Diez años atrás mi vieja hizo la pregunta correcta: “¿De dónde venís, de la casa de un chico o de una chica?”. Ella estaba muy despierta y yo muy dormido, así que me hice el “dolobu” y me fui a dormir.
Julio era el responsable de mi llegada tarde, y lo volví a ver al día siguiente… y al siguiente también. Ya tenía su pasaje de vuelta a Berlín, por lo cual el tiempo que quedaba para compartir no era mucho, razón por la cual le recordé a Zulema -mi madre- la pregunta que me había hecho, y si realmente quería saber la respuesta. Dijo que sí.
Fui por un vaso de whisky. En realidad, fueron dos… La primera vez que tomaba whisky, y con mi vieja…
Le conté que había ido a la casa de un muchacho, que se llamaba Julio, que se volvía a Alemania pronto y que quería quedarme en su casa esa noche…
Mi vieja me dijo que me amaba, que yo era su hijo y me iba a querer siempre.
Por equis motivo, no dormí en casa de Julio esa noche, y me fui al trabajo feliz cantando I will survive.
A la noche siguiente sí fui a dormir con mi novio extranjero.
El rollo fue el miércoles, al volver a casa… Mi vieja lo único que me gritaba es “¡empecé terapia por tu culpa!”. Es tan humana mi mamá, tan versátil…
Recuerdo como hoy el día en el cual un amigo cordobés (sólo amigo y nada más que eso) se quedó a dormir en casa. Al momento del postre (un alfajor riocuartense que Damián trajo para conquistar a mi madre), Zulema muy livianamente dijo textual: “Cuando Francisco me contó que era gay, me cagó la vida”. Me costó un poco dar crédito a lo que oía, pero al reponerme, pude responder: “No mamá, vos te la cagaste sola cuando te casaste a los 17 años para irte de tu casa”. Pobre Damián…empezó a cortar el postre en mil pedazos… Si no, creo que enterraba su cabeza en la maceta del potus.
¡Como anfitriones somos geniales!

Julio era el responsable de mi llegada tarde, y lo volví a ver al día siguiente… y al siguiente también. Ya tenía su pasaje de vuelta a Berlín, por lo cual el tiempo que quedaba para compartir no era mucho, razón por la cual le recordé a Zulema -mi madre- la pregunta que me había hecho, y si realmente quería saber la respuesta. Dijo que sí.
Fui por un vaso de whisky. En realidad, fueron dos… La primera vez que tomaba whisky, y con mi vieja…
Le conté que había ido a la casa de un muchacho, que se llamaba Julio, que se volvía a Alemania pronto y que quería quedarme en su casa esa noche…
Mi vieja me dijo que me amaba, que yo era su hijo y me iba a querer siempre.
Por equis motivo, no dormí en casa de Julio esa noche, y me fui al trabajo feliz cantando I will survive.
A la noche siguiente sí fui a dormir con mi novio extranjero.
El rollo fue el miércoles, al volver a casa… Mi vieja lo único que me gritaba es “¡empecé terapia por tu culpa!”. Es tan humana mi mamá, tan versátil…
Recuerdo como hoy el día en el cual un amigo cordobés (sólo amigo y nada más que eso) se quedó a dormir en casa. Al momento del postre (un alfajor riocuartense que Damián trajo para conquistar a mi madre), Zulema muy livianamente dijo textual: “Cuando Francisco me contó que era gay, me cagó la vida”. Me costó un poco dar crédito a lo que oía, pero al reponerme, pude responder: “No mamá, vos te la cagaste sola cuando te casaste a los 17 años para irte de tu casa”. Pobre Damián…empezó a cortar el postre en mil pedazos… Si no, creo que enterraba su cabeza en la maceta del potus.
¡Como anfitriones somos geniales!
