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El mundo y la sociedad se han convertido, tristemente, en algo totalmente diferente a lo que conocí. Las personas de hoy parecen tener una necesidad imperante por tener amigos desconocidos, recibir la aprobación de los demás a través de los “Me Gusta” y por tener “contacto” en todo momento con su círculo social.



Se acabaron aquellos viejos tiempos en los que una persona se iba de vacaciones y nadie sabía a donde se había ido, hasta que regresaba y tenía una historia para contar, para contar con palabras al delicioso sabor de una carne asada y unas cervezas en un fin de semana al lado de los amigos. Ya no existe más eso, ahora la “inmediatez” es omnipotente, las personas comunican al instante incluso cuando están en la fila de un banco, cuando llegan a verse en persona ya no hay nada para contar, todo se sabe, las pláticas en secreto se han sustituido por los “inbox” y las quedadas por los grupos de Whatsaap.


“Look Up” es un video emocionante de inicio a fin, es una producción del escritor británico Gary Turk y a un mes de haber sido subido ya supera los 27 millones de visitas y ha sido traducido a varios idiomas. ¿Cuál es la razón de tanto éxito?, lo mejor será que des un vistazo.


link: https://www.youtube.com/watch?v=9VBokK9THt8


link: https://www.youtube.com/watch?v=Z7dLU6fk9QY

Texto del video:

Tengo 422 amigos. Peso a esto, estoy solo. Hablo con ellos todos los días, sin embargo, ninguno me conoce en realidad.



El problema reside entre mirar a los ojos de una persona o ver un nombre en un monitor. Porque cuando vi a mi alrededor me di cuenta de que este medio al que hemos llamado “social”, es todo menos eso, cuando abrimos nuestras computadoras y son nuestras puertas las que cerramos.

Toda esta tecnología de la que somos dueños, es nada más que una ilusión de colectividad, de fraternidad, de un sentido de pertenencia e inclusión. Aun así, cuando te alejas de este engañoso dispositivo, despiertas sólo para entrar en un mundo lleno de caos. Un mundo donde la tecnología que dominamos nos ha hecho sus esclavos, donde nuestros datos e información personal son subastados al mejor postor por un rico y bastardo avaricioso. Un universo de intereses propios, imagen propia y autopromoción, donde compartimos sólo aquello que consideramos lo mejor de nosotros y dejamos fuera nuestros defectos.

Somos felices mientras compartimos nuestras experiencias pero, ¿acaso es lo mismo si nadie está ahí? Mantente ahí para tus amigos, y ellos se mantendrán ahí para ti. Pero no habrá nadie ahí si se trata de una reunión por mensajes instantáneos.

Nos editamos y exageramos en un intento de captar adulación, pero tendemos a ignorar el aislamiento social. Seleccionamos y ordenamos las palabras hasta que nuestras vidas parezcan inmaculadas, y ni siquiera sabemos si alguien está escuchando.



Aquí el estar solo no es un problema, enfaticemos eso, se puede leer algún libro, pintar, hacer ejercicio y de esta forma ser productivo y presente, no aislado ni recluido. Estás despierto, atento y dándole un buen uso a tu tiempo.

Por eso, cuando estés en público y empieces a sentirte solo, pon las manos sobre tu cabeza y aléjate del teléfono móvil. No necesitas estar como un tonto viendo el menú o la lista de contactos mientras pretendes que haces algo más importante, lo único que tienes que hacer es platicar con cualquier otra persona y aprender a coexistir.

No puedo soportar el silencio de un vagón de metro lleno, donde nadie habla por miedo a parecer un loco. Nos estamos convirtiendo en seres antisociales, incapaces de encontrar satisfacción en el simple hecho de mirarnos los unos a los otros.



Nos hemos rodeado de niños que, desde su nacimiento, nos han observado vivir como robots, y piensan que es algo normal. No resultaría fácil que llegues a ser el mejor papá del mundo si no pueden entretener a un niño sin darle un iPad.

Cuando era niño, casi nunca permanecía en casa, siempre andaba afuera en compañía de mis amigos, corriendo en nuestras bicis. Nos pasábamos gastando la suelas de los zapas y pelándonos las rodillas; solíamos construir nuestra guarida en lo alto de los árboles.

Ahora los parques permanecen en silencio, produce escalofríos no ver a los niños afuera y a los columpios inmóviles. Ya nadie juega a saltar la cuerda, ni rayuela, ni a las escondidas y al juego de manos y palmas. Nos hemos convertido en una generación de idiotas, de teléfonos inteligentes y personas tontas.



Levanta la vista de tu dispositivo, apaga la pantalla y sumérgete en lo que hay a tu alrededor, haz que tu día sea mejor. Lo único que necesitas es una conexión, una verdadera, con otras personas que te muestren la diferencia de “estar ahí”. Estar ahí en ese momento en que te regala una mirada, que recuerdas siempre, porque justo ahí te enamoraste. La primera vez que sostuviste su mano, el primer beso, la primera vez que discutieron, pero que la amaste totalmente.

La ocasión en que no tuviste que contarles a las personas lo que habías hecho, porqué querías compartirlo sólo con esta persona. La ocasión en que vendiste el portátil para poder comprar un anillo para la mujer de tus sueños, que ahora se convirtió en tu realidad. La ocasión en que comenzaste una familia, y el momento en que sostienes a tu hija por primera vez, para enamorarte otra vez.



La ocasión en que te mantuvo despierto toda la noche, y lo único que querías era descansar. La ocasión en que tuviste que secarte las lágrimas cuando tu bebé voló del nido. La ocasión en que regresa con un niño para que lo sostengas, y el día en que te llama abuelo y te hace sentir realmente viejo. La ocasión en que te pones a observar todo lo que has hecho, por el siempre hecho de ponerle atención a la vida, y lo contento que estás por no haberla desperdiciado mirando cabizbajo a un invento.

El momento en que tendrás que tomar la mano de tu esposa sentado junto a su cama diciéndole cuanto la amas mientras besas su cabeza. Ella te responderá suavemente, mientras su corazón da su último latido, que tuvo suerte de ser detenida por aquel chico perdida en la calle.

Pero nada de esto jamás ocurrió, no has tenido nada de todo esto cuando te mantienes ocupado mirando hacia abajo, ignorando todas las oportunidades frente a ti. Así que levanta la vista de tu teléfono, apaga la pantalla, somos seres de existencia finita, con los días contados. ¿Por qué malgastar todo tu tiempo atrapado en una red? Cuando el fin esté cerca, nada será peor que el arrepentimiento.



Yo también soy culpable de formar parte de esta máquina, de este mundo digital, donde nos escuchan pero no nos ven. Donde escribimos pero no hablamos, donde leemos como chateamos, donde gastamos horas juntos sin hacer un contacto visual.

No te entregues a una vida donde sigas la corriente, dale a la gente amor, no un “me gusta”. Desconéctate de la necesidad de ser oído y definido. Sal al mundo, deja atrás las distracciones. Levanta la vista de tu teléfono, apaga la pantalla, deja de ver este video, vive realmente.