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Historias necesariamente irrepetibles.



28 de junio de 1966: El día que apuraron a la tortuga.


En la madrugada del 28 de junio de 1966 el presidente constitucional Arturo Umberto Illia (1900-1983) se encontraba en la Casa de Gobierno acompañado de ministros, colaboradores, senadores y diputados nacionales de su partido. A las cinco de la mañana ingresó el general golpista Julio Alsogaray, el jefe de la Casa Militar, brigadier Rodolfo Pío Otero, el coronel Luis Perlinger y un grupo de oficiales. Venían a pisotear con las botas, pagadas por el pueblo, la Constitución Nacional, iniciando otro triste y patético golpe militar.

El año anterior el gobierno había convocado a elecciones legislativas eliminando las restricciones que pesaban sobre el peronismo, quien presentó sus propias listas de candidatos y triunfó ampliamente en las elecciones con 3.278.434 votos contra 2.734.970 de la Unión Cívica Radical del Pueblo. El triunfo del peronismo agitó la situación interna de las Fuerzas Armadas. El descontento militar se combinó con una fuerte campaña de desprestigio, impulsada por sectores conservadores que criticaban duramente ciertas políticas del gobierno radical, como la Ley de Medicamentos (Ley Oñativia), la política petrolera y cierta autonomía respecto a la posición de los Estados Unidos en política internacional.

La campaña de desprestigio contra Illia se realizó de manera sistemática, utilizando ciertos periodistas y medios de prensa, como Mariano Grondona en Primera Plana (autor luego de los primeros comunicados militares golpistas), Bernardo Neustadt en la Revista Todo y finalmente las de Mariano Montemayor. Para ello se recurrió a la imagen de una tortuga para caracterizar la gestión del presidente como timorata y falta de energía. Simultáneamente se resaltaba la personalidad de los militares, especialmente del general Juan Carlos Onganía, contraponiéndolo con la imagen de los políticos, alentándolos a intervenir como “salvaguarda de la patria”.




Reconstrucción de los diálogos entre el presidente Illia y los golpistas el 28/06/66

Alsogaray: -Vengo a cumplir órdenes del comandante en jefe…

Illia: -El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas soy yo. (Señalando un libro que está a un costado de su mesa). Mi autoridad emana de esa Constitución que nosotros hemos cumplido y que usted también ha jurado cumplir. A lo sumo, Usted es un general sublevado que engaña a sus soldados.

Alsogaray: -En representación de las Fuerzas Armadas vengo a pedirle que abandone este despacho. La escolta de granaderos lo acompañará.

Illia: -Usted no representa a las Fuerzas Armadas, sino tan sólo a un grupo de insurrectos. Usted y quienes lo acompañan actúan como salteadores nocturnos…

Alsogaray: -Señor Presid… (rectificándose) doctor Illia… Varias voces: -¡Señor Presidente!

Alsogaray: con el fin de evitar actos de violencia, lo invito nuevamente a que abandone esta casa.

Illia: -Son Ustedes quienes están provocando la violencia. Ustedes no tienen nada que ver con el Ejército de San Martín y de Belgrano. Le han causado mucho mal a la patria y lo seguirán causando. El país los condenará por esta usurpación…

Alsogaray: -Usted está llevando las cosas a un terreno que no le corresponde, doctor IIlia; le garantizamos su traslado a la residencia de Olivos. Su integridad física está asegurada.

Illia: -Mi bienestar personal no me interesa. Me quedo trabajando en el lugar que me indica la ley y mi deber: Como comandante en jefe, le ordeno que se retire.

AIsogaray: -Yo sólo recibo órdenes del comandante en jefe del Ejército.

IIlia: -El único jefe supremo de las Fuerzas Armadas soy yo. Ustedes son los insurrectos. ¡Retírense!

Los jefes militares abandonan el despacho presidencial.
A las seis, retorna el coronel Perlinger en compañía de oficiales subalternos. Perlinger se acerca por la izquierda hasta la mesa de llIia y le dice en tono firme:

Perlinger: -Doctor Illia, en nombre de las Fuerzas Armadas, vengo a decirle que ha sido destituido.

