Les dejo la primera parte del relato de un viaje en camioneta por Perú, proximamente subiré la segunda parte.Si desean leer más historias ingresen a www.te-fuiste.com.ar
Es domingo a la mañana. Estamos saliendo de Copacabana rumbo a la frontera con Perú. En los ultimos días nos dimos cuenta que tenemos un problema en la maguita y necesitamos ver un taller mecánico. No es nada grave pero necesitamos una herramienta que no encontramos en ninguno de los talleres de Copacabana asi que decidimos ir lento hasta la frontera y solucionarlo en el primer pueblo peruano.
En la frontera de Bolivia empiezan los problemas. Un agente de la aduana, que nos trata bastante mal, se quiere quedar el original de la declaración jurada de la camioneta que nos dieron en la frontera Argentina, entregándonos él una fotocopia sellada de ese mismo papel. En la aduana Argentina nos dijieron expresamente que el original no se lo entregáramos a nadie, que sin ese papel no podríamos volver a ingresar la camioneta al país. Después de una discusión bastante tensa, logramos salir de la aduana con los sellos correspondientes y el papel original.
Del lado de Perú las cosas son muchos mas simples y tranquilas. En migraciones solo hay una pareja aparte de nosotros para realizar los trámites, así que rapidamente salimos de las oficinas. En la aduana somos los únicos. Un agente nos explica donde podemos encontrar algún taller mecánico mientras llena los papeles correspondientes. Nos da el pase sin siquiera revisar que tenemos en el interior de la maguita.
Ya dentro de Perú con los papeles en orden vamos en busca del mecánico siguiendo las instrucciones que nos dieron en la aduana. Luego de fracasar en un par de galpones, conseguimos un taller que tiene la herramienta que necesitamos para poder arreglar la camioneta y seguir viaje tranquilos. En 5 minutos Martín, el mecánico, soluciona nuestro problema. A la hora de preguntarle cuanto es, nos contesta: "Vayan tranquilos, no es nada". Después de convidarle mate, nos saluda con el antebrazo para no ensuciarnos con su mano engrasada y volvemos a la ruta. Una buena manera de empezar nuestro rumbo en el nuevo país.
Una ruta en no muy buen estado y llena de badenas nos lleva hacia Puno donde pensamos pasar la noche. Bordeamos el lago Titicaca esta vez por su lado oeste. A lo lejos en la orilla opuesta se pueden ver pequeñas luces las cuales intentamos adivinar de que ciudad boliviana se trata. Con el sol casi bajo por completo llegamos a la ciudad de Puno. Las miles de luces de la ciudad nos reciben reflejándose en el lago, mientras buscamos un lugar donde acomodarnos y pasar la noche.
Estacionamos la maguita en un barrio militar que nos parecio lo más seguro para pasar la noche. Al otro día decidimos hacer la excursión a las islas flotantes de los Uros que se encuentran en frente de la ciudad. Por 18 soles un barco nos lleva desde el puerto de la ciudad hasta las islas flotantes en un viaje que dura cerca de media hora. El pueblo Uro es una asentamiento preincaico que antes de la irrupcíon de los Incas a esta zona vivián en la costa del lago Titicaca obteniendo sus alimentos de la agricultura y de la pesca. Con la llegada de los Incas tuvieron que buscar su lugar en el agua ya que en tierra firme no habia lugar para las dos civilizaciones. Visitamos dos de las ochenta islas flotantes hechas totalmente por juncos donde habitan. Actualmente las familias de las islas viven del turismo que le permite obtener el capital necesario para comprar las cosas que no pueden sacar del lago. La excursión dura alrededor de tres horas donde nos muentran la fabricación de las islas y podemos ver como es la vida de la familias que las habitan. Cerca de las 4 de la tardes estamos caminando