Muchas personas han perdido la vida en los alrededores, ahogadas o a manos de polleros. Las traicioneras aguas del Bravo hacen cada vez honor a su nombre.
Es una isla que debe tener alrededor de 20 hectáreas. Se forma entre dos corrientes.
Quién sabe por qué motivos, en relación a límites internacionales, ese pedazo de tierra pertenece a México y no a los Estados Unidos.
Las autoridades municipales dicen que se trata de una “isla ecológica”, pero permanece abandonada desde siempre.
Por un tractor que se ve, en otros tiempos ahí se sembró maíz, o sorgo.
Dicen que la PGR se la agenció hace varios años, cuando presuntamente localizaron un cargamento de yerba que iba rumbo al lado americano.
AGUAS CLARAS Y PROFUNDAS
La Isla de “El Suelto” se encuentra a la altura del poblado Los Guerra, como a dos kilómetros de la carretera que va para Mier.
En realidad, para llegar hay qué cruzar dos puentes de fierro.
Uno se ubica en propiedad del profesor Amaro Guerra Ramírez, quien tiene muchos años trabajando un pequeño ranchito.
El otro fue construido por los derechos de la isla para tratar de crear un atractivo turístico.
Aguas estancadas, constituyen el primer brazo.
Y en el segundo la corriente es fuerte. Aunque no cristalinas, son aguas claras, profundas, traicioneras como todas las corrientes del Bravo.
Como pudiera pensarse, la contaminación no es muy alta. Tal vez comience más abajo, al pasar por Reynosa, Río Bravo y Matamoros.
No deja de ser un lugar atractivo para los visitantes.
Familias enteras vienen a pasar el fin de semana a los parajes interiores a la isla, que son propiedad particular.
Otros se van de pesca con un visor, o anzuelos.
SUCESION DE DUEÑOS
En Miguel Alemán, a la isla se le conoce como Los Castores, pero en realidad, nos informan los conocedores, no se trata de esa porción de tierra, sino de otra.
Los Castores está más arriba del Bravo.
El islote que nos ocupa se llama El Suelto, porque el primer dueño, su primer habitante fue Cesáreo Cisneros, mejor conocido como El Suelto.
Era un hombre que llegó de por allá de Linares.
Luego arrendó de común acuerdo a una familia Barrera, hijos de Don Ignacio Barrera.
Cuando El Suelto volvió a recuperar la propiedad, transfirió los derechos a Miguel y Maurilio Guerra Tanguma.
Y este a su vez entregó a Alfredo Hernández Rivera.
Como último propietario tenemos a Cipriano Torres Román.
Todos ellos murieron ya.
-Si quiere hacer una buena investigación, en esa isla aterrizan helicópteros americanos ¿por qué si es mexicana?, comenta Amaro.
Ni las autoridades de Relaciones Exteriores o del Ejército le han puesto atención a ese asunto.
En ocasiones, a la isla vienen gringos, que a investigar, que a plantar árboles, que a buscar la “isla ecológica”.
Pero a los pocos días se van y ya no regresan. Las plantas dejan de regarse y se secan.
Allí todo está enmontado.
Comenta el profesor Amaro que hay una plaga que está acabando con los árboles naturales, sáuz, fresno, el palo blanco.
Ninguna autoridad ha intervenido para acabar con esa plaga.
-No hay quien ponga atención, comenta.
En su propiedad, continua a la isla, hay otros árboles que fueron plantados, él los atiende.
Y EL PUENTE DE FIERRO
No deja de llamar la atención el puente colgante para llegar a la isla. Fue construido de fierro tubular.
Ahí pueden pasar vehículos de bajo peso, automóviles y camionetas de cuatro cilindros. Tiene un solo carril.
Lo hicieron los últimos propietarios para tratar de impulsar el turismo, los visitantes nacionales y extranjeros.
Pero un día llegó un comandante de la Judicial Federal “muy terco” comenta Amaro, que quería dinamitar el puente.
Entonces el profesor le dijo.
-¿Y por qué no dinamita usted el puente de Camargo, y el de San Fernando, que también están en territorio mexicano?.
