El 21 de septiembre es el Día Mundial del Alzhéimer, una enfermedad cuyo alcance, evolución y progresión la sitúan como primera causa de demencia en el mundo en personas mayores de 65 años. Cifras, datos y números que visualizan el relieve, importancia y trascendencia de este mal.
El alzhéimer es la más común de las demencias; es una enfermedad progresiva y degenerativa del cerebro que provoca deterioro de la memoria, del pensamiento y de la conducta.
Actualmente, afecta a 44 millones de personas en todo el mundo. Según los expertos, este tipo de demencia continuará con una tendencia ascendente y se prevé que llegue a afectar en 2050 a 135 millones de personas, por lo que se convertiría en la enfermedad más importante del siglo XXI, según establece Efesalud.com.
La enfermedad llega de manera silenciosa y gradual. Muchas veces se reconoce su presencia hasta que el mal está en estado avanzado y para entonces, los déficits ya son notorios, la mente de la persona afectada no se entera de lo que sucede. Estos cambios mentales y de personalidad contribuyen a la pérdida de la identidad del paciente que olvida todo lo que se relaciona con su persona y con la vida. Quien padece de alzhéimer experimenta confusión en tiempo y espacio, cambios de personalidad, dificultad para encontrar palabras, finalizar ideas o pensamientos y seguir instrucciones básicas. Los sentidos se apagan lentamente. Los olores, colores y texturas que alguna vez recorrieron la mente se van quedando tan vírgenes como al inicio de la vida. El origen de este padecimiento es aún desconocido; los investigadores trabajan sobre posibles causas tales como daño neurológico, deficiencias químicas, anormalidades genéticas, virus, tóxicos ambientales y disfunción en el sistema de defensas del organismo. Según datos aportados por la Federación Internacional de Asociaciones Alzheimer, que agrupa 77 países, se estima que en El Salvador existen alrededor de 30,000 personas que padecen algún grado de demencia, esta cantidad se incrementará a 46,900 para 2020 y en 2040 los casos llegarían a 96,300.
En cuanto al diagnóstico de la enfermedad, no existe una sola prueba que la confirme. Cuando se observan los síntomas, se debe obtener una evaluación física, psiquiátrica y neurológica completa realizada por un médico neurólogo en el diagnóstico de trastornos demenciales. La precisión del diagnóstico con esta evaluación es de aproximadamente 90 %. Pero la única forma de confirmar al 100 % el diagnóstico de la enfermedad es estudiando el tejido cerebral con técnicas inmuno-histoquímicas. Por el momento se dispone solo de tratamiento sintomático, no hay ningún medicamento o procedimiento que cure la enfermedad o que detenga su progresión. Los síntomas cognitivos afectan la memoria, la sensibilidad, el lenguaje, el juicio y otros procesos de pensamiento.
La Administración de Alimentos y Drogas de Estados Unidos (FDA, siglas en inglés) ha aprobado dos tipos de drogas para tratar los síntomas cognitivos de la enfermedad de Alzheimer. En primer lugar, están los inhibidores de la colinesterasa que previenen la descomposición de la acetilcolina que es un mensajero químico muy importante para la memoria y el aprendizaje. También está el medicamento memantine (Namenda), que trabaja regulando la actividad del glutamate, un mensajero químico diferente que juega un papel en el aprendizaje y la memoria.


El alzhéimer es la más común de las demencias; es una enfermedad progresiva y degenerativa del cerebro que provoca deterioro de la memoria, del pensamiento y de la conducta.
Actualmente, afecta a 44 millones de personas en todo el mundo. Según los expertos, este tipo de demencia continuará con una tendencia ascendente y se prevé que llegue a afectar en 2050 a 135 millones de personas, por lo que se convertiría en la enfermedad más importante del siglo XXI, según establece Efesalud.com.

La enfermedad llega de manera silenciosa y gradual. Muchas veces se reconoce su presencia hasta que el mal está en estado avanzado y para entonces, los déficits ya son notorios, la mente de la persona afectada no se entera de lo que sucede. Estos cambios mentales y de personalidad contribuyen a la pérdida de la identidad del paciente que olvida todo lo que se relaciona con su persona y con la vida. Quien padece de alzhéimer experimenta confusión en tiempo y espacio, cambios de personalidad, dificultad para encontrar palabras, finalizar ideas o pensamientos y seguir instrucciones básicas. Los sentidos se apagan lentamente. Los olores, colores y texturas que alguna vez recorrieron la mente se van quedando tan vírgenes como al inicio de la vida. El origen de este padecimiento es aún desconocido; los investigadores trabajan sobre posibles causas tales como daño neurológico, deficiencias químicas, anormalidades genéticas, virus, tóxicos ambientales y disfunción en el sistema de defensas del organismo. Según datos aportados por la Federación Internacional de Asociaciones Alzheimer, que agrupa 77 países, se estima que en El Salvador existen alrededor de 30,000 personas que padecen algún grado de demencia, esta cantidad se incrementará a 46,900 para 2020 y en 2040 los casos llegarían a 96,300.
En cuanto al diagnóstico de la enfermedad, no existe una sola prueba que la confirme. Cuando se observan los síntomas, se debe obtener una evaluación física, psiquiátrica y neurológica completa realizada por un médico neurólogo en el diagnóstico de trastornos demenciales. La precisión del diagnóstico con esta evaluación es de aproximadamente 90 %. Pero la única forma de confirmar al 100 % el diagnóstico de la enfermedad es estudiando el tejido cerebral con técnicas inmuno-histoquímicas. Por el momento se dispone solo de tratamiento sintomático, no hay ningún medicamento o procedimiento que cure la enfermedad o que detenga su progresión. Los síntomas cognitivos afectan la memoria, la sensibilidad, el lenguaje, el juicio y otros procesos de pensamiento.
La Administración de Alimentos y Drogas de Estados Unidos (FDA, siglas en inglés) ha aprobado dos tipos de drogas para tratar los síntomas cognitivos de la enfermedad de Alzheimer. En primer lugar, están los inhibidores de la colinesterasa que previenen la descomposición de la acetilcolina que es un mensajero químico muy importante para la memoria y el aprendizaje. También está el medicamento memantine (Namenda), que trabaja regulando la actividad del glutamate, un mensajero químico diferente que juega un papel en el aprendizaje y la memoria.

