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Hola gente de T! Como están? espero que muy mal como mi exámen de matemáticas xD. Bueno nueva sección donde publicare lo que se venga y la inauguro con la noche de brujas que por cierto esta atrasado pero bue, resulta que alguien de mis familiares estuvo todo el maldito día jugando a los sims y ni me dejo mirarla a la pc por una semana xd .-. Bueno que disfruten

Disfraces





miamorrrrr

















ya se ni pto miedo xD pero están buenos los disfraces









































nada que ver lo se XD





esto si que da miedo




Relato

El médico della peste (este relato es producción mía )

Como buen doctor, examinó el cadáver con minuciosidad. De parte a parte examinó sin dejar ningún detalle que este pudiera interferir en sus conocimientos. La Medicina era un campo muy usado en esos tiempos, tanto como la Arquitectura o el Sacerdocio. Ser mercader no era un impedimento para ser médico Della peste, pues como la humanidad pendía de un hilo fino e inacabable, la demanda de personal médico era profusa, por tanto no habían grandes requisitos, solo con saber como limpiar heridas bastaba para estar al servicio. El estado de las ciudades eran tan insalubres como la mayoría de sus habitantes, la basura apenas se sacaba entre las callejas que daban a los centro de la ciudad y dejaban salir las vísceras de pescado y restos de carne de animales irreconocibles en esos charcos de sangre inmunda y deteriorados por la pudrición. El aire estaba viciado y excretaba un intenso olor pestilente comparable al olor del propio estiércol. Una completa nube de patógenos, con un aroma insoportable de lo asqueroso que no tolero siquiera escuchar sobre ello, cubría la ciudad de Londres de manera completa y obstante. Sus ciudadanos no hacían nada mas que vivir entre ese hedor y pecando de indolentes tampoco hacían nada por revertir la situación. Hasta que unas pequeñas muertes inefables al sur brotaban de las profundidades de los tramos mas asquerosos de la pútrida ciudad. Las carretas cruzaban entre las calles pedregosas pero manchadas de carne ya corrupta y contaminada. Los equinos no podían soportar el clima tenso y muchos de ellos morían por infecciones graves lo que pronto detono en grandes querellas entre los habitantes.
“-Queremos que la ciudad se limpie de esta inmundicia” gritaban los dueños enfurecidos por sus considerables pérdidas. Sin oír respuestas, los grandes capitalistas se mudaron de repugnante Londres para hacer sus negocios fuera de Europa que era tapada por la oscura mugre del norte que no dejaba rastro alguno de vida.
Por medio del día la ciudades estaban cambiantes a manera que se buscaban personas que hicieran el trabajo sucio de limpiar las cloacas que para incentivarlos le elevaban sus salarios a un precio anhelable. Es así que la contaminación subterránea fue llegando a la superficie por medio de estos hombres que sacrificaban su salud al servicio de la humanidad. Pero lo que dio comienzo a la peste fue el asesinato y las torturas ímprobos hacia los felinos. Las torturas eran variables y las ejecutaba la misma Inquisición en tiempos de crisis. Desde la quema hasta el empalamiento de gatos en los días festivos. Ninguna tortura mas cruel se evitaba y eran todas dirigidas con sadismo y furia ante los ojos gatunos que brillaban en la fría noche, eran justificación basta para llevar a cabo estas persecuciones injustas. El dogal no descansaba un solo día por culpa de las supersticiones y la creencia del pueblo, lo que dio comienzo a una muerte masiva de gatos en su mayoría negros y de iris color amarillezcas. Esto provoco en la más profunda paranoia de la gente el terror por las ratas que en manada surcaban con velocidad desde las casas endebles y los cotarros hasta edificios altos y más complejos agravando el problema y permitiendo la entrada de la peste a la ciudad. Esta situación dio una desazón hacia los sectores mas acomodados y condeno la mayoría de la gente pobre a un laberinto sin salida en su condición del cuál no podrían escaparse. La muerte avanzaba con una mano ocupada por la oz y por el otro, la plaga brotaba del agujero de sus mangas negras. Es así como las antes turbulentas calles quedaron vacías ante tal invasión de roedores enloquecidos por la peste que ahora azotaba a la población.
Hubo un día en especial en la que la plaga alcanzo un máximo de muertos y eso marco a la humanidad. Las carretas colmadas de cuerpos ya fríos y sin vida los transportaban a su cremación. La mayoría de las organizaciones burocráticas se hallaban o bien disueltas o debilitadas por la escasa población de las ciudades centro europeas.
