
La historia de Lissete comenzó a escribirse en noviembre de 1998; o mejor dicho, hace nueve años su historia se detuvo. Ella tenia 17, su novio, 19.
Iban a una fiesta, pero un descuido al volante terminó con la diversión, y lo hizo para siempre.
El novio de Lissete resultó ileso, quiso ayudarla, pero al intentarlo por sus propios medios, le cambió por completo la vida a esta joven que hoy tiene 27 años.
A nueve años de distancia, la noche del accidente aún es un recuerdo fresco en la memoria de doña margarita, madre de Lissete. Una pesadilla que se convirtió en realidad.
Todo lo que vino después devastó no sólo a Lissete, sino también a su familia.
Han pasado casi diez años desde aquella noche, casi diez años en los que la única compañía de Lissete han sido médicos, enfermeras, pacientes, una ventana, una pared blanca, el televisor, y claro, su madre, una mujer que ha dejado todo con tal de inyectarle vida a la razón de su vida.
Vivir en el Hospital General de la zona número 98 del IMSS en la Ciudad de México, no ha sido fácil para nadie; para Lissete no existe el tiempo, sólo la tortura.
Para su madre, ha sido un enorme sacrificio que ha valido la pena.
Durante años el frío piso del hospital se convirtió en el colchón que guarda la esperanza de doña Magos.
Los puestos ambulantes de los alrededores son su cocina y su comedor; sus otros hijos son un recuerdo vivo.
Ya son casi diez años entrelazadas por el amor y por el dolor, han sido más de tres mil 600 noches de cuidados, tres mil 600 días de aprendizaje y de enseñanzas.
Para estas dos mujeres, cada nuevo día equivale a impartir una nueva lección de vida.
Publicado por Lissete Allende en lunes, agosto 27, 2007 39 comentarios
Conviviendo en el hospital
Durante los últimos 9 años no ha pasado un solo día sin que Lissete no haya soñado con salir de este hospital. Ese sueño está a punto de hacerse realidad este 2007.
Las autoridades del Instituto Mexicano del Seguro Social le darán un ventilador artificial que le permitirá regresar a casa.
La noticia no sólo le cambiara la vida a Lissete, también a toda su familia.
Una vez que el equipo llegue a su casa, ubicada en Coyotepec, Estado de México, quizá todos ellos logren recuperar algo de la tranquilidad que un accidente automovilístico les robó hace casi diez años.
Allí ya comenzaron los preparativos.
Gracias a familiares, vecinos y amigos, doña Magos pudo reunir poco más de 20 mil pesos con los que arregló la habitación de su hija.
Además el Municipio le ayudó a construir una rampa por donde subirán a la joven a su nueva recámara.
Pero mientras Lissete espera el gran día, en el hospital médicos y enfermeras que la han visto salir adelante ya comienzan a extrañarla.
Y es que es innegable que una situación como la de Lissete fomenta fuertes vínculos entre pacientes, doctores y enfermeras.
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