La altura del Utopismo
La altura del Utopismo.
14 de Mayo del 2014, por Thomas Sowell.
Un batalla política que está dándo forma a San Francisco tiene
implicaciones para otras comunidades en el resto del país.
El asunto es que habrá una votación en Junio para ver si es necesario o
no el consentimiento de los votantes para cambiar las restricciones de
altura de los edificios a lo largo de la línea costera de San Francisco.
Como en tantos otros asuntos político, este está siendo debatido con una
retórica descarrilada que no guarda relación alguna con la realidad.
La anterior fiscal general de la ciudad de San Francisco, Louise Renne,
por ejemplo, dice que "la gente" es la dueña de la línea costera y por
consiguiente debería ser "consultada". En serio?. Puede alguna de esa
"gente", quien supuestamente es propietaria de la líena costera, decidir
si quieren vender su cuota parte y echarse al bolsillo el dinero?.
Con respecto a ser "consultado", cuanta de esa "gente", que tiene vidas
que llevar, carreras que seguir y familias que cuidar, va a llevar a cabo
el estudio económico y de otras complejidades creadas por las
restricciones en la altura?.
De lo que realmente estamos hablando es de cenáculos de santurrones
entrometidos, que no han sido elegidos por nadie, envolviéndose en el
manto de "la gente", con el fin de oponerse a oficiales electos,
funcionarios, que han sido elegidos precisamente para dar a tales asuntos
la atenció profesional que precisan, en un sistema de gobierno
representativo.
La restricción en la altura tiene serias implicancias económicas que no
son inmediatamente obvias para aquellos que no ven más allá de la
retórica de "salvar" esto o "preservar" aquello.
En un lugar con altos precios inmobiliarios, como en San Francisco, la
diferencia entre un edificio de departamentos de diez pisos y ser
restringido a un edificio de cinco pisos puede hacer una diferencia en el
costo del alquiler que deberá cobrarse, cuando hay solamente la mitad de
inquilinos para cubrir los costos de la tierra.
Cuando una ciudad no puede expandirse para arriba, su población en
crecimiento se expande hacia afuera. Eso significa más tráfico a horas
pico, desde distancias más grandes, para llegar al trabajo en la ciudad.
Cualquiera que haya visto la enorme cantidad de trafico atorando los
puentes de ingreso a San Francisco, tan temprano como a las 6 en punto de
la mañana, entenderá que tales repercusiones que tienen un precio que va
más allá del tiempo perdido en el trafico y las vidas perdidas en
accidentes.
Ninguno de estos costos ocultos de las restricciones de altura son
evidentes, mucho menos sopesados, por aquellos que hablan o escuchan
retórica auto indulgente sobre cómo la línea costera es un "tesoro" que
necesita "atenta y cuidadosa atención" por los votantes, como el San
Francisco Examiner ponía en una editorial.
Y cuántos de esos votantes, "la gente" con trabajos, hogares y familias
que cuidar, va a tener tiempo para llevar a cabo esta "atenta y cuidadosa
antención"? Alguien seriamente cree que la mayoría de la gente tiene el
tiempo para estar viendo mapas, reportes y estadísticas sobre la línea
costera?.
No es todo el punto de un gobierno representativo que uno no puede
manejar una ciudad, mucho menos una nación, como si se tratara de "una
reunión de consorcio" en dónde todos saben que es lo importante para su
edificio?.
Nada es más fácil que extasiarse sobre la línea de la costa
considerándolo "un recurso público sin comparación". Pero, por
impresionante que pueda ser la costa, ningún recurso está más allá de
"toda comparación".
Comparar, sopesar el peso de una cosa con respecto a otra, es de lo que
se trata tomar decisiones racionales. Exeptuando lo que algún segmento de
la población quiere del proceso de medición y de considerar alternativas
es de lo que las estampidas políticas conducidas por la retórica se
tratan.
La afirmación de la señora Renne de que aquellos que poseen la línea
costera con lo que deben tomar la decisión es un argumento por una
política opuesta a lo que establece.
Los derechos a la propiedad protejidos constitucionalmente, los que han
sido seriamente erosionados por la "interpretación" judicial, se suponían
que mantuviesen muchas decisiones fuera de la arena política.
No se trata de que los propietarios individuales de la costa se junten a
tomar tal decisión. En su lugar, los procesos del mercado pueden hacer a
los dueños de tales propiedades "una propuesta que no puedan rechazar",
basados en cuanta otra gente quiere sus propiedades, con el fin de
construir lo que sea que cumpla con la demanda real. Y nos ahorraríamos
las florituras retóricas.