Los encargados de cuidar a los aislados en cuarentena, eran los médicos de la peste quienes a través de sus máscaras en forma de ave ocultaban su rostro para protegerse de la infección. Sus conocimientos sobre medicina eran básicos y estaban en servicio para cuidar a los enfermos desvalidos del gran brote. Los gritos de dolor retumbaban en todas las salas de los hospitales, aturdiendo la moral de los médicos. Las pieles de los pacientes se escamaban y muchos tenían ataques pulmonares que los sentenciaban a la muerte. Entre tato bullicio, un doctor fue internado debido al contacto con los enfermos por no llevar protección y una semana después moría del corazón. Para ese tiempo no se había descubierto una cura ante tal devastación dérmica solo se sabía el daño que esta enfermedad provocaba. La peste bubónica atacaba en poco tiempo y se llevaba a la tumba a todo aquel que se enfermara, los calmantes no existían y la única mejoría parecía ser la amputación que sin embargo, no finalizaba el caso.
Los muertos aumentaban con el correr de las horas, y tanto campesinos como doctores morían a los pocos días. Los médicos parecían sentirse a salvo con el aroma que emanaba de sus máscaras ya que tenían por teoría que la enfermedad se transmitía por el olor nauseabundo de los bubones. Pero lo cierto era que la enfermedad se filtraba por los trajes que ellos portaban, lo que no sabía un galeno que atendía una mujer en sus últimos días, del cuál de su ajada piel una erupción supurante salto como chorro desde una trayectoria de 3 metros tocando los dedos desnudos del doctor que al mismo tiempo, se sacaba los guantes por la exudación que estos causaban. Al instante, el médico sintió el líquido verdoso y caliente que rozaba con su piel, miró a un lado, una mujer tendida en la cama, moría gravemente con la oclusión de sus párpados, de aquel tumor que emitía gases y una sustancia negra y pegajosa a la vista se movía como una melaza hasta chocar con el deteriorado suelo de la sala; las ventanas cerradas, facilitaban que el oxígeno se concentrara junto con el hedor de las otras salas, tan sola una hendidura permitía que un pequeño haz de luz pasara por el angosto pasillo que daba a la sala principal. El médico, asustado, se aplico gran cantidad de aromatizantes junto con excesivo uso del jabón y el agua hirviendo arrugó la piel de su mano y ampliando la cavidad de sus poros, se puso sus guantes y trabajo como si nada.
Al día siguiente, volvió a cuidar de los enfermos tratándolos con medicamentos y adjudicándole la responsabilidad a su dios, rogó intensamente para hallar un medicamento capaz de combatir con la peste ya que nada servía para mejorar la calidad de vida de los pacientes que morían y se acomodaban en grandes pilares de cadáveres con un semblante macabro y triste, los cuáles, estos se amontonaban en grandes catacumbas o enterramientos comunitarios. El día estaba completamente encapotado y la niebla se movilizaba como la corriente del frío mar en un solo sentido. La lluvia había parado hace meses y las reservas de agua dulce se empezaron a contaminar. La peste, se había tragado parte del suelo para consumir hasta las plantas que ya ennegrecidas se caían con tan solo una suave brisa. Era como si un aluvión de muerte hubiera impactado sobre las casas arrancándoles la vida a los desdichados. La acción despiadada de los vecinos sucumbía hacia la agitada Europa. Y el sonido de los edificios quemándose producía un crujido insoportable junto al aroma acre que estos despedían de sus entrañas. Para preservar el orden, muchos vecinos tuvieron que encender el fuego especialmente para aquellos impíos, posibles herejes y semitas a los cuáles se les atribuía injustificadamente la causa de tal epidemia, ya que el gobierno yacía nulo debido a la muerte de los funcionarios.
El tiempo pasaba y cada día era más lúgubre que el otro; cada agonía era más fuerte que la anterior. El médico se arriesgaba a volver a su puesto sabiendo que los vientos del sur habían transportado la enfermedad más lejos que las propias ratas hasta tal punto que, los tronos de los reyes quedaban completamente vacíos. Las cimas de las laderas se encontraban manchadas por las cenizas; productos de la gran cantidad de rituales que se llevaban a cabo para debilitar la epidemia que de nada servían por que esta empeoraba a grandes pasos. Los besos fueron prohibidos al igual que el contacto con los enfermos haciendo rememorar a la época en la que la lepra causaba estragos. El doctor finalmente termino su trabajo y se dirigió a su casa como