Buenas. Nuevamente comparto un cuento de mi Autoría. El primero fue publicado en la Categoría E-Books y Tutoriales. El presente cuento corto estará en la categoría Arte, al igual seguramente que los próximos cuentos. Espero os guste. Gracias. Saludos.
“EL RELEVO”
Que nivel. Es que tienen tiempo para pensar, eso ocurre cuando se tiene “nivel”, y que mejor que una cena afuera para festejar la llegada del nuevo retoño de amor a la familia.
“Papás van a salir esta noche” le dijeron, “sos un chico ya grandecito y te quedaras solito”. Que contento que se sentía, ya era todo un hombrecito. Pero algo le molestaba. Con ocho años, a punto de cumplir ya los nueve, era un niño feliz, sano, fuerte e inteligente, pero algo le molestaba. Era ese nuevo retoño de amor, que lo sacaría de su lugar de privilegio y no sería más la personita mimada de la casa.
Por la noche los padres se fueron, no sin antes darles las recomendaciones necesarias. Se sentó en el gran sofá a ver televisión, pero miraba a la nada, su mente imaginaba cosas extrañas, se mezclaban con la ira, el miedo, la envidia, y nuevamente el miedo. Lo que lo sacó del trance de su mente fue el calor del verano. ¡Qué hermosa noche de verano! Si se podía ver todo el firmamento, una noche para amar. Pero él no se sentía amado. Ya no. Una nueva personita ocuparía su lugar. A pesar de las recomendaciones de los padres, abrió los dos enormes ventanales que daban al paradisiaco jardín, entraba una brisa muy refrescante y a él le gustaba.
De pronto cortaron la luz y un nuevo terror se apoderó de él, sumergido en la oscuridad de la enorme casa se le vino a la cabeza, como un shock eléctrico, la historia del Hombre de la Bolsa, que muchas veces le contó su tía años atrás.
Sintió pasos y corrió hacia las escaleras. Allí la luz de la Luna penetraba y daba algo de visión; así fue y así vio un hombre muy grande entrando por uno de los ventanales. El niño empezó a sudar una mezcla de calor y nervios. El tipo era realmente grandote y vestía un largo tapado, pero él vio en su mano que llevaba una bolsa, él era el hombre de la bolsa, venía por él, lo metería en la bolsa para luego matarlo.
Subió corriendo y tropezándose por las escaleras, entró a una de las habitaciones y pudo encontrar unos palos de Golf de su padre, con ellos se defendería. Bajó las escaleras y pudo ver como el hombre de la bolsa lo buscaba; cautelosamente se acercó por atrás y le propinó un golpe en la cabeza al individuo, este cayó, y el niño sin dudar un segundo continuó dándole de golpes en la cabeza.
Cansado, vio el cuerpo ya muerto del hombre, agarró con sus pequeñas manos la bolsa, y allí comprendió todo, él sería el nuevo Hombre de la Bolsa, él sería el terror de niños y niñas. Y ya tenía pensado quien sería su primera víctima. Su primera víctima sería el pequeño retoño que ha de nacer en un par de meses.
José Ifrán.
“EL RELEVO”
Que nivel. Es que tienen tiempo para pensar, eso ocurre cuando se tiene “nivel”, y que mejor que una cena afuera para festejar la llegada del nuevo retoño de amor a la familia.
“Papás van a salir esta noche” le dijeron, “sos un chico ya grandecito y te quedaras solito”. Que contento que se sentía, ya era todo un hombrecito. Pero algo le molestaba. Con ocho años, a punto de cumplir ya los nueve, era un niño feliz, sano, fuerte e inteligente, pero algo le molestaba. Era ese nuevo retoño de amor, que lo sacaría de su lugar de privilegio y no sería más la personita mimada de la casa.
Por la noche los padres se fueron, no sin antes darles las recomendaciones necesarias. Se sentó en el gran sofá a ver televisión, pero miraba a la nada, su mente imaginaba cosas extrañas, se mezclaban con la ira, el miedo, la envidia, y nuevamente el miedo. Lo que lo sacó del trance de su mente fue el calor del verano. ¡Qué hermosa noche de verano! Si se podía ver todo el firmamento, una noche para amar. Pero él no se sentía amado. Ya no. Una nueva personita ocuparía su lugar. A pesar de las recomendaciones de los padres, abrió los dos enormes ventanales que daban al paradisiaco jardín, entraba una brisa muy refrescante y a él le gustaba.
De pronto cortaron la luz y un nuevo terror se apoderó de él, sumergido en la oscuridad de la enorme casa se le vino a la cabeza, como un shock eléctrico, la historia del Hombre de la Bolsa, que muchas veces le contó su tía años atrás.
Sintió pasos y corrió hacia las escaleras. Allí la luz de la Luna penetraba y daba algo de visión; así fue y así vio un hombre muy grande entrando por uno de los ventanales. El niño empezó a sudar una mezcla de calor y nervios. El tipo era realmente grandote y vestía un largo tapado, pero él vio en su mano que llevaba una bolsa, él era el hombre de la bolsa, venía por él, lo metería en la bolsa para luego matarlo.
Subió corriendo y tropezándose por las escaleras, entró a una de las habitaciones y pudo encontrar unos palos de Golf de su padre, con ellos se defendería. Bajó las escaleras y pudo ver como el hombre de la bolsa lo buscaba; cautelosamente se acercó por atrás y le propinó un golpe en la cabeza al individuo, este cayó, y el niño sin dudar un segundo continuó dándole de golpes en la cabeza.
Cansado, vio el cuerpo ya muerto del hombre, agarró con sus pequeñas manos la bolsa, y allí comprendió todo, él sería el nuevo Hombre de la Bolsa, él sería el terror de niños y niñas. Y ya tenía pensado quien sería su primera víctima. Su primera víctima sería el pequeño retoño que ha de nacer en un par de meses.
José Ifrán.