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Julio César Grassi.

Sacerdote.

Preso.

Creo que todos conocemos el florecimiento, madurez y olvido en el que ha caído este siniestro personaje mediático, quien ya, hasta el hartazgo, recorría canales y radios para recaudar (desde dinero hasta insumos) con el noble objetivo de proteger a chicos descastados y abandonados por la Justicia Nacional abandonados en fundaciones como la que él administraba.

¿O sigue administrando tras las rejas?

Abuso y violación de menores. Ése es el delito que se le imputa desde hace 22 años. Y el Obispado aún no le realizó el Juicio Canónico correspondiente. ¿Raro, verdad? Porque el (ahora) Papa Francisco I, todavía no dijo ni mu al respecto. Y espero que en algún momento de su cargadísima agenda diaria, lo haga.

Ojo. No le estoy endilgando la responsabilidad canónica a Pancho Bergoglio. Nada que ver. Pero… ¿no suena raro que la Iglesia nacional todavía no haya fallado en el caso Grassi? Por lo menos, a mí me suena raro porque El Papa ha tenido duros términos para con los abusadores dentro de la Iglesia. Y lo ha hecho públicamente.

Pero la cosa, ahora, no pasa por la condena a Grassi por los delitos cometidos. Eso es tema de la Justicia. El tema pasa por la clásica ineficiencia, ineficacia e inutilidad que representa al Estado per se demostrada en el último informe de Lanata (que miente) emitido por la Corpo mediática destituyente.

Repasemos un poco para entender este último párrafo.

¿Por qué afirmo que el Estado es ineficiente, ineficaz e inútil?

Simplemente basta con hacer una breve recorrida por los colegios, hospitales, comisarías y demás dependencias del país para darse cuenta de esto en carne propia.

Va de nuevo. Para que lo entiendan.

El Estado (en Argentina y en muchísimos países del mundo) es eso: ineficaz, ineficiente e inútil. Ejemplos: si al Hospital de Clínicas no le funcionan los ascensores y el sótano está inundado, el Estado es ineficiente. Si el colegio al que van tus hijos (del Estado) no tiene calefacción en invierno y carece de ventiladores en verano, el Estado es ineficaz. Si las comisarías tienen los patrulleros sin ruedas de auxilio o no tienen combustible, el Estado es inútil.

Y el estado, es todo eso y más cuando uno se entera de estas `cualidades`.

Porque se entera gracias al periodismo independiente. El otro periodismo, el ´militante´ o el ´oficialista´, jamás dirá algo al respecto. A lo sumo, tratará de desmentir o de ensuciar al emisor de la noticia.

Como lo sabe hacer, desde su óptica chupamedias.

Grassi, sacerdote y preso, se afanaba la comida para los pibes de la misma Fundación que él había creado.



Despuès de esto… ¿Seguimos protegiendo a Grassi, Raùl Portal?



Otro claro ejemplo de lo hasta aquí pretendido demostrar es el caso del Fiscal Campagnoli, en el que, pese a todas las presiones impuestas por la compañera Gils Carbò, terminó en la nada. Y lo peor el caso es que lo quieren volver juzgar, cosa que impiden tanto la Constitución Nacional como los Códigos Civil y Penal vigentes, lo que permitiría agregar otra categoría más a las ya descriptas: el Estado (éste Estado, por lo menos), pretende hacer lo que quiere, de acuerdo al capricho de sus personeros, a costa de la Justicia.

Pero volviendo al caso Grassi, y a costa de la Justicia, ésta misma Justicia que le pone palos en la rueda a los pretendientes a adoptar un hijo, hace como perro que volteó la olla porque permite que tipos como Grassi (u otros), sean amos, señores y dueños de los menores por los que el Estado debería velar y controlar. Cualquiera de nosotros conoce a parejas, matrimonios o simples entes que desean adoptar a un menor. Cualquiera de nosotros sabe por toda la maraña burrocràtica que deben pasar estas personas para llegar a adoptar un hijo. Pericias psicológicas y psiquiátricas. Pericias ambientales. Pericias laborales. Toda esa parafernalia (a la que no me opongo) para tratar de brindarle un futuro mejor.

Toda esa parafernalia que el Estado ineficiente, ineficaz e inútil no realiza en los hogares de menores.

La pregunta de rigor (que cae de madura) es ¿dónde estaba el Poder Judicial a cargo de los menores en tránsito de la Fundación Felices los Niños hasta la denuncia de Lanata?

¿Dónde estaba la Justicia que permitió que Grassi tuviera los privilegios que tiene estando preso?

¿Dónde estaba la Justicia que jamás inspeccionó la calidad de vida de los pibes?

Estos interrogantes, simples, sencillos y hasta tontos que hasta ahora no tienen respuesta (por más que el Gob. Scioli haya tomado la decisión de intervenir el hogar en tránsito), lamentablemente van a durar lo mismo que arena entre las manos. Por más que el director de la cárcel de Campana haya sido removido de su cargo. Por más que Grassi dejase de recibir los beneficios y prebendas que como preso no debería tener y fuera a una celda común.

Porque el Estado siempre sale en ayuda del que necesita cuando se ventila el caso en los medios. Cuando la cosa se hace pública porque los involucrados no tienen ni voz ni voto hasta que interviene la prensa. Y eso dura menos que la nada misma.

O cuando hay votos de por medio.

O hasta que un tal Casolatti, funcionario del Poder Judicial, hace por voluntad propia lo que sus congéneres deberían haber hecho hace tiempo. O sea: su trabajo.



Casolatti (haciendo la denuncia correspondiente), demostraría que no todo está perdido en cuanto a los conceptos vertidos sobre el Estado.

Bueno sería que los demás responsables del Poder Judicial cumplieran e hicieran cumplir como Casolatti la Ley y sus estamentos.

Bueno sería que los demás responsables de cualquier dependencia del Estado (mantenido con nuestros impuestos) hicieran lo mismo que Casolatti.

La otra pregunta sería: ¿cuántos Casolatti hacen falta para terminar con la ineficacia, ineficiencia e inutilidad del Estado?

Como están las cosas… y visto y considerando que hasta que la cosa se hace pública todos los involucrados se hacen los boludos… faltan demasiados Casolattis.