por Puno hasta el lugar donde dejamos estaciona la maguita, donde tenemos el primer mal trago del viaje. Al abrir la camioneta encontramos todo revuelto. En el tiempo que estuvimos en la excursión, a plena luz del día, alguien nos abrió la ventana de la camioneta, entró y se llevo nuestras notebooks, otros aparatos electrónicos incluyendo nuestro GPS y todo el bolso con la ropa de Lucho que se ve que usaron para llevarse todas las otras cosas. Sin poder creer lo que pasó tratamos de encontrar algún culpable, alguna explicación, pero no encontramos nada. De lo único que nos damos cuenta es que a medida de que fueron pasando los días de viaje nos fuimos confiando, hasta que todo termino de una mala manera. Mientras que dos nos sentamos en el cordón mirando a la maguita sin poder creer lo que paso, otros dos van a hacer la denuncia a la policía, aunque sabemos que de mucho no servirá. No nos dan ganas de entrar a la camioneta sabiendo que hubo un desconocido adentro revolviendo nuestras cosas . El lado bueno es que todos tenemos los documentos, tantos los nuestros como los de la camioneta. Estamos vivos, el viaje no está ni cerca de terminarse. Lo que no mata fortalece, dicen. El robo no nos mató, nos golpeó fuerte, nos dejó tambaleando pero seguimos en camino. La tarde se nos escapa en la comisaría llenando papeles, respondiendo preguntas sin sentido. Ya de noche nos sentamos a comer en uno de los pocos lugares que está abierto. La comida nos va aflojando aunque la bronca sigue intacta. Caminando de nuevo hacia la camioneta surgen los primeros chistes sobre el robo. Mañana nos iremos para Arequipa. Puno y el robo habrán quedado atrás.
Después de viajar todo el día, a la tarde siguiente entramos a Arequipa. Rodeada por vólcanes, algunos todavía en actividad, la ciudad de Arequipa es la segunda ciudad más grande de Perú con más de un millón de habitantes, conocida también como la ciudad blanca dado que gran parte de sus construcciones fueron hechas con arenilla volcánica de ese color. La mala experiencia de Puno nos hace tomar más precauciones a la hora de estacionar la camioneta por lo cual buscamos un estacionamiento donde podamos estacionarla y dormir adentro. Luego de ser rechazados en algunos estacionamientos encontramos uno donde nos permiten dormir y hasta nos prestan su baño por un precio bajo. Con la camioneta estacionada segura empezamos a recorrer. La ciudad cuenta con un gran número de museos, conventos e iglesias. En el centro encontramos una pintoresca plaza principal que esta rodeada por la catedral, la actual municipalidad y diversos locales. La zona en que se encuentra la ciudad registra una alta actividad sísmica. De 3 a 7 temblores por día suceden en Arequipa y sus proximidades, aunque debido a su poca intensidad no son percibidos por las personas. Decidimos visitar la catedral y uno de los conventos. Aunque nos hubiera gustado visitar más museos algunos tienen precios más elevados, sin descuentos para estudiantes, por lo cual tenemos que seleccionar solo algunos para recorrer. Recomendamos hacer siempre las visitas a los museos con los guías que se ofrecen ahí mismo. Por una colaboración a voluntad, que generalmente es el precio del guía, la recorrida toma otro valor y se puede aprovechar mucho más.
Recorriendo calles coloniales en perfecto estado, entrando y saliendo de antiguas iglesias y paseando por ordenados mercados que rodean la zona céntrica pasamos nuestros dos días en Arequipa antes de marcharnos.
Luego de saludar a nuestros amigos del estacionamiento, volvemos a la ruta. Alrededor de 700 km de montaña nos separan de Cusco, nuestro próximo destino. Tenemos que volver por el camino que vinimos hasta Puno y de ahí empalmar la ruta que sale a Cusco.
