Te damos la bienvenida a la comunidad de T!Estás a un paso de acceder al mejor contenido, creado por personas como vos.

O iniciá sesión con
¿No tenés una cuenta?


link: https://www.youtube.com/watch?v=2vjPBrBU-TM



Estos días la policía de Madrid anda muy atareada buscando al llamado 'pederasta de Ciudad Lineal'. El elemento en cuestión se ha convertido, según la delegada del Gobierno Dª Cristina Cifuentes, en “el enemigo público numero uno”, y aunque me parece algo exagerada su afirmación, lo cierto es que se ha creado, sobre todo en ese barrio de la capital del reino, una intensa alarma social.

Conforme el tiempo pasa, empiezan a aparecer retratos robot, perfiles psicopatológicos, opiniones de criminólogos, de psiquiatra forenses, de investigadores, de periodistas, de psicólogos, en un intento de aportar datos o indicios para conseguir la detención de “la bestia” o, quizá, para calmar el desasosiego ciudadano. Pero la realidad es que, hasta ahora, son meras especulaciones y deducciones sin más fundamento que, en unos casos, el sentido común, y en otros simples opiniones personales alejadas de los estudios metodológicamente científicos y contrastados.

Los medios de comunicación, precisamente cuando escribo este artículo, han dado una nueva noticia que incrementa todavía mas la confusión. Según fuentes policiales parece que el último intento de secuestro lo ha llevado a cabo un “imitador o admirador” del original, siendo este mucho más astuto y pérfido que la copia, que no solo no ha conseguido su siniestro objetivo, sino que además ha dejado importantes pistas para su detención.

Los pedófilos son sujetos enfermos mentalmente hablando, que tienen un trastorno en la elección del objeto sexual y en el control de sus impulsos. Son personas desequilibradas, anormales, que con frecuencia sufren por sus tendencias, con las que viven y conviven desde el nacimiento, aunque se expresen a partir de la adolescencia. Nos guste o no las claves de la conducta sexual vienen impresas en nuestro código genético, lo que no quiere decir que no se puedan modular, reprimir, modificar, aletargar, pero, tengámoslo en cuenta, siempre dentro de los límites que nos marca la biología.

Pero una cosa es el enfermo pedófilo, un servidor ha tratado a varios y les garantizo que sufren sobre manera y se someten a tratamientos incómodos y molestos para reducir sus impulsos, y otra distinta es el pederasta, que siendo un pedófilo pasa a la acción y transgrede la ley para satisfacer sus abyectos impulsos sexuales. Esto es, todos los pederastas son pedófilos, pero no todos los pedófilos son pederastas.

El pederasta es un delincuente que aunque tiene un trastorno psíquico que limita y condiciona su elección sexual, es decir su libertad volitiva, es consciente de sus actos y en cierta manera podría reprimirlos y controlarlos, lo que pasa es que se “deja llevar” por la satisfacción que le origina el contacto sexual con impúberes y salta de los libros de psiquiatría al código penal.

El tratamiento jurídico en solitario no es eficaz para estos enfermos-delincuentes, aunque sin duda es una medida de protección social necesaria, pero poco arreglamos con ella por lo que respecta a la prevención de futuras conductas, ya que las tendencias pedofílicas seguirán y a su salida del centro penitenciario estaremos en ante el mismo sujeto enfermo, no tratado adecuadamente y probablemente mucho mas agresivo y “cultivado en el crimen”.

Hay delitos que requieren la aplicación de medidas de seguridad de forma prioritaria a las punitivas y cuya duración no debe estar limitada cronologicamente por una pena privativa de libertad. Aunque no nos guste la condición humana es la que es y tenemos individuos trastornados y desadaptados para quienes lo eficaz y justo, no es meterles en una celda, sino intentar paliar los desastres con los que la madre naturaleza a veces nos castiga.

En estos casos, y no por la alarma social, sino por justicia y buen hacer, hay que aplicar un tratamiento médico farmacológico, una vigilancia continua, un control de su conducta, una revisión periódica de sus comportamientos y una restricción de sus derechos civiles, no por que sean delincuentes, sino por que sencillamente no son sujetos libres sino esclavos de los caprichos hormonales, químicos y genéticos que a veces condicionan la conducta de ciertos seres humanos.