En el siglo XVII, varios sultanes otomanos intentaron abolir también la institución del café en Constantinopla. En 1633, Murat IV culpó a esos establecimientos de fomentar el motín de los jenízaros (su guardia imperial) que condujo al asesinato de Osmán II, y los clausuró basándose en espurias razones de seguridad pública. Esta prohibición fue revocada a los diez años de su promulgación, pero fue reinstaurada en... 1656 por el gran visir Mehmet Köprülü, en representación del aún joven sultán Mehmet IV, el cual, habiendo recorrido las calles de Constantinopla bajo disfraz, vio confirmados sus temores al descubrir que los cafés estaban llenos de jenízaros descontentos por la actuación del Imperio en la guerra contra Venecia. A partir de entonces, todo aquel que acudiese a un café sería golpeado hasta quedar sin sentido, y, si reincidía, introducido en un saco y arrojado al mar. Como reconociendo que la cafeína tenía un potencial subversivo mayor que el alcohol, las tabernas (que también estaban prohibidas oficialmente en el Imperio Otomano) quedaron libres de censura. El gran visir descubrió que al parecer el alcohol lo único que hacía era que los clientes de las tabernas cantasen en voz alta y relatasen supuestas hazañas militares o eróticas. Sólo la cafeína los politizaba.
Libro:
Stuart Walton: Colocados. Una historia cultural de la intoxicación.
http://www.xente.mundo-r.com/diretes/2006/05/la-prohibicin-de-los-cafs.html
Libro:
Stuart Walton: Colocados. Una historia cultural de la intoxicación.
http://www.xente.mundo-r.com/diretes/2006/05/la-prohibicin-de-los-cafs.html