitación del sexo y la categorización de hombres y mujeres en objetos de deseo. La industria ha evolucionado desde mediados del siglo XX y hoy es considerada una fuente de trabajo para los muchos involucrados, un escape para relajarse ocasionalmente del estrés de la vida diaria y por qué no, un producto para disfrutar en pareja.

Evidentemente, la pornografía no es una industria perjudicial en si misma, como tampoco lo es ser un consumidor ocasional. Sin embargo, el abuso de estas producciones visuales puede generar algunos efectos negativos según la psique de quien está frente a la pantalla, naturalmente.

Se puede volver una adicción

O al menos existen evidencias científicas que así lo prueban. Según estos estudios, el visionado de pornografía produce la segregación de dopamina, un neurotransmisor del Sistema Nervioso Central. Esto por si sólo no significa nada, dado que la dopamina está presente en cualquier actividad que le produzca placer al cerebro, inclusive comer.

Pero al igual que con el tabaco, el alcohol y ciertas drogas, la asociación de la dopamina a actividades muy puntuales, y con repetición en el tiempo, puede generar una suerte de adicción. Es decir, tu cerebro necesitará más dopamina para sentirse feliz.

Lo negativo de este efecto resulta en que tanto esto afecte tu vida normal, puede ser algo perjudicial como totalmente inofensivo. No obstante, vale señalar que no se trata de un mito.

Afecta tu autoestima

La pornografía a veces puede generar falsas ilusiones de la naturaleza del cuerpo humano. Si eres una persona predispuesta a la obsesión con la apariencia física, la pornografía puede afectar tu autoestima hasta cierto punto.

¿Por qué? Por el sencillo hecho de consumir un mensaje donde los genitales grandes y la silueta perfecta son requisitos indispensables para la satisfacción sexual. Algo que, vale aclarar, es totalmente falso.

Atenta contra la imaginación

En pocas palabras, la pornografía es a la fantasía sexual lo que la televisión puede ser al libro. Si eres de esas personas que cultivan su propia capacidad de ficción mental, entonces la saturación de escenas sexuales puede llegar a mellar tu propia imaginación.

Y creo que a nadie puede gustarle eso.

Como las drogas, cada vez necesitas “una dosis” más fuerte

Una de las atribuciones propias de la raza humana es la de su capacidad para aburrirse. Te puedes aburrir de comer siempre lo mismo, de vestir siempre lo mismo y hasta de mirar los mismos programas de TV. Ciertamente, con la pornografía esto no es diferente.

Siempre puedes cambiar de alimentación y vestimenta, pero el caso de la pornografía se presenta como un poco más complejo. Con el fin de aumentar los niveles de dopamina, muchos usuarios necesitan acceder a diferentes tipos de contenido, con frecuencia más fuertes y a menudo terminando en zonas que uno no le comentaría ni a sus amigos más íntimos.

De nuevo, uno puede no tener problema con su propia des-sensibilización, hasta que llegamos al último punto.

Y sí, sí puede afectar tu vida sexual

Muchos investigadores gustan de llamar a este fenómeno como Centerfold Syndrome o Síndrome del Supermodelo. Está estrechamente relacionado con varios puntos de este artículo.

El hecho de que cada vez necesitemos más impulsos para liberar dopamina tiende a crear imágenes sobre idealizadas del sexo opuesto, lo que puede echar por tierra cualquier expectativa. Nada bueno puede salir si tu estándar de belleza recae sobre actores y actrices de cuerpo perfecto, algo que no solo se aplica a la pornografía, también lo vale para los ideales de belleza que el mercado sitúa en boga