Viajamos todo el día sin parar intentando llegar a Cusco antes de que anochezca. Las rutas tienen un trazado simple sin demasiadas pendientes aunque el asfalto no se encuentra en buenas condiciones. La policía nos detiene cuando circulamos cerca de Juliaca, todavía a unos 300 km de Cusco, ya entrada la tarde. Luego de revisar y devolver todos nuestros papeles se acerca a la ventanilla y nos dice: "Los papeles están perfectos chicos, el problema es que no tienen pintada la patente del auto en el lateral y eso es una falta grave". Nunca habíamos escuchado nada al respecto, ni en la aduana ni en ningún otro lado. ¿Cómo vamos a pintar un costado de la maguita por el poco tiempo que pasaremos en Perú? El agente nos quiere hacer una multa de 300 soles que tenemos que pagar en la municipalidad de Juliaca. Luego de decirle que no tenemos plata, que estamos viajando desde lejos, nos ofrece arreglar el inconveniente por 200 soles y después por 100. Después de insistir unos minutos ofreciendonos diferentes alternativas nos libera entendiendo que no le vamos a dar un sol.
Seguimos ruta hacia Cusco, solo paramos para almorzar y cargar combustible. Cerca de las 9 de la noche entramos en la antigua capital del imperio Inca, actualmente la ciudad más turística de Perú. Dado su gran contenido de cultura incaica y su cercanía con Machu Pichu, la ciudad esta repleta de turistas de todas partes del mundo. En las calles se escucha en igual cantidad gente hablando en inglés o en alemán, como en castellano. Caminando por la ordenada plaza de armas somos atacados por diferentes vendedores, tanto de artesanías o comidas regionales, como de agentes de turismo que nos ofrecen tours por toda la ciudad. Las señoras que venden artesanías muestran sus productos al mismo tiempo que nos gritan su precio en ingles. Al ver que nuestras miradas se alejan desinteresadas de los productos nos vuelven a gritar pero esta vez un precio mucho menor al ofrecido primeramente. Los nenes más chiquitos no son excluidos de la venta ambulante y caminan la plaza con llaveros o pulseras al grito de "one sol!".
Pasamos 3 días en la ciudad antes de partir a las ruinas del Machu Pichu estacionados a media cuadra de una comisaría tomando todos los recaudos de seguridad necesarios. La ciudad cuenta con un gran número de museos. Compramos un pase que incluye la entrada a 16 de esos museos, incluyendo la mayoría de los sitios arqueólogicos que se encuentran cerca. Como siempre recorremos los mercados donde también aprovechamos para comer a un precio muy bajo. En estos mercados diferentes puestos ofrecen almuerzo que cuenta con sopa, plato principal y un té de postre que nos cuesta mucho menos que cocinar.
Debido al cambio de horario los días son cortos en esta parte de Perú, el sol cae muy temprano y a las 6 de la tarde ya es totalmente de noche. Con el sol también cae la temperatura agradable que hubo durante el día, por lo cual tratamos de recorrer de día antes de que refresque . Todas las tardes nos sentamos en los bancos de la plaza principal, con nuestro termo y nuestro mate, a mirar el fluido movimiento peatonal que la cruza mientras los primeros turistas europeos toman su cena en los balcones de los restorantes que miran la catedral.
Emprendemos el camino que nos lleva a Machu Pichu visitando las ruinas Incas de Puka Pukara y Pisaq que se encuentran en nuestra ruta. De salida de una de esas ruinas un cartel que dice: "Carne de chancho", en la puerta casa de una nos tienta y nos obliga a comprar. Ahora solo necesitamos un lugar para hacer nuestro asadito al lado del río. Antes de que anochezca estacionamos la maguita a la vera de un río que tiene gran correntada. En la orilla contraria circula el tren que lleva los turistas hasta Machu Pichu. Luego de luchar un rato con el fuego, el asado sale perfecto. Con el estómago repleto de comida nos vamos a dormir temprano ya que nos espera nuevamente un día largo.
