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Cuando las emociones nos bloquean y nos saturan, intentamos poner auto-control.



Nos han enseñado que no está bien llorar, ni que nos vean mal. Y por eso, procuramos presentarnos ante los otros, enteros, felices, fuertes, aunque por dentro estemos a punto de estallar, y nos sintamos vulnerables, débiles, emocionados…

Así, procuramos esconder lo que sentimos, reprimirlo, vivir como si no me sintiera como me siento, es decir, negándome a mí misma.

Y llega el día, en el que no puedo más, me siento cansada, agotada, con ganas de dejarlo todo, y ese día, me desbordo, mis emociones se desatan, no puedo controlarlas, afloran sin permiso, y me siento muy mal…

A la misma vez, mi cuerpo responde físicamente dolorido, con enfermedad, reacciones físicas, molestias…

Eso es la Catarsis Emocional, cuando sufro un colapso emocional, mis emociones me bloquean, me paralizan, ya no puedo ser fuerte y contenerlas, me siento vencida, pequeña, como si el mundo fuese un lugar peligroso para mí, todo me daña, y me causa dolor, nadie me comprende…

Es precisamente éste momento catártico, el que he querido evitar durante mucho tiempo, durante el cual me he mostrado fuerte, impasible, valiente y por ello había conseguido el “auto-control”, tan necesario para sentirme equilibrado/a.

Sin embargo, todo recipiente acaba llenándose, y tenía que ocurrir.

Si analizo y observo la “explosión emocional”, me daré cuenta de que no surgió de la nada, sino que durante un tiempo impredecible, he estado “aguantando” y no permitiendo que aflorasen mis sentimientos más profundos, algunos, inconscientes. Por tanto, podría decir, que si los negaba, no les permitía salir, en realidad, no los aceptaba.

Y si sigo buceando, quizás descubra pensamientos de “auto-exigencia”, como por ejemplo, “tengo que estar bien”, y por ello, me reponía, ocultaba mis emociones más profundas, y “gracias a ello”, podía seguir viviendo, con la sensación “falsa” de control y equilibrio.

Es necesaria ésta explosión catártica, para la “salud emocional”, si se llega a éste nivel de negación emocional.

Sin embargo, es más saludable no llegar hasta aquí. Para ello, desde la primera emoción o sentimiento, me permitiré vivirla en toda su expresión, aceptando que “soy humana, y tengo emociones”, valorando éstas como parte de un proceso de aprendizaje, crecimiento, cambio y maduración.

De ahí, que es necesario encontrar vías sanas de expresión de las emociones, no dañinas para la propia persona, ni para los demás, y donde sacarlas, expresarlas, gritarlas, contarlas, llorarlas…Y liberarse de ellas. Toda represión es negativa, hace crecer las emociones en nuestro interior con más intensidad y dolor. Pues están sin resolver.

Toda expresión “controlada” es terapéutica, liberadora. Y esto supone aceptar las emociones, hablar de ellas y no ocultarlas. A esto se le llama Inteligencia emocional.

Para ello, es indispensable, perder el miedo a sufrir, a sentirse vulnerable ante los demás, ya que el mayor dolor es el que no se expresa, y la mayor vulnerabilidad es la presión de ocultarse, y no ser uno mismo.