El policía se tragó su coraje y se fue.
Es una isla que debe tener alrededor de 20 hectáreas. Se forma entre dos corrientes.
Quién sabe por qué motivos, en relación a límites internacionales, ese pedazo de tierra pertenece a México y no a los Estados Unidos.
Las autoridades municipales dicen que se trata de una “isla ecológica”, pero permanece abandonada desde siempre.
Por un tractor que se ve, en otros tiempos ahí se sembró maíz, o sorgo.
Dicen que la PGR se la agenció hace varios años, cuando presuntamente localizaron un cargamento de yerba que iba rumbo al lado americano.
AGUAS CLARAS Y PROFUNDAS
La Isla de “El Suelto” se encuentra a la altura del poblado Los Guerra, como a dos kilómetros de la carretera que va para Mier.
En realidad, para llegar hay qué cruzar dos puentes de fierro.
Uno se ubica en propiedad del profesor Amaro Guerra Ramírez, quien tiene muchos años trabajando un pequeño ranchito.
El otro fue construido por los derechos de la isla para tratar de crear un atractivo turístico.
Aguas estancadas, constituyen el primer brazo.
Y en el segundo la corriente es fuerte. Aunque no cristalinas, son aguas claras, profundas, traicioneras como todas las corrientes del Bravo.
Como pudiera pensarse, la contaminación no es muy alta. Tal vez comience más abajo, al pasar por Reynosa, Río Bravo y Matamoros.
No deja de ser un lugar atractivo para los visitantes.
Familias enteras vienen a pasar el fin de semana a los parajes interiores a la isla, que son propiedad particular.
Otros se van de pesca con un visor, o anzuelos.
SUCESION DE DUEÑOS
En Miguel Alemán, a la isla se le conoce como Los Castores, pero en realidad, nos informan los conocedores, no se trata de esa porción de tierra, sino de otra.
Los Castores está más arriba del Bravo.
El islote que nos ocupa se llama El Suelto, porque el primer dueño, su primer habitante fue Cesáreo Cisneros, mejor conocido como El Suelto.
Era un hombre que llegó de por allá de Linares.
Luego arrendó de común acuerdo a una familia Barrera, hijos de Don Ignacio Barrera.
Cuando El Suelto volvió a recuperar la propiedad, transfirió los derechos a Miguel y Maurilio Guerra Tanguma.
Y este a su vez entregó a Alfredo Hernández Rivera.
Como último propietario tenemos a Cipriano Torres Román.
Todos ellos murieron ya.
-Si quiere hacer una buena investigación, en esa isla aterrizan helicópteros americanos ¿por qué si es mexicana?, comenta Amaro.
Ni las autoridades de Relaciones Exteriores o del Ejército le han puesto atención a ese asunto.
En ocasiones, a la isla vienen gringos, que a investigar, que a plantar árboles, que a buscar la “isla ecológica”.
Pero a los pocos días se van y ya no regresan. Las plantas dejan de regarse y se secan.
Allí todo está enmontado.
Comenta el profesor Amaro que hay una plaga que está acabando con los árboles naturales, sáuz, fresno, el palo blanco.
Ninguna autoridad ha intervenido para acabar con esa plaga.
-No hay quien ponga atención, comenta.
En su propiedad, continua a la isla, hay otros árboles que fueron plantados, él los atiende.
Y EL PUENTE DE FIERRO
No deja de llamar la atención el puente colgante para llegar a la isla. Fue construido de fierro tubular.
Ahí pueden pasar vehículos de bajo peso, automóviles y camionetas de cuatro cilindros. Tiene un solo carril.
Lo hicieron los últimos propietarios para tratar de impulsar el turismo, los visitantes nacionales y extranjeros.
Pero un día llegó un comandante de la Judicial Federal “muy terco” comenta Amaro, que quería dinamitar el puente.
Entonces el profesor le dijo.
-¿Y por qué no dinamita usted el puente de Camargo, y el de San Fernando, que también están en territorio mexicano?.
El policía se tragó su coraje y se fue.