Al otro día luego de visitar las ruinas de Ollantaytabo, que se encuentran a unos pocos kmm de donde nos encontramos nosotros, emprendemos definitivamente nuestro camino hacia Machu Pichu. Hay diferentes opciones para ir a la ciudadela más famosa de la civilización Inca. Por una suma importante de dolares, se puede hacer el tradicional camino del Inca, que cuenta con 4 días extenuantes de caminata o excursiones de uno, dos o tres días que se ofrecen en cualquier agencia de la ciudad de Cusco. Por nuestra parte nos decidimos por una ruta secundaria, que aparte de ser la más barata, nos permite llegar con la maguita a solo 10 km, del pueblo de Machu Pichu. La ruta aternativa que tomamos consiste en rodear la montaña e ingresar por su parte de atrás, por el lado de la hidroeléctrica. Dos días más de rutas para nada sencillas nos llevan hasta Santa Teresa, luego de detenernos una noche en Santa María, otro pequeño pueblo de insertado en a selva montañosa. En Santa Teresa dejamos la camioneta en un camping y nos tomamos un taxi hasta la central hidroélectrica donde empezará nuestra caminata hacia este sueño. De una caminata de dos horas y media se trata nuestro primer tramo. El camino no es complicado ya que todo el tiempo caminamos al lado del tren lo que implica que no haya mucha pendiente. Cerca de las 5 de la tarde estamos en Aguas Calientes, un pueblo al que no se puede acceder con el auto, solamente en tren o de la manera que lo hicimos nosotros. Por primera vez desde que arranca el viaje nos alojamos en un hostel por solo 20 soles, encargamos el desayuno para las 5 de la mañana ya que queremos estar en la montaña para la salida del sol.
"El gran día" finalmente llega. Desayunamos temprano y emprendemos nuestra caminata a paso lento. No hay apuro, cada paso merece su disfrute y goce. Vamos separados, cerca pero cada uno a su ritmo, la procesión va por dentro. La caminata dura casí una hora y media. Las escaleras son muy empinadas y un sufrimiento para las piernas. Pero cuando se cansan las piernas, empuja la cabeza y cuando se cansa la cabeza empuja el corazón y el corazón no es fácil que se canse cuando anda atrás de un sueño. Extenuados llegamos a la entrada del complejo, que a pesar de ser temprano, se encuentra lleno de turistas. Una guía nos acompaña en nuestra primera parte de recorrido por la ciudadela. El sol ingresa por todas partes, el día nos ayuda y nos permite ver la perfección de la construcción que es absoluta. Machu Pichu fue un centro de capacitación para el imperio Inca y aunque hay diferentes versiones lo cierto es que su construcción duro aproximadamente 100 años y la ciudadela fue abandonada en 1534, en pleno apogeo, debido a que los españoles ingresaron a Cusco, por lo cual las casi mil personas que vivián aquí abandonaron todo y fueron a ayudar a sus hermanos. Desde esos diás pasaron casi 400 años hasta que un estadounidense acompañado de un campesino de la zona llegó redescubrió el sitio y restauró el deterioro causado por el paso del tiempo. Muy contentos no están en Perú con este ciéntifico norteamericano debido a que se llevo para su país 40 cofres cerrados en los que declaró que había 5000 piezas de la cultura Inca. De esas 5000 piezas declaradas, solo fueron devueltas 2500, las demás se encuentran todavía en Estados Unidos.
Mientrás la guía explica cada detalle cierro los ojos y puedo ver miles de personas cultivando la tierra, trabajando las piedras en las canteras y me pregunto que hubiera pasado si los españoles no hubieran llegado y exterminado a esta civilización tan desarrollada, en que punto estaría ahora ese desarrollo.
La visita guiada termina y nos quedamos solos dando vueltas por las ruinas. Emprendemos otra hora y media de caminata para llegar a un punto alto y tener otra panorámica del lugar. En el fin de la caminata nos espera la Puerta Del Sol. Nos sentamos en una piedra al borde de un abismo que mira perfectamente a la ciudadela. Siento nostalgía del presente por estar en este lugar y no saber cuando lo voy a volver a ver. Trato de llenarme los ojos con cada detalle del paisaje que tengo enfrente para poder reproducirlo en palabras el día que lo quiera contar, aunque se que de algo me voy a olvidar.
El sol empieza a caer y nosotros emprendemos nuestras 3 horas de caminatas escaleras abajo. No vemos la hora de bañarnos y tirarnos a dormir haber si podemos asimilar todo lo vivido hoy.
Extenuados, doloridos, volvemos a Cusco para emprender nuestro camino hacia la playa peruana. Nuestros días de altura están a punto de terminar, la maguita se va a conocer el océano pacífico.