Illia: -Ya le he dicho al general Alsogaray que ustedes no representan a las Fuerzas Armadas.

Perlinger: -Me rectifico. En nombre de las fuerzas que poseo…

Illia: -Traiga esas fuerzas.

Perlinger: -No lleguemos a eso…

Illia: -Son ustedes los que emplean la fuerza, no yo.

Perlinger y sus acompañantes se retiran. A las 7.25 vuelve Perlinger está vez al frente de un grupo de efectivos de la guardia de infantería de la Policía Federal, portando pistolas lanzagases.

Perlinger: -Doctor llIia, su integridad física está plenamente asegurada, pero no puedo decir lo mismo a las personas que se encuentran con usted. Ellos serán desalojados por la fuerza.

IIlia: -Su conciencia le va a reprochar lo que esté haciendo. (dirigiéndose a la tropa policial). A muchos de ustedes les dará vergüenza cumplir estas órdenes indignas de quien ni siquiera es su jefe. Acuérdense: cuando cuenten a sus hijos lo que hicieron en este momento, sentirán vergüenza…

Perlinger: Dr Illia tendremos que usar la fuerza…

Illia: -Es lo único que tienen…

Perlinger: (Con tono enérgico, a sus subordinados): -Dos oficiales a custodiar al doctor Illia, los demás avancen y desalojen el salón.

La tropa avanzó mientras que los dos oficiales de policía que debían vigilar a Illia no pudieron cumplir su cometido, pues éste fue inmediatamente rodeado por sus colaboradores. Hubo forcejeos, pero en pocos minutos el despacho fue desalojado. Illia y sus colaboradores bajaron por las escaleras hasta la planta baja, seguidos de cerca por el pequeño batallón de lanzagases.

Eran las 7.40 Sobre las veredas de la Plaza de Mayo y del Banco Nación, varias docenas de soldados cuerpo a tierra apuntaban hacia la Casa Rosada con sus fusiles. A las 7.45 Illia subía a un taxi, rumbo a la casa de su hermano en Martínez.



Arturo Umberto Illia asume la presidencia de Argentina el 12 de octubre de 1963. A su lado (extremo derecho) lo acompaña Juan Carlos Onganía quien lo derrocará en 1966.



Manifestación contra Illia. Los medios de comunicación argentinos jugaron un papel destacado en la desestabilización de su gobierno (foto de la Revista Panorama).


Arturo Illia abandonando la Casa de Gobierno luego de su derrocamiento. (Foto publicada por la Revista Gente).


Una muchedumbre acompaña a Illia en su destitución.







El diálogo reconstruido fue publicado por la revista "Somos" el 21 de enero de 1983, pero Somos no reprodujo con fidelidad los diálogos. Otros testimonios nos permiten afirmar algunas expresiones importantes, luego de mencionar que casi todo el equipo balbinista acompañaba a Illia en la circunstancia. Alsogaray se había colocado a la izquierda del Presidente IIlia, quien sin levantar la cabeza, ni mirarlo siquiera, ni inmutarse, continuó con lo que estaba haciendo en ese momento.

Eso habría molestado al militar, quien irritado pretendió arrebatarle una fotografía que en ese momento Illia firmaba para uno de sus colaboradores (un empleado de la secretaría privada, o el jefe de la misma, Miguel Angel López, o un ordenanza, según distintas versiones) Illia impidió que el militar le arrebatara la fotografía y, seguidamente, se produjo una parte del diálogo, que la citada revista no tuvo en cuenta:


Alsogaray: -Deje eso, permítame…

Illia:-cállese… Yo no lo conozco. ¿Quién es usted?

Alsogaray: -Soy el general Alsogaray:..

