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Hace ya unas semanas que no le doy palos a la secta católica. Y es que no lo necesito porque ya se los da ella a sí misma. Lástima que sus fieles sigan ciegos. Veamos esta noticia y sus enlaces:
Los Legionarios de Cristo no aguantan la luz de los focos. Durante décadas, el fundador de una de las más conservadoras y poderosas congregaciones de la Iglesia católica, el mexicano Marcial Maciel (1920-2008), logró llevar una vida pública ejemplar mientras en la oscuridad robaba, se drogaba con morfina y abusaba de menores, incluidos algunos de los hijos que tuvo con dos mujeres.
Ensalzado en vida por Juan Pablo II, el papa Benedicto XVI ordenó dos años después de su muerte intervenir la organización y someterla a vigilancia. No lo ha soportado. El Vaticano está investigando a siete sacerdotes de los Legionarios de Cristo por supuestos abusos sexuales a menores de edad y a otros dos más por utilizar su misión espiritual para mantener relaciones sexuales con mujeres. (Ampliar AQUÍ).
“”Los cristianos creen a pesar de Hitler, la hambruna y la pérdida del cabello, en la omnipresencia de un dios todopoderoso y benévolo. Este dios padece además un extraño trastorno esquizoide de personalidad (trinidad) lo que se manifiesta entre otras cosas, en que tras una pelea con su creación (pecado original) primero destruye el 99,99% de toda vida existente (Diluvio Universal), después deja que un imperio colonial antiguo (los romanos) ejecute una parte de sí mismo (Jesucristo) para reconciliarse consigo mismo y con su creación. En recuerdo a ese absurdo acto psicopatológico de salvación, los cristianos celebran semana tras semana un extraño ritual en el que maestros de ceremonias instruidos al respecto pronuncian misteriosas palabras mágicas. A través de estas palabras, millones de profanas obleas se convierten aparentemente en el cuerpo del salvador ejecutado y son a continuación engullidas por los creyentes. La finalidad de este acto ritual-caníbal es a su vez tan oscuro como el acto mismo: parece ser que a estos comedores del cuerpo de Cristo se les previene con ello de la influencia de Lucifer y de cometer pecados capitales y se les salva a su vez de que tras su muerte terminen miserablemente en un mar de fuego eterno en un infierno imaginario… personalmente opino que el intelecto amenazado de la especie Homo Sapiens ha fabricado toda serie de disparates pero la saga salvadora del cristianismo pone sin duda alguna la guinda al pastel del arsenal casi inagotable de estupideces homínidas.””