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Esta es una historia sobre los negros o afrodescendientes que viven en nuestro país. Es muy interesante, y cuenta en carne propia lo que es ser un “negro” en la Argentina.
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La Argentina negra
En el país no hay negros, ¿o sí? Presentes desde los tiempos de la colonia, hoy son visibles en los rostros de los inmigrantes. La muerte de Mandela y cómo lidiar con el racismo
Aunque no los veamos, ellos están. Están en San Telmo y en la zona Sur, están en Once, vendiendo mercadería barata en la vereda, en Constitución, vendiendo sexo por hora, y en las provincias, en todos lados, camuflados, invisibilizados, como panteras negras en una noche oscura. En los barrios finos o cerrados; en puestos altos de trabajo, menos, casi nada. Los afrodescendientes están en territorio argentino incluso desde la época del Virreinato, pero la idea de un país blanco persiste en el imaginario. Se cree que los negros están en Brasil, a lo sumo en Uruguay, se dice. Y cuando se ve a un negro, se lo identifica inmediatamente con alguien extranjero. Los argentinos -todavía- nos creemos europeos.
Hace unos meses, la muerte de Nelson Mandela despertó una ola de reflexiones sobre el lugar de los negros en el mundo. En sus comienzos, él fue un luchador, tomó las armas, y después de ir preso y cumplir su condena, pensó en una nueva estrategia pacífica, conciliatoria, para lograr que se retirara el apartheid. Desde entonces, se construyó como figura emblemática de la lucha contra el racismo, siendo Premio Nobel de la Paz.
Pero el color de la piel no es signo de nada. Del otro lado de la línea que divide el mundo en dos está Obama, otro afrodescendiente de peso, también Premio Nobel de la Paz, que generó expectativas dentro de la comunidad. Pero si Mandela se había ganado el Nobel tras años de lucha pacífica, Obama venía a llevárselo como promesa incumplida. "El hecho de ser negro no significa que haya necesariamente un compromiso social o político o una ideología progresista", dice Carlos Álvarez Nazareno, líder de la agrupación afroargentina Xangô. Tiene la piel color café, una cabellera larga en rastas y una larga trayectoria en la militancia por los derechos de la comunidad, lucha que se hace transversal con la de otras minorías. "Ser afrodescendiente no te pone en el campo de lo inmune. Pero ya el hecho de serlo genera algunas tensiones".
En la Argentina, se instaló la idea de que si no había una segregación espacial determinada, con lugares para negros y lugares para blancos, como pasaba en Sudáfrica, o no había violencia racial, como pasaba en Estados Unidos, no existía el racismo. Pero si se mira con ojos atentos, se descubre a todas luces que no es así. Deshacer la idea de que en la Argentina no hay racismo es una tarea ardua. En la Argentina también hubo racismo, pero con otros modos de representación. Carlos explica: "La antropóloga Rita Segato habla de los distintos modos de racismo: el racismo automático, el racismo psicológico y el racismo que me pasa muchísimo en la calle hoy: las mujeres me ven y se agarran la cartera. Es muy pesado. Después está todo el exotismo, cuando les gusto, porque me ven como un bicho raro, como un objeto de deseo distinto. Es la otra cara".
En los actos escolares del 25 de Mayo, las nenas afro solo pueden aspirar al papel de la vendedora de mazamorra y los varones al de vendedor de velas. Nunca una dama antigua o un caballero. En los recreos, cuentan, los llaman "chupetín de brea". Algunos, dicen, no sabían que eran negros porque en su casa resultaba tabú hablar del tema. Padres y abuelos habían pasado por tanto sufrimiento que esperaban que sus hijos se mezclaran lo máximo posible. El color de la piel se fue lavando con los cruces y las generaciones. Por la calle, Carlos señala un pelo mota, una piel morena, una boca carnosa, y dice: "Ahí hay ascendencia negra". Hay una lectura genética. En África, una piel blanca no sobreviviría al calor del sol. El aumento de pigmentación se corresponde con la naturaleza y las leyes de adaptación al medioambiente. Las narices chatas de narinas anchas son para permitir el mayor ingreso posible de aire y el pelo crespo libera el calor. Pero la racial es una línea riesgosa. Ser negro también puede ser una cuestión cultural.
De hecho, en la Argentina, cuando se dice "negro" no se apela al afro, sino al cabecita negra, al pobre, al "grasita". Pero pobreza y afrodescendencia se combinan. Según las Naciones Unidas, hay más de 180 millones de negros en América y el 90% está por debajo de la línea de pobreza. Hay una estructura económica y política que da cuenta de eso, y los estados todavía tienen sus reparos. En Brasil, hubo un debate furioso por las cuotas para promover la integración de estudiantes afrodescendientes en las universidades y, por la oposición que se presentó, tuvieron que llegar a la Justicia. En Uruguay, según el INEC, el 10% de la población es afrodescendiente. Eso le dio otra visibilidad, pero igual, el año pasado, hubo un hecho de violencia en la puerta de un boliche que puso a la luz el racismo que existe y que llevó a que se hiciera la primera "Marcha de las motas".
El racismo estructural es el más difícil de combatir. La comunidad negra es subalterna en casi toda Latinoamérica. "Nosotros llegamos acá para ser esclavizados, después para ser servidumbre, para formar parte del proceso de la colonia, y nunca hubo mecanismos de inclusión real. Somos pobres por ser negros", dice Carlos. En la Argentina se instaló un racismo sutil que también llevó a que hubiera un proceso de blanqueamiento de la propia comunidad. Históricamente, se constituyó una idea de que esa baja densidad poblacional, que es real, era producto de la fiebre amarilla y de las bajas en las guerras independentistas. Pero la comunidad negra no desapareció en su totalidad.
Muchos de los descendientes de quienes llegaron en los barcos esclavistas no conocen su origen exacto en el continente africano. A los esclavos se los llamaba, en un principio, mulatos, negros, pardos, zambos. Los patrones les ponían sus propios apellidos, para demostrar propiedad, pero con algún cambio, para que no pudieran reclamar herencia. El mal siempre fueron los otros: los negros. En el 1800 los negros no podían entrar en la iglesia, porque decían que no tenían alma.
Desde el año pasado se instituyó el 8 de noviembre "Día nacional de los afroargentinos y de la cultura afro", en honor a María Remedios del Valle, luchadora afrodescendiente en los enfrentamientos independentistas. Sé que dice que fue el criado negro de Prilidiano Pueyrredón quien le enseñó la Pintura. La cultura estaba ya instalada, por ejemplo en la comida: la mazamorra, las empanadas, el guiso de mondongo, que era lo que comían los esclavos, y hasta el dulce de leche, emblema argentino. Cuenta la leyenda que una negra estaba hirviendo la leche, se le pasó un poquito y siguió revolviendo, y con el azúcar quedó esa delicia. Del color de una mezcla.




Muchas gracias por pasar, y si llegaste hasta esta línea, me imagino que leíste todo 



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