El dictador, el exalcalde y la demanda a los creadores de Call of Duty
En un juego con personajes históricos reales, ¿hay límites a la hora de representarlos?
Después de años de abusos como presidente intocable de la república de Panamá, Manuel Antonio Noriega fue llevado a juicio en Estados Unidos por tráfico de drogas y blanqueo de dinero. Condenado en 1992, fue extraditado y pasó una temporada en una prisión francesa. Finalmente dio con sus huesos de nuevo en su país, donde permanece encarcelado desde 2011.
Noriega había estado bastante tranquilo desde entonces, hasta que se dio cuenta de que aparecía retratado como personaje en el juego de Activision Blizzard Call of Duty: Black Ops II y que la representación que se hacía de él no le dejaba en muy buen lugar. Fue entonces cuando decidió demandar a la compañía desarrolladora por unos cuantos millones de dólares. Esto ocurría el pasado julio. Hoy, Noriega tiene un contrincante a la altura de una situación ya de por sí extraña: Rudy Giuliani, exalcalde estrella de la ciudad de Nueva York, se ha erigido como abogado defensor de la compañía de videojuegos.
Después de una vista oral en Los Ángeles el pasado martes, Giuliani afirma haberse involucrado en el asunto porque realmente le preocupan “las implicaciones que puede tener este caso para el cumplimiento de la primera enmienda”. Se refiere al punto de la constitución estadounidense que blinda la libertad de expresión, de religión o de información. Giuliani forma parte de un famoso bufete de abogados llamado Bracewell & Giuliani, y asegura estar preocupado por los retos morales que plantea el caso: “Estoy moralmente indignado por el hecho de que un hombre como Noriega esté buscando reprimir nuestros derechos creativos en Estados Unidos”. De sus declaraciones deducimos que su táctica consiste en narrar todas las atrocidades que cometió el exdictador en vez de centrarse en la cuestión legal de fondo: ¿es legítimo el uso que Activision hizo de una figura pública?
Noriega no es una "rockstar"
link: https://www.youtube.com/watch?v=587DqOe34F0
Otra de las abogadas defensoras de Activision, Kelly Klaus, intenta dejar clara esa cuestión. Según ella, el juego es una representación de hechos históricos documentados y como tal, Noriega aparece representado como una figura del dominio público. No como una celebrity o una personalidad popular, sino de la misma manera en que podría aparecer Obama, Hitler, o Alejandro Magno. "Como parte de la historia, no es más dueño de su trayectoria vital que yo, o el presidente Bush”, continúa Giuliani.
Entre tanto, el exdictador se lamenta de que sus nietos, que fueron quienes le pusieron tras la pista del juego, vayan a verle como un villano. “Esperen a ver entonces cuando les enseñen las fotos de Hugo Spadafora”, comentaba Giuliani refiriéndose al asesinato en 1985 del líder de la resistencia panameña a manos del entonces presidente.
Más allá de la demonización que esté llevando a cabo la defensa para desacreditar a Noriega, lo cierto es que la historia tiene todavía una capa más de significado: el papel de los videojuegos en el retrato de situaciones reales. Las películas de acción americanas suelen colocar el papel de villanos a personajes de países con los que EEUU no se lleva bien (rusos hace unos años, árabes en la actualidad...). Lo mismo ocurre en muchos videojuegos de temática militar o de espionaje, que también llegan a millones de personas. La diferencia está en que al introducirnos en la acción, estamos tomando partido por uno u otro bando. Es otra manera de reescribir la historia. Una en la que se juega con la empatía del espectador.
Lo más seguro es que Noriega no gane este juicio, y que se tenga que resignar a la opinión que sus nietos puedan tener de él. Pero nosotros estamos al otro lado de las pantallas y tenemos opción de jugar a Call of Duty y entender de una vez los videojuegos como lo que son: relatos que hablan del mundo, voces que relatan la historia de nuestro tiempo y que tenemos que aprender a descifrar.
