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Hoy tenemos una historia de terror que gira alrededor de un hospital maldito. Un lugar muy típico de creepypastas y cuentos de miedo, pero que nunca deja de ejercer su terrorífica fascinación. Los más afortunados entre los que se atrevieron a entrar cayeron presa de una profunda demencia. Aquí empieza la historia. Pronto tendremos la segunda parte.


link: https://www.youtube.com/watch?v=x1Fqe_2DEFI

El hospital maldito (parte 1)
Amanda Robles

"La vida es para los curiosos", recuerdo esas palabras de mi maestra de ecología. Cursaba 4 semestre de preparatoria, a mis 16 años de edad. Mis pasatiempos favoritos eran ver televisión, dormir y navegar por internet todo el día. Como todos tenía amigos a quienes les gustaba lo mismo que a mí, así que mi vida no era nada del otro mundo. Los sueños y las metas me daban igual. Vivía con mi tía Lili; una señora realmente dulce, llena de buenos deseos para todo el mundo (rezaba hasta por sus enemigos) y que sabía como no hacerme sentir solo.

27/Mayo/2004
Eran las 4 de la tarde, estaba chateando con mi mejor amigo Jacobo.
-Nada nuevo desde la mañana que te vi. ¿Tenemos tarea? ¿No? Fantástico. Iré a tu casa a jugar videojuegos, a eso de las 5, ¿ok?
A las 5:20 Jacobo no había llegado. Comencé a preocuparme ya que él era muy puntual; lo llamé al celular y no contestó. Quise esperar un poco más y si no llegaba iría a su casa. Jacobo vino a las 5:43.
- Estaba escuchando a mi papá hablar de un "Hospital embrujado" y estaba tan interesante que perdí la noción del tempo.
- ¿Un hospital embrujado? ¿Y por eso llegaste tan tarde? ¡Qué estúpido!
- Sííí, pero espérate a que te cuente lo que me dijo mi padre. Se llama Hospital Santa Mónica, y está a unas poquitas horas de aquí. Se dice que todo aquel que entra, no vuelve a salir sano y salvo. Es un lugar maldito. Mi padre dice que un compañero de su trabajo fue, y lo encontraron muerto en su casa.
- ¿Por qué en su casa, si estaba en el hospital? Es una estupidez.
- Busquemos en internet, si no me crees.
- Ah, ok. Pero mañana; ahora mismo tengo que ayudarle a mi tía Lili.

28/Mayo/2004
Eran las 5 de la tarde cuando recibí una llamada de Jacobo. Tal como esperaba, quiso venir a mi casa. Esta vez llegó puntual. Nos pusimos a jugar videojuegos, pero pronto comenzó a desesperarse y apagó la consola para dirigirse hacia mi computador. -Tengo que enseñarte algo- dijo. Entró a una pagina que era un blog, luego se metió en foros; estaba ansioso por llegar donde quería. Cuando por fin encontró el sitio que buscaba me volteó a ver y con una cara de sorprendido me dijo que leyera el artículo. Comencé a leerlo; el titulo decía "Hospital Santa Mónica".

Datos Históricos:
-Hospital especializado en casos de tuberculosis.
-Hospital psiquiátrico (área adultos y niños).
Sobre ambas secciones campeaba un sello de letras bien grandes: ¡CLAUSURADO! Al parecer, había intervenido el Ayuntamiento de Justicia desde 1996. A continuación pude leer varias declaraciones hechas por personas que trabajaban para el ayuntamiento, y habían acabado en diferentes hospitales psiquiátricos
12 de Octubre 2000 - Señora Rocío Del Carmen
- ¡No entren al hospital! Morirán... morirán, esta maldito, ustedes están malditos. ¡No entren al hospital!
23 de Octubre 2000 - Señor Alejando Minera
- Estaba en la oficina y me secuestró la enfermera. Me "abrió el estomago", dijo que estaba enfermo, por suerte ella me curó. La enfermera me curó.

Leí unas 12 declaraciones en ese mismo tono. En cada una sentía correr escalofríos por todo mi cuerpo; toda esa gente hablaba de fenómenos inexplicables. Era realmente extraño. Apague el computador, medio temblando, y le dije a Jacobo que se fuera de mi casa. Ya había visto suficiente; por el momento no quería saber nada más de su dichoso "Hospital Maldito".

Una vez se fue Jacobo me sentí algo más tranquilo. Me fui a ver televisión y me quedé dormido. Al despertar me encontré en un lugar extraño: era un hospital. Tenía una bata puesta, y desde una botella colgada goteaba suero por un tubo, hasta mi vena en el brazo derecho. ¿Qué carajo me sucedió? ¿Qué hago yo aquí? Y ¿por qué todas las personas que veo en este hospital no tienen rostro? ¡Tía Lili! ¡Alguien me diga qué sucede, por favor! Me invadió la desesperación. Eché a correr. Al salir al pasillo casi tropecé con un cadáver, y una enfermera me dirigió la palabra: -¿Se encuentra bien, joven? Luís, ¿te encuentras bien? Reconocí la voz de mi tía Lili.

-Despierta, Luís. ¡Despierta!
Abrí los ojos y ahí estaba mi tía, sosteniéndome de los hombros, con una cara que denotaba angustia. No pude sino abrazarla; le conté que había tenido la pesadilla del siglo. Ella se puso a reír.
-Eso te pasa por leer estupideces.
-No son estupideces, tía. Es real.
-Será mejor que dejes de leer esos artículos. Vas a volverte loco, hijo.

29/Mayo/ 2004
Vino Jacobo otra vez. Trajo un ajedrez para entretenernos un rato. Estábamos jugando, cuando escuchamos un ruido que venía del salón. Fuimos a controlar, y vimos que mi computador estaba prendido. Llamé a la tía Lili, por si había prendido ella el computador, pero no recibí respuesta alguna. Apagué el aparato, y cuando me di media vuelta se volvió a prender solo. Si bien asustados nos quedamos mirando la pantalla. En cuanto toqué el mouse se me abrió una página con fondo negro y letras rojas; apareció una imagen. Era una foto del Hospital Santa Mónica. Apagué el ordenador, aterrorizado pero también furioso con Jacobo.
-Pero, ¿qué está pasando aquí? ¿Qué maldición me has traido? Desde que viniste con esta historia del hospital me han estado pasando cosas raras. Ya estoy harto de tanta porquería.
-Luís, a mí también me han sucedido cosas extrañas. Estoy seguro de que algo nos está llamando; y sólo hay una manera de terminar con todo esto. Debemos ir al hospital para enfrentarlo, sea lo que sea.

30/Mayo/2004
Llegó el día de ir al Hospital Santa Mónica. Fui a casa de Jacobo; tomamos una maleta y comenzamos a preparar linternas, una cobija, nuestros teléfonos celulares, dinero y un reproductor mp3. Cuando íbamos de camino le mandé un mensaje a mi tía Lili: le dije que la amaba y le di las gracias por ser como una madre para mi.

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