¿QUÉ DEBO HACER SI MI HIJO NO CRECE?
El desarrollo es un proceso
continuado que se pone en marcha
con la fecundación y que termina con
la edad adulta. Tiene dos facetas, el
crecimiento (aumento de peso y
talla), y la maduración. Está
programado genéticamente: en el
óvulo fecundado se encuentran ya
configurados todos los mecanismos
que llevarán al individuo a una talla
adulta determinada, y en un tiempo
determinado (pubertad adelantada,
normal o tardía). Esta determinación
genética, prácticamente
inmodificable, nos conduce a las
siguientes reflexiones:
El crecimiento
Ni beber mucha leche (“rica en
calcio”), ni los suplementos
vitamínicos, ni el exceso de
proteínas, o el hacer ejercicio,
incrementan la talla final adulta. Pero,
una alimentación incorrecta, en
cantidad o calidad, puede interferir la
programación genética de la talla, y
no llegarse a ella. Mejorar las
condiciones higiénico sanitarias de la
población, mejora la talla media (“los
niños ahora son más altos que sus
padres”): cierto, hasta hace 15 años;
pero el incremento de la talla media
de los españoles, ha tocado techo.
La talla final adulta depende,
fundamentalmente, de la talla de los
padres. “Tengo unos vecinos bajitos,
con hijos muy altos”: en el 90% de las
ocasiones es un hecho falso o mal
interpretado. La diferencia de talla
entre varón y mujer con idéntica
dotación genética es de unos 13 cm.
continuado que se pone en marcha
con la fecundación y que termina con
la edad adulta. Tiene dos facetas, el
crecimiento (aumento de peso y
talla), y la maduración. Está
programado genéticamente: en el
óvulo fecundado se encuentran ya
configurados todos los mecanismos
que llevarán al individuo a una talla
adulta determinada, y en un tiempo
determinado (pubertad adelantada,
normal o tardía). Esta determinación
genética, prácticamente
inmodificable, nos conduce a las
siguientes reflexiones:
El crecimiento
Ni beber mucha leche (“rica en
calcio”), ni los suplementos
vitamínicos, ni el exceso de
proteínas, o el hacer ejercicio,
incrementan la talla final adulta. Pero,
una alimentación incorrecta, en
cantidad o calidad, puede interferir la
programación genética de la talla, y
no llegarse a ella. Mejorar las
condiciones higiénico sanitarias de la
población, mejora la talla media (“los
niños ahora son más altos que sus
padres”): cierto, hasta hace 15 años;
pero el incremento de la talla media
de los españoles, ha tocado techo.
La talla final adulta depende,
fundamentalmente, de la talla de los
padres. “Tengo unos vecinos bajitos,
con hijos muy altos”: en el 90% de las
ocasiones es un hecho falso o mal
interpretado. La diferencia de talla
entre varón y mujer con idéntica
dotación genética es de unos 13 cm.
Imagínense una pareja con talla
parecida, hecho muy frecuente, por
ejemplo alrededor de 163 cm. Un hijo
que herede la dotación genética
materna medirá, unos 176 cm, (talla
de su madre, si hubiera sido varón).
Pero, su hija, si heredara la genética
paterna mediría, por el mismo motivo,
alrededor de 150 cm. Trasladen estos
sencillos cálculos a su familia, o sus
vecinos, y encontrarán explicación a
muchas tallas “inexplicables”. Sin
embargo, la talla de los hijos
depende, habitualmente, de la mezcla
genética de los padres, acercándose
a la denominada, “talla diana”. Así
definimos un primer grupo de niños
NORMALES con talla corta: talla
corta familiar, una “variante de la
normalidad”. Son individuos
pequeños de niño y de adulto. Hijos
bajos, de padres bajos, validando el
aforismo “de tal palo tal astilla”. Como
son “normales”, no necesitan
tratamiento, aunque se vislumbran
posibilidades futuras.
La maduración
El inicio de la pubertad (aparición de
vello pubiano, incremento mamario /
testicular), es variable, y tras “el
estirón puberal del crecimiento” se
alcanza la talla adulta. Hay niños que
tienen una “pubertad adelantada”,
altos durante la infancia, (por lo que
están muy contentos), pero que se
desarrollan pronto, y al final no son
tan altos como parecía. Si el adelanto
es excesivo recibe el nombre de
“pubertad precoz”, y puede reflejar
algún problema, que deberá ser
valorado y tratado.
Por el contrario, hay niños con
“pubertad atrasada”, pequeños
durante la infancia, pero no después.
Niños de maduración lenta, que
tardan más años en alcanzar la talla
adulta. Denominados en algunas
regiones “tardanos”, constituyen el
otro grupo de “variantes de la
normalidad”: retraso constitucional del
crecimiento y desarrollo. También es
una característica genética: de
padres precoces o “tardanos”, hijos
precoces o “tardanos”. Se pueden
identificar estudiando la maduración
ósea, habitualmente en radiografía de
la mano, y, como niños normales que
son, tampoco necesitan tratamiento.
Conociendo la talla de sus padres y
estudiando la “edad ósea”, podemos
enjuiciar si la talla del niño es
“normal”. La sospecha de una talla
baja patológica, conlleva el inicio de
una búsqueda diagnóstica que puede
ser larga, pues las causas son
múltiples, (enfermedad ósea,
alteraciones cromosómicas,- como el
síndrome de Turner en la niñas,
celiaquía tardía, déficit de hormona
de crecimiento, etc.). Muchos de
estos procesos tienen hoy tratamiento
adecuado.