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Sobre los beneficios de comer cerebros


Alimentarse de cerebros puede ser muy sano. Comer cerebro metafóricamente, principalmente a través de libros, en lo que podríamos considerar un arte de digestión memética, tiene enormes beneficios potenciales para nuestra salud mental y nuestro funcionamiento cognitivo. Y es que el lenguaje escrito es una poderosa tecnología de “refrigeración” para almacenar y transmitir información que puede considerarse como una forma de telepatía. Pero este artículo no se trata de explorar solamente esta metáfora geek de libros como cerebros, sino del acto en sí de alimentarse de materia cerebral de diferentes animales.

El sitio Mysterious Universe analiza esta tradición ampliamente difundida de alimentarse del cerebro de distintos animales, principalmente la vaca. En India y Pakistán se disfruta del Maghaz, un platillo compuesto de un potpourri de cerebros de vaca, cabra y borrego que se combina con una salsa de pistache. En Malasia y en Indonesia, por ejemplo, se come el “gulai”, un platillo similar al curry que suele servirse con cerebro de vaca. En Camerún, el jefe de una tribu celebra su corona devorando el cerebro fresco de un gorila (ese otro rey de los homínidos).

Más allá de la práctica ritual, comer cerebro puede llegar a tener beneficios, si se hace con moderación. Estos órganos son ricos en Ácido docosahexaenoico (DHA), una forma de ácido graso Omega-3 que juega un papel en el desarrolló del cerebro infantil y puede usarse para combatir el Alzheimer. Al parecer en este caso aplica la ley seudocientífica de las correspondencias, que sugiere que las formas tienen significados afines: el cerebro es bueno para el cerebro.

Existen, sin embargo, algunas desventajas (salvo que seas un zombie) en comer cerebros. Como es el exceso de colesterol que de adoptar esta práctica se estaría acumulando en tu cuerpo (los cerebros son especialmente ricos en colesterol). A su vez, un exceso de comer cerebro podría causar una encefalopatía como la famosa enfermedad de las vacas locas.

Richard Rudgley en su Enciclopedia de Sustancias Psicoactivas documenta el uso tradicional y experimental de ciertos animales como sustancias psicoactivas o medicinales. Por ejemplo, se dice que el alquimista suizo Paracelso, podría haber ingerido una substancia derivada del hombre. Según su discipulo Oswald Crollius, la referencia en los escritos de Paracelso a “Mumia patibuli” es a la carne de un hombre que murió de forma violenta y que se ha preservado en el Aire. Eel médico John Hartman hace referencia a que el cerebro de un joven molido en un mortero y mezclado con partes de su esqueleto es una efectiva medicina. El alquimista Robert Boyle escribió sobre los beneficios de los remedios hechos con polvo de huesos humanos. Todo esto podría relacionarse, aunque algo alargadamente, con el hecho de que el cerebro humano produce naturalmente DMT, la potente sustancia psicodélica que es parte del brebaje del ayahuasca y que se consume en diferentes presentaciones por diferentes culturas. Se ha encontrado que los esquizofrénicos producen una mayor cantidad de DMT, lo cual podría relacionarse con el “Mumia patibuli” de Paracelso, siendo que en su época muchos esquizofénicos eran enviados al patíbulo. Pero faltaría ver de que forma es posible extraer del cerebro humano DMT, y no sólo en el lenguaje celeste, altamente hermético de los alquimistas. Esto es algo que imagina Terry Southern en su cuento “The Blood of a Wig”. Así que tal vez fumar cerebros podría ser algo que un grupo selecto de psiconautas podría probar.