Jesús dijo a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador.
El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía.
Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié.
Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer.
Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde.
Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.
La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.»
Nó,
Permanecer y transcurrir
no es perdurar, no es existir,
ni honrar la vida!
Hay tantas maneras de no ser
tanta conciencia sin saber,
adormecida...
Merecer la vida, no es callar y consentir
tantas injusticias repetidas...
Es una virtud, es dignidad
y es la actitud de identidad
más definida!
Eso de durar y transcurrir
no nos da derecho a presumir,
porque no es lo mismo que vivir
honrar la vida! (Eladia Blázquez Marilina Ross)
Es que “permanecen”, los bancos de la facultad pero ninguno dará frutos como profesional algún día. Es que “permanece” un farol en una plaza pero nunca alumbrará si no corre por él la corriente eléctrica, vital para que pueda alumbrar. Tantos y tantos que “permanecen” como un banco de escuela, que van, que entran , que dicen escuchar, que salen pero que por ellos no corre ninguna savia, ningún hilo conductor, ningún espíritu común con aquello en lo que dicen “permanecer”.
La viña era la figura del pueblo de Israel en el Antiguo testamento. Jesús no dice ahora, que el nuevo pueblo será la vid y cada uno los sarmientos. Dice : yo soy la vid, y un sarmiento, una rama, desunida a la vid, ¿para qué sirve?. Se seca, muere, y por supuesto, no da frutos.
Permanecer en Cristo, es tener una vida de intimidad con Él. Es darnos cuenta, es tener conciencia que Él vive en nosotros y nosotros en Él. Es permitir que su vida pase por la nuestra que atraviese cada decisión, cada proyecto, cada ideal, cada sueño. Es Saber que me habla a través de su Palabra, que lo veo en cada hermano, que sale a trabajar conmigo cada mañana, que fortalece mi voluntad cuando ésta afloja ante los estudios, exámenes, trabajo, o cuando los problemas minan mis ganas de ser feliz. Permanecer en Cristo es parecernos más a Él, es tratar de imitarle, es ser otro Cristo en medio de los que me rodean.
Entonces sí, habrá frutos, entonces seremos bondadosos , compasivos, entonces honraremos la vida y seremos útiles para los demás, entonces iremos quitando aquello que entorpece nuestra relación con Él, haremos la poda para dar mejores frutos, entonces sacaremos vicios, dejaremos la droga o el alcohol, seremos menos “viscerales” para responder, no daremos portazos, ni insultaremos, entonces desterraremos de nuestro vocabulario muchas palabras que no son precisamente constructivas, entonces dejaremos aquello que nos ata al pecado o al NO amor.
Seamos buenos sarmientos, nuestros hermanos nos necesitan, y la vida necesita que la honremos.
«Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador.
El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía.
Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié.
Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer.
Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde.
Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.
La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.»
Nó,
Permanecer y transcurrir
no es perdurar, no es existir,
ni honrar la vida!
Hay tantas maneras de no ser
tanta conciencia sin saber,
adormecida...
Merecer la vida, no es callar y consentir
tantas injusticias repetidas...
Es una virtud, es dignidad
y es la actitud de identidad
más definida!
Eso de durar y transcurrir
no nos da derecho a presumir,
porque no es lo mismo que vivir
honrar la vida! (Eladia Blázquez Marilina Ross)

Es que “permanecen”, los bancos de la facultad pero ninguno dará frutos como profesional algún día. Es que “permanece” un farol en una plaza pero nunca alumbrará si no corre por él la corriente eléctrica, vital para que pueda alumbrar. Tantos y tantos que “permanecen” como un banco de escuela, que van, que entran , que dicen escuchar, que salen pero que por ellos no corre ninguna savia, ningún hilo conductor, ningún espíritu común con aquello en lo que dicen “permanecer”.
La viña era la figura del pueblo de Israel en el Antiguo testamento. Jesús no dice ahora, que el nuevo pueblo será la vid y cada uno los sarmientos. Dice : yo soy la vid, y un sarmiento, una rama, desunida a la vid, ¿para qué sirve?. Se seca, muere, y por supuesto, no da frutos.
Permanecer en Cristo, es tener una vida de intimidad con Él. Es darnos cuenta, es tener conciencia que Él vive en nosotros y nosotros en Él. Es permitir que su vida pase por la nuestra que atraviese cada decisión, cada proyecto, cada ideal, cada sueño. Es Saber que me habla a través de su Palabra, que lo veo en cada hermano, que sale a trabajar conmigo cada mañana, que fortalece mi voluntad cuando ésta afloja ante los estudios, exámenes, trabajo, o cuando los problemas minan mis ganas de ser feliz. Permanecer en Cristo es parecernos más a Él, es tratar de imitarle, es ser otro Cristo en medio de los que me rodean.
Entonces sí, habrá frutos, entonces seremos bondadosos , compasivos, entonces honraremos la vida y seremos útiles para los demás, entonces iremos quitando aquello que entorpece nuestra relación con Él, haremos la poda para dar mejores frutos, entonces sacaremos vicios, dejaremos la droga o el alcohol, seremos menos “viscerales” para responder, no daremos portazos, ni insultaremos, entonces desterraremos de nuestro vocabulario muchas palabras que no son precisamente constructivas, entonces dejaremos aquello que nos ata al pecado o al NO amor.
Seamos buenos sarmientos, nuestros hermanos nos necesitan, y la vida necesita que la honremos.