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Alex era un niño bastante tranquilo, incluso al punto que llegaba a ser molesto, sus padres al verle tan callado y distante decidieron llevarle a un psicólogo para saber si tenía autismo varias veces, pero no.

Un día el padre fue a llevarlo a dar una vuelta en el parque con la esperanza de que se relacionase con otros niños de su edad, lo había intentado mas veces pero nunca le fue del todo... bien.

Estaban pocos niños ese día, el parque era muy bonito, verde y muchas atracciones adecuadas para niños de la edad de Alex, 5 años. El padre se sentía algo aburrido, sentado en el banco y su hijo sentado en el suelo mirando a los niños, hasta que Alex rompió el silencio:

-Papá... -Dijo con una sonrisa se asombro

-¿Qué pasa hijo?

-Mira el pájaro, el pájaro rojo

-N-no veo nada...

-¿No lo ves?, ahí, ahí -dijo señalando al lado izquierdo en donde estaba su padre.

-Oh, sí, lo veo -Mintió el padre

Realmente ahí no había nada.

Al llegar a casa, Alex fue a su cuarto y el padre comenta a la madre lo sucedido, y la madre rió a carcajadas diciendo:

-Bah, le das mucha importancia cariño, son amigos imaginarios...

Pasaron los días y la actitud de Alex inquietaba al padre, ya no solo lo miraba, hablaba e incluso conversaba con el ''pájaro''

El padre pensó que podía ser de alguna serie animada como el ''pájaro loco''

Un dia el padre llegó del trabajo, harto, y Alex fue corriendo a recibir al padre y contarle lo que el ''pájaro'' y el habían hablado. El padre al tener un ataque de furia le dice:

-¡ESTOY HARTO DE ESE JODIDO PÁJARO, NO EXISTE!

El niño fue a su cuarto llorando y la madre miró al padre con una mirada de odio.

En la noche, el no podía dormir pensando en lo que había hecho a su hijo, el remordimiento fue al cuarto de su hijo, y dio un grito de terror y quiso contener las nauseas. Su hijo estaba totalmente ensangrentado, pero aún en pie, y se acercaba lentamente hacia su padre y antes de caer al suelo sin vida, su rostro formó una sonrisa.

Su padre, atónito vio en la pared ''El pájaro rojo'' escrito con la propia sangre de su hijo.

Pasaron los años, y se había divorciado de su mujer. Cada noche del resto de su vida escuchaba la voz de su hijo diciendo con esa inocente voz:

-El pájaro rojo.