Es domingo a la mañana. Estamos saliendo de Copacabana rumbo a la frontera con Perú. En los ultimos días nos dimos cuenta que tenemos un problema en la maguita y necesitamos ver un taller mecánico. No es nada grave pero necesitamos una herramienta que no encontramos en ninguno de los talleres de Copacabana asi que decidimos ir lento hasta la frontera y solucionarlo en el primer pueblo peruano.
En la frontera de Bolivia empiezan los problemas. Un agente de la aduana, que nos trata bastante mal, se quiere quedar el original de la declaración jurada de la camioneta que nos dieron en la frontera Argentina, entregándonos él una fotocopia sellada de ese mismo papel. En la aduana Argentina nos dijieron expresamente que el original no se lo entregáramos a nadie, que sin ese papel no podríamos volver a ingresar la camioneta al país. Después de una discusión bastante tensa, logramos salir de la aduana con los sellos correspondientes y el papel original.
Del lado de Perú las cosas son muchos mas simples y tranquilas. En migraciones solo hay una pareja aparte de nosotros para realizar los trámites, así que rapidamente salimos de las oficinas. En la aduana somos los únicos. Un agente nos explica donde podemos encontrar algún taller mecánico mientras llena los papeles correspondientes. Nos da el pase sin siquiera revisar que tenemos en el interior de la maguita.
Ya dentro de Perú con los papeles en orden vamos en busca del mecánico siguiendo las instrucciones que nos dieron en la aduana. Luego de fracasar en un par de galpones, conseguimos un taller que tiene la herramienta que necesitamos para poder arreglar la camioneta y seguir viaje tranquilos. En 5 minutos Martín, el mecánico, soluciona nuestro problema. A la hora de preguntarle cuanto es, nos contesta: "Vayan tranquilos, no es nada". Después de convidarle mate, nos saluda con el antebrazo para no ensuciarnos con su mano engrasada y volvemos a la ruta. Una buena manera de empezar nuestro rumbo en el nuevo país.
Una ruta en no muy buen estado y llena de badenas nos lleva hacia Puno donde pensamos pasar la noche. Bordeamos el lago Titicaca esta vez por su lado oeste. A lo lejos en la orilla opuesta se pueden ver pequeñas luces las cuales intentamos adivinar de que ciudad boliviana se trata. Con el sol casi bajo por completo llegamos a la ciudad de Puno. Las miles de luces de la ciudad nos reciben reflejándose en el lago, mientras buscamos un lugar donde acomodarnos y pasar la noche.
Estacionamos la maguita en un barrio militar que nos parecio lo más seguro para pasar la noche. Al otro día decidimos hacer la excursión a las islas flotantes de los Uros que se encuentran en frente de la ciudad. Por 18 soles un barco nos lleva desde el puerto de la ciudad hasta las islas flotantes en un viaje que dura cerca de media hora. El pueblo Uro es una asentamiento preincaico que antes de la irrupcíon de los Incas a esta zona vivián en la costa del lago Titicaca obteniendo sus alimentos de la agricultura y de la pesca. Con la llegada de los Incas tuvieron que buscar su lugar en el agua ya que en tierra firme no habia lugar para las dos civilizaciones. Visitamos dos de las ochenta islas flotantes hechas totalmente por juncos donde habitan. Actualmente las familias de las islas viven del turismo que le permite obtener el capital necesario para comprar las cosas que no pueden sacar del lago. La excursión dura alrededor de tres horas donde nos muentran la fabricación de las islas y podemos ver como es la vida de la familias que las habitan. Cerca de las 4 de la tardes estamos caminando por Puno hasta el lugar donde dejamos estaciona la maguita, donde tenemos el primer mal trago del viaje. Al abrir la camioneta encontramos todo revuelto. En el tiempo que estuvimos en la excursión, a plena luz del día, alguien nos abrió la ventana de la camioneta, entró y se llevo nuestras notebooks, otros aparatos electrónicos incluyendo nuestro GPS y todo el bolso con la ropa de Lucho que se ve que usaron para llevarse todas las otras cosas. Sin poder creer lo que pasó tratamos de encontrar algún culpable, alguna explicación, pero no encontramos nada. De lo único que nos damos cuenta es que a medida de que fueron