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Los juguetes con los que dedicábamos tardes enteras a nuestra infancia de alguna forma representaban nuestra realidad y la cultura de la que formábamos parte. Los niños probablemente llenaban la sala de su casa con coches y camiones revolcados, una selva amazónica hecha con piezas de construcción y con un superhéroe ocupado salvando vidas y volando sobre sillones y hermanos estorbosos. Las niñas con sus muñecas de diminuta cintura y pelo perfecto y con sus amigas con quienes organizaban “la hora del té”.
De alguna forma, los muñecos y juguetes se convirtieron en nuestra primera posesión, y nos ilustraron, por medio del juego, el camino a seguir con respecto a las actitudes y comportamientos aceptados de acuerdo con nuestro género. 
Un catálogo de juegos de 1882 de The Automatic Toy Works Company, una compañía de juguetes en Nueva York, presentaba por medio de ilustraciones los juguetes de la época. Estos juguetes no sólo condicionaban los comportamientos de género, sino que también personificaban rasgos étnicos y constructos sociales en las figuras retratadas, generados a partir de la percepción de la compañía ligada al contexto social de la época. El catálogo pertenece a la Librería del Congreso de Estados Unidos.

A continuación presentamos algunas de las ilustraciones de los juguetes que funcionaban con cuerda:

La defensora de los derechos de las mujeres



La montaña 


Este juguete representaba a un niño negro que se deslizaba con brazos y piernas atadas al trineo. 

El conmemorado predicador negro


“Sus movimientos son tan humanos y cómicos que uno creería que está hablando. Su simple cara y vestimenta provoca una irresistible risa”.
 
Nuestro nuevo clérigo



La vieja tía Chloe, la lavandera negra


“Old Aunt Chloe demuestra que la felicidad también se encuentra en una tina como se halla en un palacio”. 

La vieja nana

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“Este juego mecánico es la imitación de una vieja nana negra con un bebé”. 

Fing Wing

“Un juguete casi humano de un lavandero chino. Fácilmente podría pasar desapercibido como un verdadero Celestial”. 

Ah-Sin



El viejo tío Tom, el violinista de color


“Por más chistoso que sea, hay algo casi patético en ello”