Illia: -Espérese. Estoy atendiendo a un ciudadano, ¿cuál es su nombre amigo? Alsogaray: -Respéteme…

Illia: (Al concluir de firmar la fotografía) Este muchacho es más que usted. Es un ciudadano digno y noble. (Parándose y dirigiéndose al general) ¿ Qué es lo que quiere?

Alsogaray: -Vengo a cumplir órdenes del comandante en jefe. ..

Luego, sigue en líneas generales el diálogo ya reproducido, pero con una variante:

Alsogaray: -En representación de las Fuerzas Armadas le pido que abandone el despacho.

Illia: -Usted no representa a las Fuerzas Armadas, sólo representa a un grupo de insurrectos. Usted y quienes lo acompañan actúan como salteadores nocturnos, que como los bandidos aparecen de madrugada para tomar la Casa de Gobierno…




Años después, el coronel Luis C. Perlinger envió al doctor Illia la siguiente nota:

"A principios de 1966 siendo usted Presidente de la Nación, tuve algunas reuniones en Mar del Plata y en Buenos Aires con generales que ocupaban altos cargos en el EMGE, a los cuales traté de convencer de no romper el orden institucional. Ante la inutilidad de mi prédica y guiado por el desconcepto de que la unidad de la fuerza amenazada por casos aislados de oposición era más importante que el respeto a la Constitución, me plegué al movimiento que estalló el 28 de junio.

Circunstancias que no se buscan, pero que se dan con frecuencia en los hombres de acción me asignaron un rol imporlante en su destitución.

En una presentación fechada en julio de 1976, que repartí profusamente y de la cual me ocupé de enviarle un ejemplar escribía: "Hace 10 años el Ejército me ordenó que procediera a desalojar el despacho presidencial.

Entonces el doctor Illia serenamente avanzó hacia mí y me repitió varias veces: Sus hijos se lo van a reprochar.

¡Tenía tanta razón! Hace tiempo que yo me lo reprocho porque entonces caí ingenuamente en la trampa de contribuir a desalojar a un movimiento auténticamente nacional.

Usted me dio esa madrugada una inolvidable lección de civismo. El público reconocimiento que en 1976 hice de mi error; si bien no pude reparar el daño causado, da a usted, uno de los grandes demócratas de nuestro país, la satisfacción de que su último acto de gobiemo fue transformar en auténtico demócrata a quien lo estaba expulsando por la fuerza de las armas de su cargo constitucional…"


Fuente.



Por último una nota relacionada con lo que le pasaría al General Alsogaray pocos años más tarde durante la otra dictadura. Cita: "La historia es bizarra, demostrativa de la catadura moral del genocida Antonio Domingo Bussi, y me la relató alguien que la sufrió en su propia sangre.

A fines de febrero de 1976, el general retirado Julio Alsogaray, ex comandante del Ejército durante la dictadura de Onganía y hermano de Álvaro Alsogaray, viajó a la ciudad de Tucumán acompañado por su esposa Zulema Legorburo. Marcharon como quien avanza hacia el patíbulo, tratando de negar lo que les esperaba: la certidumbre de que su hijo menor Juan Carlos había sido desaparecido y asesinado por los militares en el monte tucumano, en el marco de lo que llamaron el "Operativo Independencia".

Amaban a ese hijo de 29 años, a pesar de las diferencias abismales que los separaban de él: Juan Carlos, "el Hippie" Alsogaray, ex estudiante de sociología en el mayo francés, era un cuadro importante de la organización Montoneros." fin de la cita; que nos muestra otra historia más de esta tragedia argentina.




Aquí unos testimonios fílmicos sacados de Youtube.


link: http://www.youtube.com/watch?v=N8IOM7JII1E


link: http://www.youtube.com/watch?v=9V5D7XMHyNg


link: http://www.youtube.com/watch?v=UwN7ommEa70


link: http://www.youtube.com/watch?v=0cRH6P5abek

Hice este post porque estoy en contra de todo tipo de golpismo;
venga de donde venga, y disfrazado de lo que sea.

Nada ni nadie puede reemplazar la voluntad del pueblo
expresada libremente en elecciones.







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