Tranquilo, campeón, sabemos que el cómic es mejor.
A vos, devorador de novelas, que nunca te perdés un debate sobre los universos de Marvel, sobre los límites del utility belt de Batman, a vos te digo: el cómic siempre va ser mejor que la película, pero te equivocás al compararlo como lo haces y ahora te digo por qué.
La búsqueda del libreto fiel es imposible. Una adaptación tal como es – una película basada en una novela o un cómic – puede a veces estar más lejos o cerca de la historia y arte del cómic. ¿Debería ser igual? Claro que no.
A todos nos pasa, es muy común esperar ver lo mismo que en un cómic en una película, sabiendo que no hay manera de contar una historia en el cine sin despegarse del material original por un simple factor: hay que hacer plata.
No todos conocen a fondo la franquicia, así que, si vas a hacer una súper producción, más vale que la vea todo el mundo. Por eso siempre vas a ver algo for dummys, ya que tenés que pasar más tiempo explicando por qué pasa lo que pasa que mostrando esa emocionante batalla intergaláctica entre protagonistas y antagonistas con efectos especiales que tanto nos gusta ver en el cine.
No tenes todo el dinero del mundo para hacer una película de ocho horas y tratar un issue en particular. La producción estaría apuntando un nicho que no recaudaría lo suficiente para recuperar lo invertido en una película de la calidad que se merece la franquicia, por lo cual los tiempos son todo y las secuelas la peor pesadilla.
Otra cosa que tenés que tener bien clara: no existe el actor ideal. El reparto de una película, las especulaciones, los actores vienen y van. Lo más saludable para nuestra cabeza al enterarnos de quién se pondrá la máscara es pensar: ese personaje que te gusta no existe, no es una persona y nadie nunca va poder representarlo tal y como vos te lo imaginás.
Entonces, ¿qué esperamos de estos actores? Fácil, que den su mejor interpretación del encapuchado, pero a su manera, porque más allá de contar con facciones similares o conseguir un físico de 10 meses de duro entrenamiento, está la interpretación.
Están esos Nicholson, Ledger, Romero de la vida que se ponen la piel del personaje y nos muestran el mejor Joker que pueden interpretar, uno que te muestra algo que no te esperabas. ¿Y alguno de ellos era igualito al Joker del cómic? Por supuesto que no, pero el enfoque que ellos le dieron fue fantástico y por eso nos gustó tanto.
Hay que tener espalda de fanático para aguantar algún que otro capricho de director, no es fácil, pero las adaptaciones nos vienen demostrando desde las primeras series de súper héroes de 1941 que ésta es una industria de prueba y error, y cada vez salen películas mejores.
Por eso hay que tomar las adaptaciones como lo que son, películas basadas en una franquicia que salen con el objetivo de hacer plata. Así que la próxima que vayas al cine a ver una película de súper héroes, pensá en esto: el cómic siempre va ser mejor, pero podrías estar disfrutando de una buena película basada en un cómic que te gusta.

A vos, devorador de novelas, que nunca te perdés un debate sobre los universos de Marvel, sobre los límites del utility belt de Batman, a vos te digo: el cómic siempre va ser mejor que la película, pero te equivocás al compararlo como lo haces y ahora te digo por qué.
La búsqueda del libreto fiel es imposible. Una adaptación tal como es – una película basada en una novela o un cómic – puede a veces estar más lejos o cerca de la historia y arte del cómic. ¿Debería ser igual? Claro que no.
A todos nos pasa, es muy común esperar ver lo mismo que en un cómic en una película, sabiendo que no hay manera de contar una historia en el cine sin despegarse del material original por un simple factor: hay que hacer plata.

No todos conocen a fondo la franquicia, así que, si vas a hacer una súper producción, más vale que la vea todo el mundo. Por eso siempre vas a ver algo for dummys, ya que tenés que pasar más tiempo explicando por qué pasa lo que pasa que mostrando esa emocionante batalla intergaláctica entre protagonistas y antagonistas con efectos especiales que tanto nos gusta ver en el cine.
No tenes todo el dinero del mundo para hacer una película de ocho horas y tratar un issue en particular. La producción estaría apuntando un nicho que no recaudaría lo suficiente para recuperar lo invertido en una película de la calidad que se merece la franquicia, por lo cual los tiempos son todo y las secuelas la peor pesadilla.
Otra cosa que tenés que tener bien clara: no existe el actor ideal. El reparto de una película, las especulaciones, los actores vienen y van. Lo más saludable para nuestra cabeza al enterarnos de quién se pondrá la máscara es pensar: ese personaje que te gusta no existe, no es una persona y nadie nunca va poder representarlo tal y como vos te lo imaginás.

Entonces, ¿qué esperamos de estos actores? Fácil, que den su mejor interpretación del encapuchado, pero a su manera, porque más allá de contar con facciones similares o conseguir un físico de 10 meses de duro entrenamiento, está la interpretación.
Están esos Nicholson, Ledger, Romero de la vida que se ponen la piel del personaje y nos muestran el mejor Joker que pueden interpretar, uno que te muestra algo que no te esperabas. ¿Y alguno de ellos era igualito al Joker del cómic? Por supuesto que no, pero el enfoque que ellos le dieron fue fantástico y por eso nos gustó tanto.
Hay que tener espalda de fanático para aguantar algún que otro capricho de director, no es fácil, pero las adaptaciones nos vienen demostrando desde las primeras series de súper héroes de 1941 que ésta es una industria de prueba y error, y cada vez salen películas mejores.

Por eso hay que tomar las adaptaciones como lo que son, películas basadas en una franquicia que salen con el objetivo de hacer plata. Así que la próxima que vayas al cine a ver una película de súper héroes, pensá en esto: el cómic siempre va ser mejor, pero podrías estar disfrutando de una buena película basada en un cómic que te gusta.