Gracias por comentar
14 de Mayo del 2014, por Thomas Sowell.

Un batalla política que está dándo forma a San Francisco tiene
implicaciones para otras comunidades en el resto del país.
El asunto es que habrá una votación en Junio para ver si es necesario o
no el consentimiento de los votantes para cambiar las restricciones de
altura de los edificios a lo largo de la línea costera de San Francisco.
Como en tantos otros asuntos político, este está siendo debatido con una
retórica descarrilada que no guarda relación alguna con la realidad.
La anterior fiscal general de la ciudad de San Francisco, Louise Renne,
por ejemplo, dice que "la gente" es la dueña de la línea costera y por
consiguiente debería ser "consultada". En serio?. Puede alguna de esa
"gente", quien supuestamente es propietaria de la líena costera, decidir
si quieren vender su cuota parte y echarse al bolsillo el dinero?.
Con respecto a ser "consultado", cuanta de esa "gente", que tiene vidas
que llevar, carreras que seguir y familias que cuidar, va a llevar a cabo
el estudio económico y de otras complejidades creadas por las
restricciones en la altura?.
De lo que realmente estamos hablando es de cenáculos de santurrones
entrometidos, que no han sido elegidos por nadie, envolviéndose en el
manto de "la gente", con el fin de oponerse a oficiales electos,
funcionarios, que han sido elegidos precisamente para dar a tales asuntos
la atenció profesional que precisan, en un sistema de gobierno
representativo.
La restricción en la altura tiene serias implicancias económicas que no
son inmediatamente obvias para aquellos que no ven más allá de la
retórica de "salvar" esto o "preservar" aquello.
En un lugar con altos precios inmobiliarios, como en San Francisco, la
diferencia entre un edificio de departamentos de diez pisos y ser
restringido a un edificio de cinco pisos puede hacer una diferencia en el
costo del alquiler que deberá cobrarse, cuando hay solamente la mitad de
inquilinos para cubrir los costos de la tierra.
Cuando una ciudad no puede expandirse para arriba, su población en
crecimiento se expande hacia afuera. Eso significa más tráfico a horas
pico, desde distancias más grandes, para llegar al trabajo en la ciudad.
Cualquiera que haya visto la enorme cantidad de trafico atorando los
puentes de ingreso a San Francisco, tan temprano como a las 6 en punto de
la mañana, entenderá que tales repercusiones que tienen un precio que va
más allá del tiempo perdido en el trafico y las vidas perdidas en
accidentes.
Ninguno de estos costos ocultos de las restricciones de altura son
evidentes, mucho menos sopesados, por aquellos que hablan o escuchan
retórica auto indulgente sobre cómo la línea costera es un "tesoro" que
necesita "atenta y cuidadosa atención" por los votantes, como el San
Francisco Examiner ponía en una editorial.
Y cuántos de esos votantes, "la gente" con trabajos, hogares y familias
que cuidar, va a tener tiempo para llevar a cabo esta "atenta y cuidadosa
antención"? Alguien seriamente cree que la mayoría de la gente tiene el
tiempo para estar viendo mapas, reportes y estadísticas sobre la línea
costera?.
No es todo el punto de un gobierno representativo que uno no puede
manejar una ciudad, mucho menos una nación, como si se tratara de "una
reunión de consorcio" en dónde todos saben que es lo importante para su
edificio?.
Nada es más fácil que extasiarse sobre la línea de la costa
considerándolo "un recurso público sin comparación". Pero, por
impresionante que pueda ser la costa, ningún recurso está más allá de
"toda comparación".
Comparar, sopesar el peso de una cosa con respecto a otra, es de lo que
se trata tomar decisiones racionales. Exeptuando lo que algún segmento de
la población quiere del proceso de medición y de considerar alternativas
es de lo que las estampidas políticas conducidas por la retórica se
tratan.
La afirmación de la señora Renne de que aquellos que poseen la línea
costera con lo que deben tomar la decisión es un argumento por una
política opuesta a lo que establece.
Los derechos a la propiedad protejidos constitucionalmente, los que han
sido seriamente erosionados por la "interpretación" judicial, se suponían
que mantuviesen muchas decisiones fuera de la arena política.
No se trata de que los propietarios individuales de la costa se junten a
tomar tal decisión. En su lugar, los procesos del mercado pueden hacer a
los dueños de tales propiedades "una propuesta que no puedan rechazar",
basados en cuanta otra gente quiere sus propiedades, con el fin de
construir lo que sea que cumpla con la demanda real. Y nos ahorraríamos
las florituras retóricas.
Gracias por comentar