Te damos la bienvenida a la comunidad de T!Estás a un paso de acceder al mejor contenido, creado por personas como vos.

O iniciá sesión con
¿No tenés una cuenta?


Valentino Dixon nunca antes había jugado al golf. Pero, a juzgar por sus dibujos, parecía que había pasado su vida en el green.

Desde la prisión dibujó cientos de imágenes de campos de golf: paisajes verdes y brillantes bajo cielo dorados, a veces rodeados de montañas o divididos por arroyos. Hizo el primero porque el guardián del correccional de Attica le pidió que lo hiciera, como un favor. Dibujó los otros porque, al estar cumpliendo 38 años de prisión por un asesinato perpetrado en 1991 del que siempre mantuvo su inocencia, necesitaba un escape.



"Era casi como si estuviera en el campo de golf", explicó a The Washington Post.

Comenzó a encontrar su inspiración en la revista Golf Digest que uno de sus compañeros reclusos le prestó. Y así fue como encontró a Max Adler, director editorial de la revista. Adler escribía regularmente una columna que a Dixon le gustaba particularmente. En sus textos hablaba sobre cómo, para algunas personas, el golf no era solo un juego. Se llamaba El golf salvó mi vida.

"Estoy sentado en mi celda, diciendo que estos dibujos de golf me están salvando la vida, porque estoy aquí por algo que no hice", decía Dixon, que ahora tiene 48 años. "Los dibujos me levantaron el ánimo de una manera imposible de describir", agregaba.






Decidió enviar uno de ellos a Adler junto a un archivo de su caso. Él decía que era inocente.



El director se dispuso a descubrirlo.

Ahora, más de seis años después de que Golf Digest publicara una investigación detallada sobre su caso, reavivando el interés en las afirmaciones de inocencia de Dixon y captando la atención de la Iniciativa de Prisiones y Justicia de la Universidad de Georgetown, Dixon es un hombre libre.



El miércoles, un juez del distrito estatal en el condado de Erie (Nueva York) anuló las condenas de Dixon por asesinato, intento de asesinato y asalto agravado.
Dixon, que pasó 27 años en prisión, salió de la corte cuando otro hombre, Lamarr Scott, se declaró culpable de esos crímenes. La madre de Dixon, su abuela de 90 años, su hija de 27 y sus nietos fueron a acompañarlo en su liberación. Sus cuatro hijas, que ahora todas están en sus veinte, estaban en pañales cuando fue a prisión. Su esposa, a quién conoció por correspondencia mientras estaba cumpliendo condena, vive en Australia y lo llamó a la casa de su madre tan pronto como estuvo libre.



"Siempre supe que este día llegaría", relataba Dixon a este diario. "Pero nunca pensé que tomaría tanto tiempo. Siempre pensé que saldría al siguiente año, el próximo mes. Seguí pensando que las pruebas estaban ahí… ¿cómo podían negarlo los tribunales?"



La moción para anular la condena de Dixon describe un caso policial plagado de testimonios contradictorios y poco confiables. Además, no presenta evidencias físicas que conectaran a Dixon con el fatal tiroteo.

El abogado defensor de Dixon, Donald Thompson, dijo que el arresto de este hombre resultó problemático desde el principio. A través de un aviso anónimo, el sujeto era sospechoso de haber disparado fatalmente a Torriano Jackson en un estacionamiento de Buffalo, en la madrugada del 10 de agosto de 1991 y frente a docenas de testigos. En ese momento, estaba en libertad bajo fianza por cargos de drogas.

Pero solo dos días después del arresto de Dixon, Scott llamó a una estación de televisión local para decir que necesitaba sacar algo desde lo más profundo de su pecho.


"Llamaré para entregarme", dijo a un reportero de televisión en un vídeo publicado por la Iniciativa de Prisiones y Justicia de Georgetown, "porque no quiero que mi amigo pague por algo que yo hice".

La policía llegó y rápidamente tomó a Scott en custodia. De acuerdo con la moción para anular la condena de Dixon, Scott volvió a confesar el asesinato de Jackson. Pero por alguna razón, la policía no se lo tomó en serio. Thompson sospecha que, a causa de la presión de los fiscales, Scott se retractó de su confesión al testificar ante un gran jurado y aseguró que Dixon fue el autor de los disparos.



Durante el juicio de Dixon, los fiscales llamaron a tres testigos que afirmaron que Dixon lo hizo. Anteriormente, uno le había dicho a la policía que no sabía si se trataba de él, uno era amigo de la víctima y otro dijo a un investigador que su testimonio había sido coaccionado por los fiscales. El abogado defensor de Dixon no llamó a ningún testigo.

Los dos que siempre sostuvieron que Dixon no era el autor de los disparos fueron acusados de mentir y de perjurio.

Pero aún así, después de la condena de Dixon, Scott nunca dejó de hacer esa confesión. Y después de 20 años, Golf Digest dio con él. "Eso me devora todos los días, permití que me convencieran de hacer algo incorrecto", le dijo a Adler. Al año siguiente, en 2013, expresó al canal de golf de NBC en cámara: "Valentino Dixon es un hombre inocente. Estoy sentado aquí, diciendo la verdad. Tengo todo que perder".



En 1993, Scott se enfrentaba a una condena de entre 25 y 50 años tras disparar a un hombre y dejándolo tetrapléjico durante un robo a mano armada. Según el profesor de derecho, Marc Howard, que ejerce de director de la Iniciativa de Prisiones y Justicia de Georgetown, Scott le escribió una carta al fiscal del distrito del condado de Erie en ese momento. Señaló que si el fiscal del distrito le hubiese creído cuando disparó a Jackson, él no hubiese podido disparar a una segunda víctima.

"Pero eso, todavía, no es suficiente para ellos", lamentaba Thompson.




La participación del grupo de Georgetown en el caso tras la publicación del informe de Golf Digest dio el último impulso definitivo para que el equipo de defensa de Dixon presentara la moción para que lo dejaran libre.

Howard indicó que los estudiantes de tan solo 20 y 21 años habían hablado con los testigos, que corroboraron la confesión de Scott como el autor de los disparos, y también dieron con el fiscal del primer juicio. En la cámara, de acuerdo con la moción, el fiscal admitió que la ropa de Dixon se había sometido a pruebas de residuos de armas y que la prueba resultó negativa. Nunca fue revelado a la defensa.

"Sabíamos que había algo podrido con este caso desde el principio. Desde el primer momento estaba claro que alguien más había cometido el asesinato, porque alguien más lo confesó", relató.

El miércoles, Scott confesó por última vez.



"Agarré el arma. Apreté el gatillo y salieron todas las balas", le explicó al juez, según un artículo de Buffalo News.

Los fiscales dicen que el arma que Scott usó pertenecía a Dixon, y por esa razón, la única condena que no fue anulada fue por la de posesión ilegal de ese arma.



Tras su puesta en libertad, el primer lugar al que Dixon quería ir era Red Lobster. Nunca antes había podido probar una langosta.



Tampoco había tenido un celular ni había podido estar con alguno de sus seis nietos.

Por la mañana, comentó que planeaba preparar el desayuno para su abuela. Esta semana visitará a todos sus parientes e irá a la oficina de correos para solicitar un pasaporte y poder ir a visitar a su esposa.

Y el próximo mes, tiene pensado ir a jugar a golf.




_____________________________________Gracias por Pasar