Te damos la bienvenida a la comunidad de T!Estás a un paso de acceder al mejor contenido, creado por personas como vos.

O iniciá sesión con
¿No tenés una cuenta?
Imagina que vas andando por el Japón rural, mochila a la espalda y té helado en la mano. El sol hace rato que descansa y reina el silencio. Sigues por un camino de tierra, con campos de arroz a los dos lados. Son más de las doce de la noche y has perdido el último tren. Muy cerca de ahí un agricultor ya anciano que te saluda tímida pero amablemente. De pronto, un zumbido seguido de un lejano “gachi-gachi“, crujido familiar pero que no sabes muy bien a que se debe. El anciano reacciona y echa a correr todo lo rápido que sus cansadas piernas le permiten. No es para menos, un esqueleto de unos 20 metros de alto te acaba de sobrepasar, y antes de que puedas decir “imperio astrohúngaro” agarra al señor con una mano, le arranca la cabeza con la otra y empieza a chupar como quien termina una gamba.

Si hay un monstruo temible en Japon, éste es el gashadokuro o odokuro. Precisamente eso le convierte en una amenaza real para cualquiera que se cruce en su camino, es 15 veces más alto que tú y se muere de hambre.

Curiosamente, el gashadokuro no se considera un youkai (cosa rara de otro mundo) sino como yurei algo así como espíritu que se ha quedado atrapado en este mundo, más cercano a nuestro concepto de fantasma o espectro.

No obstante, tiene sentido, ya que el yurei en la cultura japonesa es una criatura atormentada, a menudo mujer, y en muchas ocasiones, vengativa.

En este caso, más que venganza lo que busca el gashadokuro es alimentarse. Ya no tiene estómago, ni ningún órgano, pero murió de inanición, posiblemente consecuencia de una guerra o hambruna en su región y desde que volvió del más allá, no piensa en otra cosa. De hecho, se dice que este monstruo es fruto de la unión de los huesos de cientos de fallecidos.

Mientras sorben la sangre humana y arrebatan la vida a sus víctimas, sacian por un momento todo el ansia de rencor y odio acumulados después del trauma que supuso morir en semejantes condiciones.

Se manifiestan siempre en ambiente rural, siempre de noche y atacando de la misma forma que muchos depredadores, esperando hasta que su presa esté sola y desprotegida. Su manera de atacar es sacar la cabeza del ser humano, y empezar a chupar hasta que salga todo el jugo.

Hay una pequeña posibilidad de sobrevivir si nos cruzamos con uno de estos gashadokuros. Si detectamos a tiempo el zumbido (posiblemente producido por la campanilla que lleva en una de sus manos) echamos a correr y nos escondemos en algún lugar donde no nos pueda alcanzar seguramente nos libraremos de él, aunque posiblemente tendremos que pasar la noche ahí.

Eso sí, no te confíes, recuerda que estos gigantes están hechos de la unión de diferentes huesos y es posible que pueda descomponerse en pequeñas piezas para poder acceder al hueco donde te escondas.