
A pesar de quinientos años de opresiones y genocidios, los pueblos de Latinoamérica han sabido curar sus heridas y luchar por un mundo más justo. En los años sesenta y setenta, como parte de un movimiento mundial de transformaciones sociales, distintas organozaciones a lo largo de todo el continente habían vuelto a levantar las banderas de la justicia social.
Por ello no es casual que las dictaduras que se impusieron por aquellos años hayan buscado, una vez más, borrar para siempre a los luchadores y luchadoras que trabajaban para hacer nuestras sociedades más justas. Las dictaduras militares y la represión sistemática en América Latina dejaron silencios, violencias y ausencias, todas marcada a fuego y con sangre. Al menos 30 mil personas fueron desaparecidas en Argentina, más de 100 mil en Guatemala, miles en Uruguay, Brasil y Chile, más de mil en México. Decenas de millones fueron exiliados y otros tantos resultaron encarcelados por razones políticas. Así, el terrorismo de Estado, en las diversas formas que adoptó en América Latina, dejó ausencias y heridas. Instauró el neoliberalismo y, con ello, empobrecimiento, deudas externas y miseria para las mayorías. Dejó sociedades devastadas, temerosas y apáticas. Sin embargo, como no pudo antes, esta vez tampoco pudo callar todas las voces ni eliminar las ansias de un mundo más justo. Muchos de los sobrevivientes siguieron luchando y muchos otros empezamos a hacerlo hace algunos años. Nuestras fuerzas son los ríos de las memorias de los luchadores, nacimos en su lucha, viven en la nuestra.
Esos somos nosotros.
Somos H.I.J.O.S, Hijas e Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio. Somos hijas e hijos de desaparecidos, presos políticos, fusilados, exiliados, asi como jóvenes que sin haber sufrido en su propia familia la represión directa, comprendemos que somos hijos de una historia de represión como de luchas.
Somos una organización política que, desde los derechos humanos, lucha por un mundo más justo y denuncia las violaciones de ayer y hoy. Como organización iniciamos nuestro trabajo en 1995 pero nuestras raíces tienen más de treinta años. Somos hijos del horror, del genocidio y la represión pero también somos hijos de mujeres y hombres que soñaban con un mundo distinto y luchaban para construirlo.
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En qué trabajamos
Trabajamos por la memoria, la identidad y la justicia. Trabajamos porque creemos que otro mundo es posible y vamos buscando caminos para construirlo. Entendemos que ese mundo, más justo, debe incluir verdad y justicia. Así, nuestras voces y manos se levantan contra la impunidad. Y lo hacen desde décadas de historia, desde historias colectivas y desde individualidades. Desde la historia de nuestros países, la historia de muchas organizaciones políticas y sociales, la historia de nuestros padres, nuestras historias. Orgullosamente, somos parte del movimiento de derechos humanos. Somos parte de la gran “familia” de luchas que constituyen en nuestros países organismos como Madres de Plaza de Mayo, Abuelas de Plaza de Mayo, Familiares de Detenidos y desaparecidos por Razones Políticas, Asociación de Ex Detenidos y Presos Políticos, Asamblea Permanente por los Derechos Humanos,Comité Eureka!, Comité 68. Somos parte de ese movimiento porque nuestras abuelas y abuelos, padres y madres, tíos y tías marcaron el camino con fuerza, compromiso y lucha. Fuimos creciendo con ellos , somos la última generación de ese movimiento, la que se formó junto a esos queridos y valientes “viejos” y “tíos”.

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