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La boda de cuento de hadas ya se acabó y las realidades de la vida de casado se asoman ¿Le hace falta a usted el “fueron felices para siempre”?



Durante su luna de miel, Ed y Rosaura pasaron horas mirándose fijamente a los ojos – considerando cómo iban a pasar los próximos 50 años. Decidieron escribir esos planes como una guía para el futuro.



Pero no mucho tiempo después, esos planes se toparon con varios obstáculos.



Ed perdió su trabajo. A Rosaura le diagnosticaron diabetes. Costumbres que al principio parecían lindas, se volvieron molestas.



Cuando tuvieron un hijo, Rosaura decidió quedarse en casa — lo que redujo los recursos económicos de la familia. Ed trabajó más para compensar, reduciendo aún más el tiempo que pasaban juntos. Cuando ella habló de esto con preocupación, solo pareció irritarlo a él.



Todavía se amaban. Pero esto distaba de lo que habían escrito en su luna de miel.



Quizás usted se esté preguntando si sus primeros sueños de dicha matrimonial fueron más ilusión que realidad. ¿Por qué no está funcionando el matrimonio de la forma en la que usted lo planeó?

En las consejerías prematrimoniales, las parejas a menudo exploran sus expectativas acerca del matrimonio. Pero, ¿Qué significa eso? ¿Son esas expectativas la manera como usted piensa que será su matrimonio, o la manera como usted quiere que sea? ¡Ambas pueden ser muy diferentes!



La gente basa sus expectativas matrimoniales en dos pilares. Uno es el noviazgo. Si la relación inicial fue tan maravillosa y de miradas dulces ¿Por qué tendría usted que esperar que el matrimonio fuera distinto? Si pasar 20 horas a la semana nos trae tanta alegría, usted podría decirse, ¡Más tiempo juntos como marido y mujer va a ser simplemente mejor!



Pero piense detenidamente en su noviazgo ¿No fue en gran parte un espejismo?



¿Qué hacían ustedes cuando no querían estar solos? Se alistaban y hacían cosas divertidas juntos. ¿Qué hacían cuando se cansaban de hablar? Se iban a casa ¿Cómo lidiaban con la toma de decisiones? Cada quien tomaba las suyas.



Cuando se estaba de novios, siempre habían válvulas de escape en la relación. Ahora que usted está casado, no tiene ninguna otra casa a la cual se pueda ir. Las finanzas de su cónyuge son las suyas y viceversa.



Por su naturaleza, el noviazgo permite que una pareja viva en una negación de la realidad. El matrimonio vuelve esa postura mucho más difícil de mantener.



El otro pilar de las expectativas matrimoniales es aquel matrimonio que usted vio de primera mano mientras crecía. Esa relación proveyó una de dos posibles imágenes para que usted observara. El matrimonio no pareció ser digno de imitarlo o sí lo era.



Aún si el matrimonio que usted vio fue conflictivo e infeliz, usted puede haber creído que las cosas iban a ser diferentes para usted. Sin esa esperanza, la decisión de haber permanecido soltero hubiera parecido bastante apetecible. Pero el simple hecho de elevar sus expectativas no hará que su matrimonio sea mejor que el de sus padres. Usted necesita enfrentarse a sus heridas y desilusiones pasadas, quizás con la ayuda de un consejero o pastor. Tal vez eso no resulte tan emocionante como el romance, pero hará que tenga más posibilidades de experimentar un matrimonio romántico y satisfactorio.



Por otro lado, quizás usted haya tenido la gran fortuna de haber visto un modelo matrimonial digno de imitarse ¡Puede alegrarse por eso! Pero ahí también hay una trampa. Usted podría estar encerrado en el pensamiento de que la manera en la que usted vio a su padre y madre relacionarse es la única forma saludable en la que un matrimonio puede funcionar.



Por ejemplo, digamos que sus padres tenían un buen temperamento; la toma de decisiones les resultaba fácil. Usted y su cónyuge podrían ser más tercos y necesitar de más tiempo para discutir sus asuntos. Eso está bien, aunque es diferente. Hay muchos estilos de matrimonio que pueden ser saludables.



Los padres pueden afectar sus expectativas matrimoniales de otras formas también. Ese fue el caso de Tom y Jill.



Tom no estaba alcanzando sus expectativas matrimoniales. A través de la lectura y la consejería, finalmente se dio cuenta de que dichas expectativas eran un esfuerzo por superar una infancia dolorosa. Mientras crecía, a menudo se vio sometido al control de su madre. Él trajo al matrimonio un voto muy propio, que nunca se acercaría tanto a su mujer como para dejarla controlarlo de la forma en la que lo hizo su madre. Como resultado, nunca se dio la oportunidad de acercarse lo suficiente a Jill como para tener una conexión con ella.



Tom tuvo que trabajar en sanar sus heridas antes de poder relacionarse con Jill de una forma más significativa. Ambos se reunieron periódicamente para tomar café con una pareja más experimentada de su iglesia, para aprender lo que podían esperar de cada nueva etapa del matrimonio.



Todavía tienen sus dificultades. Pero Tom está aprendiendo más sobre las expectativas de Dios sobre su matrimonio. A menos de que dependa de Dios para tener la habilidad de amar a Jill, no hay ninguna formula mágica para que eso suceda. También está aprendiendo que al mantenerse fiel a su matrimonio, él está creciendo de una forma que él nunca creyó posible.



Tom trajo sus propias expectativas al matrimonio, pero Dios tiene un plan mejor.



Si sus expectativas matrimoniales han sido irreales, es hora de que las cuestione. Pero si usted lo hace y aún así tiene preocupaciones, considere la posibilidad de que el problema no esté en sus expectativas. Quizás usted tenga un problema en su matrimonio.



Guardar expectativas irreales no significa que todo lo demás en el matrimonio está en orden. Sus dudas pueden alejarlo ligeramente del camino correcto, pero bien pueden ser advertencias tempraneras sobre dificultades que podrían causar más problemas si no son resueltas. Hable de ellas con su cónyuge de una manera respetuosa; vea si ustedes dos pueden resolverlas. Si ello falla, busque a un pastor o consejero para pedirle ayuda.