pasando los días de viaje nos fuimos confiando, hasta que todo termino de una mala manera. Mientras que dos nos sentamos en el cordón mirando a la maguita sin poder creer lo que paso, otros dos van a hacer la denuncia a la policía, aunque sabemos que de mucho no servirá. No nos dan ganas de entrar a la camioneta sabiendo que hubo un desconocido adentro revolviendo nuestras cosas . El lado bueno es que todos tenemos los documentos, tantos los nuestros como los de la camioneta. Estamos vivos, el viaje no está ni cerca de terminarse. Lo que no mata fortalece, dicen. El robo no nos mató, nos golpeó fuerte, nos dejó tambaleando pero seguimos en camino. La tarde se nos escapa en la comisaría llenando papeles, respondiendo preguntas sin sentido. Ya de noche nos sentamos a comer en uno de los pocos lugares que está abierto. La comida nos va aflojando aunque la bronca sigue intacta. Caminando de nuevo hacia la camioneta surgen los primeros chistes sobre el robo. Mañana nos iremos para Arequipa. Puno y el robo habrán quedado atrás.
Después de viajar todo el día, a la tarde siguiente entramos a Arequipa. Rodeada por vólcanes, algunos todavía en actividad, la ciudad de Arequipa es la segunda ciudad más grande de Perú con más de un millón de habitantes, conocida también como la ciudad blanca dado que gran parte de sus construcciones fueron hechas con arenilla volcánica de ese color. La mala experiencia de Puno nos hace tomar más precauciones a la hora de estacionar la camioneta por lo cual buscamos un estacionamiento donde podamos estacionarla y dormir adentro. Luego de ser rechazados en algunos estacionamientos encontramos uno donde nos permiten dormir y hasta nos prestan su baño por un precio bajo. Con la camioneta estacionada segura empezamos a recorrer. La ciudad cuenta con un gran número de museos, conventos e iglesias. En el centro encontramos una pintoresca plaza principal que esta rodeada por la catedral, la actual municipalidad y diversos locales. La zona en que se encuentra la ciudad registra una alta actividad sísmica. De 3 a 7 temblores por día suceden en Arequipa y sus proximidades, aunque debido a su poca intensidad no son percibidos por las personas. Decidimos visitar la catedral y uno de los conventos. Aunque nos hubiera gustado visitar más museos algunos tienen precios más elevados, sin descuentos para estudiantes, por lo cual tenemos que seleccionar solo algunos para recorrer. Recomendamos hacer siempre las visitas a los museos con los guías que se ofrecen ahí mismo. Por una colaboración a voluntad, que generalmente es el precio del guía, la recorrida toma otro valor y se puede aprovechar mucho más.
Recorriendo calles coloniales en perfecto estado, entrando y saliendo de antiguas iglesias y paseando por ordenados mercados que rodean la zona céntrica pasamos nuestros dos días en Arequipa antes de marcharnos.
Luego de saludar a nuestros amigos del estacionamiento, volvemos a la ruta. Alrededor de 700 km de montaña nos separan de Cusco, nuestro próximo destino. Tenemos que volver por el camino que vinimos hasta Puno y de ahí empalmar la ruta que sale a Cusco.
Viajamos todo el día sin parar intentando llegar a Cusco antes de que anochezca. Las rutas tienen un trazado simple sin demasiadas pendientes aunque el asfalto no se encuentra en buenas condiciones. La policía nos detiene cuando circulamos cerca de Juliaca, todavía a unos 300 km de Cusco, ya entrada la tarde. Luego de revisar y devolver todos nuestros papeles se acerca a la ventanilla y nos dice: "Los papeles están perfectos chicos, el problema es que no tienen pintada la patente del auto en el lateral y eso es una falta grave". Nunca habíamos escuchado nada al respecto, ni en la aduana ni en ningún otro lado. ¿Cómo vamos a pintar un costado de la maguita por el poco tiempo que pasaremos en Perú? El agente nos quiere hacer una multa de 300 soles que tenemos que pagar en la municipalidad de Juliaca. Luego de decirle que no tenemos plata, que estamos viajando desde lejos, nos ofrece arreglar el inconveniente por 200 soles y después por 100. Después de insistir unos minutos ofreciendonos diferentes alternativas nos libera entendiendo que no le vamos a dar un sol.