En un juego con personajes históricos reales, ¿hay límites a la hora de representarlos?

Después de años de abusos como presidente intocable de la república de Panamá, Manuel Antonio Noriega fue llevado a juicio en Estados Unidos por tráfico de drogas y blanqueo de dinero. Condenado en 1992, fue extraditado y pasó una temporada en una prisión francesa. Finalmente dio con sus huesos de nuevo en su país, donde permanece encarcelado desde 2011.
Noriega había estado bastante tranquilo desde entonces, hasta que se dio cuenta de que aparecía retratado como personaje en el juego de Activision Blizzard Call of Duty: Black Ops II y que la representación que se hacía de él no le dejaba en muy buen lugar. Fue entonces cuando decidió demandar a la compañía desarrolladora por unos cuantos millones de dólares. Esto ocurría el pasado julio. Hoy, Noriega tiene un contrincante a la altura de una situación ya de por sí extraña: Rudy Giuliani, exalcalde estrella de la ciudad de Nueva York, se ha erigido como abogado defensor de la compañía de videojuegos.
Después de una vista oral en Los Ángeles el pasado martes, Giuliani afirma haberse involucrado en el asunto porque realmente le preocupan “las implicaciones que puede tener este caso para el cumplimiento de la primera enmienda”. Se refiere al punto de la constitución estadounidense que blinda la libertad de expresión, de religión o de información. Giuliani forma parte de un famoso bufete de abogados llamado Bracewell & Giuliani, y asegura estar preocupado por los retos morales que plantea el caso: “Estoy moralmente indignado por el hecho de que un hombre como Noriega esté buscando reprimir nuestros derechos creativos en Estados Unidos”. De sus declaraciones deducimos que su táctica consiste en narrar todas las atrocidades que cometió el exdictador en vez de centrarse en la cuestión legal de fondo: ¿es legítimo el uso que Activision hizo de una figura pública?
Noriega no es una "rockstar"
link: https://www.youtube.com/watch?v=587DqOe34F0
Otra de las abogadas defensoras de Activision, Kelly Klaus, intenta dejar clara esa cuestión. Según ella, el juego es una representación de hechos históricos documentados y como tal, Noriega aparece representado como una figura del dominio público. No como una celebrity o una personalidad popular, sino de la misma manera en que podría aparecer Obama, Hitler, o Alejandro Magno. "Como parte de la historia, no es más dueño de su trayectoria vital que yo, o el presidente Bush”, continúa Giuliani.
Entre tanto, el exdictador se lamenta de que sus nietos, que fueron quienes le pusieron tras la pista del juego, vayan a verle como un villano. “Esperen a ver entonces cuando les enseñen las fotos de Hugo Spadafora”, comentaba Giuliani refiriéndose al asesinato en 1985 del líder de la resistencia panameña a manos del entonces presidente.
Más allá de la demonización que esté llevando a cabo la defensa para desacreditar a Noriega, lo cierto es que la historia tiene todavía una capa más de significado: el papel de los videojuegos en el retrato de situaciones reales. Las películas de acción americanas suelen colocar el papel de villanos a personajes de países con los que EEUU no se lleva bien (rusos hace unos años, árabes en la actualidad...). Lo mismo ocurre en muchos videojuegos de temática militar o de espionaje, que también llegan a millones de personas. La diferencia está en que al introducirnos en la acción, estamos tomando partido por uno u otro bando. Es otra manera de reescribir la historia. Una en la que se juega con la empatía del espectador.
Lo más seguro es que Noriega no gane este juicio, y que se tenga que resignar a la opinión que sus nietos puedan tener de él. Pero nosotros estamos al otro lado de las pantallas y tenemos opción de jugar a Call of Duty y entender de una vez los videojuegos como lo que son: relatos que hablan del mundo, voces que relatan la historia de nuestro tiempo y que tenemos que aprender a descifrar.