Kynes solía decir que "es raro que suceda lo inevitable; lo más probable es que ocurra lo inesperado". La Presidenta está aprendiendo esa lección con su proyecto de telecomunicaciones. La característica principal de esa reforma, que afecta a un negocio estratégico, es la improvisación.
La característica principal de esa reforma, que afecta a un negocio estratégico, es la improvisación. A medida que se profundiza el análisis del texto que envió al Congreso aparecen consecuencias no pensadas ni queridas por los redactores.
Para empezar, la nueva reglamentación no será la flecha que ella estaba buscando para lastimar a Clarín, que es su máximo objetivo. Pero ya se pueden prever los daños que provocará en otros grupos económicos aliados.
Estas derivaciones económicas no son inmediatas. Dependen de la evolución de los mercados. En cambio, hay otro campo en el cual la señora de Kirchner ya desató un conflicto con su iniciativa. Ese campo es la política. Nadie en el Gobierno había calculado que este segundo intento de cambiar las reglas del negocio audiovisual encontraría la resistencia del oficialismo.
Sin embargo, los funcionarios que visitaron el Senado para defender la futura ley chocaron con la disidencia del propio bloque. Para entender ese entredicho no alcanza con leer la normativa. Hay que observar los problemas que atraviesa la campaña electoral del kirchnerismo.
Jorge Capitanich , Julio De Vido , y el secretario de Comunicaciones, Norberto Berner, defendieron el martes pasado en la comisión senatorial de Medios de Comunicación la propuesta Argentina Digital. Una vez que interpretó su parte, el trío toleró, sin asombrarse, que el radical Gerardo Morales denunciara "un arreglo con las telefónicas". Lo que nadie había previsto era que Miguel Pichetto , el presidente de la bancada del Frente para la Victoria, se saldría de libreto para repetir, con mayor agresividad, los reproches de Morales. Pichetto dijo que la nueva ley fue pensada a favor de Telefónica, a la que acusó, con las demás compañías españolas, de expresar un "capitalismo colonial" que "no puso un mango" en el país. Después lamentó que la ley descuidara a las pequeñas y medianas difusoras de TV por cable, sin tener en cuenta que son argentinas y se extienden por todo el territorio nacional.
Pichetto es un talibán imperfecto.De tanto en tanto deja escapar disconformidades contenidas. Sin embargo, el martes aclaró que sus quejas eran el resultado de una deliberación del bloque que lidera. El malestar de los senadores no se debe a que, sin aviso, los obligan a traicionar las consignas de la sacrosanta ley de medios. Al peronismo le gusta desdecirse. La arbitrariedad y la incoherencia son rostros formidables del poder.
La rebelión de Pichetto y sus colegas obedece a otro motivo: con el nuevo régimen de telecomunicaciones quedan expuestos a perder votantes. Sencillo: Cristina Kirchner los obliga, en plena campaña, a enfrentarse a los medios de comunicación de sus provincias. Esos vulnerables licenciatarios de TV por cable, por cuya supervivencia Pichetto está dispuesto a desafiar a sus superiores, suelen ser los dueños de periódicos y radios que inciden en el rumbo electoral de cada pueblo. En muchos casos se trata, además, de socios, aliados o testaferros de los gobernadores de provincia o de los senadores a quienes la Presidenta pide el voto.
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La característica principal de esa reforma, que afecta a un negocio estratégico, es la improvisación. A medida que se profundiza el análisis del texto que envió al Congreso aparecen consecuencias no pensadas ni queridas por los redactores.

Para empezar, la nueva reglamentación no será la flecha que ella estaba buscando para lastimar a Clarín, que es su máximo objetivo. Pero ya se pueden prever los daños que provocará en otros grupos económicos aliados.

Estas derivaciones económicas no son inmediatas. Dependen de la evolución de los mercados. En cambio, hay otro campo en el cual la señora de Kirchner ya desató un conflicto con su iniciativa. Ese campo es la política. Nadie en el Gobierno había calculado que este segundo intento de cambiar las reglas del negocio audiovisual encontraría la resistencia del oficialismo.
Sin embargo, los funcionarios que visitaron el Senado para defender la futura ley chocaron con la disidencia del propio bloque. Para entender ese entredicho no alcanza con leer la normativa. Hay que observar los problemas que atraviesa la campaña electoral del kirchnerismo.
Jorge Capitanich , Julio De Vido , y el secretario de Comunicaciones, Norberto Berner, defendieron el martes pasado en la comisión senatorial de Medios de Comunicación la propuesta Argentina Digital. Una vez que interpretó su parte, el trío toleró, sin asombrarse, que el radical Gerardo Morales denunciara "un arreglo con las telefónicas". Lo que nadie había previsto era que Miguel Pichetto , el presidente de la bancada del Frente para la Victoria, se saldría de libreto para repetir, con mayor agresividad, los reproches de Morales. Pichetto dijo que la nueva ley fue pensada a favor de Telefónica, a la que acusó, con las demás compañías españolas, de expresar un "capitalismo colonial" que "no puso un mango" en el país. Después lamentó que la ley descuidara a las pequeñas y medianas difusoras de TV por cable, sin tener en cuenta que son argentinas y se extienden por todo el territorio nacional.
Pichetto es un talibán imperfecto.De tanto en tanto deja escapar disconformidades contenidas. Sin embargo, el martes aclaró que sus quejas eran el resultado de una deliberación del bloque que lidera. El malestar de los senadores no se debe a que, sin aviso, los obligan a traicionar las consignas de la sacrosanta ley de medios. Al peronismo le gusta desdecirse. La arbitrariedad y la incoherencia son rostros formidables del poder.
La rebelión de Pichetto y sus colegas obedece a otro motivo: con el nuevo régimen de telecomunicaciones quedan expuestos a perder votantes. Sencillo: Cristina Kirchner los obliga, en plena campaña, a enfrentarse a los medios de comunicación de sus provincias. Esos vulnerables licenciatarios de TV por cable, por cuya supervivencia Pichetto está dispuesto a desafiar a sus superiores, suelen ser los dueños de periódicos y radios que inciden en el rumbo electoral de cada pueblo. En muchos casos se trata, además, de socios, aliados o testaferros de los gobernadores de provincia o de los senadores a quienes la Presidenta pide el voto.
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