Seguimos ruta hacia Cusco, solo paramos para almorzar y cargar combustible. Cerca de las 9 de la noche entramos en la antigua capital del imperio Inca, actualmente la ciudad más turística de Perú. Dado su gran contenido de cultura incaica y su cercanía con Machu Pichu, la ciudad esta repleta de turistas de todas partes del mundo. En las calles se escucha en igual cantidad gente hablando en inglés o en alemán, como en castellano. Caminando por la ordenada plaza de armas somos atacados por diferentes vendedores, tanto de artesanías o comidas regionales, como de agentes de turismo que nos ofrecen tours por toda la ciudad. Las señoras que venden artesanías muestran sus productos al mismo tiempo que nos gritan su precio en ingles. Al ver que nuestras miradas se alejan desinteresadas de los productos nos vuelven a gritar pero esta vez un precio mucho menor al ofrecido primeramente. Los nenes más chiquitos no son excluidos de la venta ambulante y caminan la plaza con llaveros o pulseras al grito de "one sol!".
Pasamos 3 días en la ciudad antes de partir a las ruinas del Machu Pichu estacionados a media cuadra de una comisaría tomando todos los recaudos de seguridad necesarios. La ciudad cuenta con un gran número de museos. Compramos un pase que incluye la entrada a 16 de esos museos, incluyendo la mayoría de los sitios arqueólogicos que se encuentran cerca. Como siempre recorremos los mercados donde también aprovechamos para comer a un precio muy bajo. En estos mercados diferentes puestos ofrecen almuerzo que cuenta con sopa, plato principal y un té de postre que nos cuesta mucho menos que cocinar.
Debido al cambio de horario los días son cortos en esta parte de Perú, el sol cae muy temprano y a las 6 de la tarde ya es totalmente de noche. Con el sol también cae la temperatura agradable que hubo durante el día, por lo cual tratamos de recorrer de día antes de que refresque . Todas las tardes nos sentamos en los bancos de la plaza principal, con nuestro termo y nuestro mate, a mirar el fluido movimiento peatonal que la cruza mientras los primeros turistas europeos toman su cena en los balcones de los restorantes que miran la catedral.
Emprendemos el camino que nos lleva a Machu Pichu visitando las ruinas Incas de Puka Pukara y Pisaq que se encuentran en nuestra ruta. De salida de una de esas ruinas un cartel que dice: "Carne de chancho", en la puerta casa de una nos tienta y nos obliga a comprar. Ahora solo necesitamos un lugar para hacer nuestro asadito al lado del río. Antes de que anochezca estacionamos la maguita a la vera de un río que tiene gran correntada. En la orilla contraria circula el tren que lleva los turistas hasta Machu Pichu. Luego de luchar un rato con el fuego, el asado sale perfecto. Con el estómago repleto de comida nos vamos a dormir temprano ya que nos espera nuevamente un día largo.
