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Fantasmas, santería y niños embrujados se conjugan con una producción visual impactante y brutal.



Fue en una visita a una bruja donde se gestó la trama de Saudó: laberinto de almas, la más reciente producción del realizador Jhonny Hendrix Hinestroza, recordado por haber dirigido el drama Chocó y ser el productor de la cinta animada Anina.

“Fuimos al Chocó y nos encontramos con una supuesta bruja que nos pidió unas cuantas botellas de ron y tabaco. Recuerdo que hablamos con ella y después de un par de horas, en las que no pasaba nada y ya se había tomado buena parte del licor, ella blanqueó los ojos y nos contó la historia de un pueblo anclado en el Pacífico al que llegaban los esclavos que se escapaban; ellos practicaban un ritual para hacerse invisibles y no ser atrapados”, recuerda el director.

Esa fue la premisa para Saudó, que se estrena este jueves en las salas de cine del país y que mezcla el terror y el suspenso a través de las vivencias de Elías, un médico que se ve arrastrado a lidiar con unos orígenes cargados de misticismo.

Él sufre pesadillas y alucinaciones que le recuerdan un espacio lúgubre y ahora lejano, en contraste con sus luchas cotidianas, enfocadas principalmente en el choque generacional que vive con su hijo, Francisco.

Poco a poco, la cinta revela su camino: el conflicto de un hombre que renegó de sus tradiciones y que ahora parece tener que asumir una responsabilidad que implica peligros. La población en la que él nació convive con una energía muy fuerte de rituales y batallas entre el bien y el mal, una energía que también va a rodear a su familia.



“Siento que todos experimentamos una transformación o un viaje, pero siempre sentimos un llamado especial de nuestra tierra. A eso fue a lo que nos aferramos en esta cinta: la historia de un hombre que ha venido del barro y por más que sea un profesional y tenga otra vida, ese mismo barro lo invitará de nuevo a untarse y a dolerse por su tierra”, recalca Jhonny Hendrix Hinestroza.

Algo parecido ha vivido este realizador de Quibdó (Chocó), quien siempre ha vuelto a su terruño cuando decide afrontar un nuevo proyecto cinematográfico. En el caso de Saudó, asume el reto de romper ciertos esquemas en el cine nacional y, sobre todo, conjurar la poca atención que el público demuestra (en algunos casos) cuando llegan producciones nacionales a las salas de cine.

“Dicen que nuestro cine no le llega al público, que los directores no piensan en el público, pero en el caso de Saudó, creo que buscamos la forma de llegar a la gente con una idea genuina y novedosa: todos hemos escuchado leyendas y si ese misticismo que llevamos desde niños –alguna vez nos han contado historias sobrenaturales o extrañas– lo traemos a la pantalla gigante, seguramente vamos a generar una expectativa que lleve a la gente a querer verla”, explica acerca de su filme.

Fantasmas, santería, niños embrujados y saberes populares se conjugan con un ritmo cuya intensidad crece poco a poco y que se realza con una producción visual impactante y brutal, en la que el equipo de rodaje y la posproducción logran resultados muy interesantes.

“Esta es la cinta más demorada de nuestra productora Antorcha Films. Trabajamos de manera detallada cada aspecto y tuvimos un minucioso trabajo de guion para tener muy claro a dónde queríamos llegar”, recuerda el director, que trabajó durante siete años en este filme que en un momento dado iba a ser su debut en el cine. “Por la complejidad del proyecto, hice primero Chocó, una apuesta totalmente diferente”, recuerda.



Sin embargo, nunca dejó de lado esa aventura que le inspiró una bruja en éxtasis y con una buena dosis de ron. Para Hendrix Hinestroza, esta es su película más exigente y, a la vez, la más aleccionadora.

“Me costó mucho. En el cine se cree que los directores son arrogantes, pero en mi caso, si alguna vez lo fui, Saudó: laberinto de almas me hizo doblar las rodillas, bajar la cabeza y asumir que uno está aprendiendo todo el tiempo. El cine no es una aventura en solitario, es un trabajo en equipo que no se hace con amigos, sino con gente profesional y que también es capaz de vibrar con el proyecto (...) Estoy muy orgulloso con el resultado final y debo decir que en términos visuales y de producción no tiene que envidiarle nada a otras películas”, comenta el director.

“Espero que le vaya bien, porque tiene el amor de todo un equipo encima”, agrega, antes de adelantar que sus nuevos rumbos cinematográficos se enfocarán en la realización de una comedia con elementos dramáticos, para seguir en este juego de hacer cine, algo que él define como una ‘terquedad artística’.

“No he logrado encontrar otra labor que me pueda hacer sentir tan vivo, sin el cine no podría respirar”, finaliza.