todos los días, solo que un grave mareo lo acompañaba a medio camino. Al pasar por un prado aislado de urbanización una pequeña sombra cruzo su camino en el mismo lado en el que iba este y pronto el sonido de los cuervos inundó el lugar por la tarde. El hombre sintió un leve ardor sobre sus dedos que los sentía extrañamente congelados y de manera simultanea, un dolor abdominal resurgía de la nada. Al llegar a su casa, abrió la puerta y encendió una de las velas de cera que se encontraban sobre el escritorio y pronto se puso a redactar un testamento aunaba su dinero para la misma medicina que ahora le daba su final. Las cabrillas que este veía sobre sus piernas, le daban indicios para nada alentadores ya que este auguraba que la enfermedad se había integrado a su organismo y que pronto sufriría sus consecuencias. Desesperado, busco una manera de que esta enfermedad no pase a mayores, así que se untó todo tipo de cremas y remedios caseros asegurando su destino, o eso creía. Al día siguiente se levantó y un leve escalofrío se le presentó en todo el rostro y parte del cuerpo. Como no había comido ayer, asqueado de cada cosa que observaba en el consultorio se armó una minucia de alimento, preparándose para trabajar por la cura. Por alguna razón, su mano derecha temblaba más que la izquierda. Efecto que menosprecio y para olvidarlo, se puso a hacer cálculos mentales, los cuales lo desconcentraban del problema, hasta que un paciente lo impresionó ya que la enfermedad extrañamente lo había abandonado. Para comprender la situación, el médico trato de interrogarlo a duras penas porque de todas las preguntas que este le hizo tan solo una contesto con un gesto exaltado. Pues, el hombre ya sufría una analogía de desordenes mentales desde su nacimiento. Y en un punto de esta comunicación sin respuesta, el hombre susurró “-tu destino se encuentra marcado.”
Al correr los días, la presencia del médico brillaba por su ausencia. El se hallaba en reposo cerca de la chimenea que daba a la salida tosiendo de manera abrupta. Su respiración le costaba cada vez más y su piel se encontraba hinchada y cubierta por grandes bubones. El hombre, desmotivado y agonizante saca de su bolsillo una pequeña pócima a la que luego ingiere. Claramente el sentía que su mano derecha ya no respondía y por mas que hiciera lo que hiciera el diablo le oprimía sus dedos coloreándolos de un intenso negro como la muerte con suaves matices violáceos por la frialdad de su mano. El panorama era aterrador y a veces los chispazos eléctricos de sus interiores resonaban en su mente dándole señales de que su organismo fallaba. El médico se encontraba en una etapa de dolor intensa y sin tratamiento alguno que le garantizara algún consuelo. Sus familiares estaban desaparecidos y muchos muertos. La soledad lo acogía con sus brazos insensibles y marchitos. El tenía sabido que no iba a sobrevivir un tiempo más pero aún así, aceleró el proceso acortando su vida con un veneno. Sentía como su cuerpo se consumía por dentro de manera rápida e infinita. Luego, una sombra en su habitación, se recostó sobre una silla que tenía al lado de su litera acariciando la máscara que este médico alguna vez uso. Preparándose para su aliviada partida cerró los ojos haciendo descansar por última vez, su corazón y dejando que la eterna oscuridad de sus párpados lo envuelvan en la fantasías mas profundas y los misterios de la muerte.









Oscuridad Perfecta



Esta noche no dormis.



No podrás dormir.



Alto! Detente



No sigas!! No te va a gustar



No caigas por las laderas



Hay huesos por todos lados.





Te lo advierto. La vas a pasar mal



Estas solo. Completamente solo!



La luz se consume rápidamente.



Corre. De inmediato





La mente te traiciona.













La oscuridad te persigue



No te puedes escapar de ella



No te puedes escapar de ella



No te puedes escapar de ella



Estas en ningún lado. En la misma nada; el vacío tiende al infinito. Las estrellas mueren una por una.



El tiempo no existe y tu flotas en la nada.



Te pierdes en el espacio. No hay nada



La ansiedad te destruye lentamente. Estas muriendo por dentro



A cada lado que ves todo es oscuridad. Te congelas.



Estas abandonado a tu suerte. Nadie te vendrá a buscar. Nadie te podrá ver o escuchar. El vacío te envuelve en la ignorancia de los otros. Y sientes lo que es la completa soledad.


link: http://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&v=UlgLwppgHCc


link: http://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&v=9KdOAx6cEfo


Fin del post. Gracias por leer o hacerme creer que lo leyeron.