Al otro día luego de visitar las ruinas de Ollantaytabo, que se encuentran a unos pocos kmm de donde nos encontramos nosotros, emprendemos definitivamente nuestro camino hacia Machu Pichu. Hay diferentes opciones para ir a la ciudadela más famosa de la civilización Inca. Por una suma importante de dolares, se puede hacer el tradicional camino del Inca, que cuenta con 4 días extenuantes de caminata o excursiones de uno, dos o tres días que se ofrecen en cualquier agencia de la ciudad de Cusco. Por nuestra parte nos decidimos por una ruta secundaria, que aparte de ser la más barata, nos permite llegar con la maguita a solo 10 km, del pueblo de Machu Pichu. La ruta aternativa que tomamos consiste en rodear la montaña e ingresar por su parte de atrás, por el lado de la hidroeléctrica. Dos días más de rutas para nada sencillas nos llevan hasta Santa Teresa, luego de detenernos una noche en Santa María, otro pequeño pueblo de insertado en a selva montañosa. En Santa Teresa dejamos la camioneta en un camping y nos tomamos un taxi hasta la central hidroélectrica donde empezará nuestra caminata hacia este sueño. De una caminata de dos horas y media se trata nuestro primer tramo. El camino no es complicado ya que todo el tiempo caminamos al lado del tren lo que implica que no haya mucha pendiente. Cerca de las 5 de la tarde estamos en Aguas Calientes, un pueblo al que no se puede acceder con el auto, solamente en tren o de la manera que lo hicimos nosotros. Por primera vez desde que arranca el viaje nos alojamos en un hostel por solo 20 soles, encargamos el desayuno para las 5 de la mañana ya que queremos estar en la montaña para la salida del sol.
"El gran día" finalmente llega. Desayunamos temprano y emprendemos nuestra caminata a paso lento. No hay apuro, cada paso merece su disfrute y goce. Vamos separados, cerca pero cada uno a su ritmo, la procesión va por dentro. La caminata dura casí una hora y media. Las escaleras son muy empinadas y un sufrimiento para las piernas. Pero cuando se cansan las piernas, empuja la cabeza y cuando se cansa la cabeza empuja el corazón y el corazón no es fácil que se canse cuando anda atrás de un sueño. Extenuados llegamos a la entrada del complejo, que a pesar de ser temprano, se encuentra lleno de turistas. Una guía nos acompaña en nuestra primera parte de recorrido por la ciudadela. El sol ingresa por todas partes, el día nos ayuda y nos permite ver la perfección de la construcción que es absoluta. Machu Pichu fue un centro de capacitación para el imperio Inca y aunque hay diferentes versiones lo cierto es que su construcción duro aproximadamente 100 años y la ciudadela fue abandonada en 1534, en pleno apogeo, debido a que los españoles ingresaron a Cusco, por lo cual las casi mil personas que vivián aquí abandonaron todo y fueron a ayudar a sus hermanos. Desde esos diás pasaron casi 400 años hasta que un estadounidense acompañado de un campesino de la zona llegó redescubrió el sitio y restauró el deterioro causado por el paso del tiempo. Muy contentos no están en Perú con este ciéntifico norteamericano debido a que se llevo para su país 40 cofres cerrados en los que declaró que había 5000 piezas de la cultura Inca. De esas 5000 piezas declaradas, solo fueron devueltas 2500, las demás se encuentran todavía en Estados Unidos.
Mientrás la guía explica cada detalle cierro los ojos y puedo ver miles de personas cultivando la tierra, trabajando las piedras en las canteras y me pregunto que hubiera pasado si los españoles no hubieran llegado y exterminado a esta civilización tan desarrollada, en que punto estaría ahora ese desarrollo.
La visita guiada termina y nos quedamos solos dando vueltas por las ruinas. Emprendemos otra hora y media de caminata para llegar a un punto alto y tener otra panorámica del lugar. En el fin de la caminata nos espera la Puerta Del Sol. Nos sentamos en una piedra al borde de un abismo que mira perfectamente a la ciudadela. Siento nostalgía del presente por estar en este lugar y no saber cuando lo voy a volver a ver. Trato de llenarme los ojos con cada detalle del paisaje que tengo enfrente para poder reproducirlo en palabras el día que lo quiera contar, aunque se que de algo me voy a olvidar.
El sol empieza a caer y nosotros emprendemos nuestras 3 horas de caminatas escaleras abajo. No vemos la hora de bañarnos y tirarnos a dormir haber si podemos asimilar todo lo vivido hoy.
Extenuados, doloridos, volvemos a Cusco para emprender nuestro camino hacia la playa peruana. Nuestros días de altura están a punto de terminar, la maguita se va a conocer el océano pacífico.


