Aquellos maravillosos GTI de los años noventa
Los años 90 fueron una de las décadas doradas del automóvil moderno. Una década de coches fiables, aún asequibles para el bolsillo medio y repletos de sensaciones. Una década que dará lugar a muchos clásicos en los años venideros, y que fue especialmente memorable gracias a sus maravillosos “GTI”. Aquellos deportivos de bolsillo – ya fuesen utilitarios o compactos – enamoraban a la juventud y hacían suspirar a los niños con el momento de sacarse el carnet de conducir. ¿Nos acompañas en este repaso a los mejores GTI de los noventa?
Renault 19 16V (1990)
El Renault 19 había sido lanzado en 1988 como una ofensiva muy clara de Renault en el frente de los compactos. Un digno reemplazo para los Renault 9 y 11, ya por la época bastante desfasados. Construido sobre una nueva plataforma, era cuestión de tiempo que el coche estrenase una versión de altas prestaciones. Renault entonces diseñó un nuevo motor de 1,8 litros y 16 válvulas. Era de hecho la única motorización multiválvulas de toda la gama, y en su lanzamiento en 1990 causó toda una sensación en prensa y público.
El mismo propulsor terminaría bajo el capó del Clio 16V, aún más rápido y cotizado hoy en día.
Era un motor potente, un atmossférico capaz de desarrollar 140 CV de potencia y acelerar hasta los 100 km/h en sólo 8,2 segundos, gracias a un peso de sólamente 1.040 kilos. Este propulsor atmosférico también estuvo disponible en la Fase II del Renault 19, aunque catalizado, con 4 CV menos y algo menos de personalidad estética. Las versiones 16V se distinguían de otras gracias a una toma de aire en el capó, llantas Speedline de 15 pulgadas y un kit de carrocería más deportivo. En su interior contaba con asientos deportivos y un volante de tres radios.
Alfa Romeo 33 16V (1990): pasión bóxer
El Alfa Romeo 33 no era un coche precisamente moderno en los años 90. Llevaba casi 10 años a la venta – había sido presentado en el ya lejano 1983 – y estrenaba en 1990 su segundo lavado de cara. Pero sus credenciales deportivas eran firmes. Tras su último lavado de cara fue lanzada al mercado su versión Quadrifoglio Verde, que en algunos mercados fue simplemente conocida como Alfa Romeo 33 1.7 16V. Su mayor peculiaridad era un motor bóxer de 1,7 litros e inyección electrónica, único en el segmento.
Se vendió hasta 1995, cuando el 33 fue sustituido por el Alfa Romeo 145.
Único por su configuración bóxer y excelente respuesta, este motor de la vieja escuela ha llegado a desarrollar hasta 137 CV de potencia, lo que unido al peso de apenas una tonelada del Alfa Romeo 33 resultaba en una aceleración hasta los 100 km/h de unos 8 segundos. Era un coche sencillo de preparar, de estética discreta que podía pasar perfectamente por un coche familiar. Muchos han sido usados en circuito en tandas, pero en general han sido bien cuidados por sus dueños, normalmente muy aficionados al motor.
Volkswagen Golf GTI 16v (1991)
El Volkswagen Golf de tercera generación fue presentado en 1991, y con él, existía la obligación implícita de lanzar una versión GTI. No en balde, fue Volkswagen la que inventó las siglas GTI con su Golf, a mediados de los años 70 del pasado siglo. La tercera generación del Golf GTI es junto a la cuarta una de las más denostadas, quizá por no destacar tanto ante una competencia que se había puesto las pilas muy rápidamente. Tampoco ayudó el hecho de que en su lanzamiento se optase por un nuevo 2.0 de 8 válvulas y sólo 115 CV.
Los Golf GTI de tercera y cuarta generación tienen una reputación inferior al resto de los GTI.
Una versión del mismo motor con 2 litros y 150 CV – logrados con una culata multiválvula – fue lanzada casi al mismo tiempo, aunque en algunos mercados europeos se demoró un par de años su introducción. Sus prestaciones eran mucho más convincentes y con la dosis extra de potencia el Golf ya estaba a la altura de lo mejor del segmento. Curiosamente, su competencia más dura estaba en casa. Se llamaba Golf VR6, y pretendía ser la versión más premium de la gama, equipada con un nuevo motor de seis cilindros.
Los Golf VR6 llegaron a desarrollar hasta 190 CV y prestacionalmente dejaban muy atrás a los GTI, con un 0 a 100 km/h de unos 7 segundos, un segundo más rápido. El Golf GTI Mk3 es famoso por su comodidad a bordo y su ergonomía, en la época líder. Por algún motivo, no ha disfrutado de la reputación imbatible del GTI Mk2, su predecesor. Aún es posible encontrar unidades en buen estado a buen precio.
Opel Astra GSi 2.0 16v (1991)
En septiembre de 1991 Opel lanzó el que se convertiría en uno de los compactos deportivos de referencia en la década, el Astra GSi. Recuperaba el testigo del Kadett GSi, que a finales de los 80 elevó la reputación deportiva de Opel a cotas antes nunca vistas. Con una nueva plataforma, fue lanzado en dos versiones inicialmente. La primera montaba el motor C20NE, un dos litros atmosférico que desarrollaba 115 CV con su culata de dos válvulas por cilindro. Pero la joya de la corona era el maravilloso GSi 16v, con motor 20XE.
Hubo un tercer Astra GSi, con motor 1.8 16v de 125 CV. Fue lanzado en 1993 como reemplazo del 2.0 8v.
Era un rabioso 2,0 litros atmosférico con culata multiválvulas, directamente derivado del Kadett GSi. Sin catalizar ofrecía 156 CV a las ruedas delanteras, a través de una caja de cambios manual de cinco relaciones muy bien escalonada. El motor era instantáneamente reconocible: la tapa de válvulas era de colo rojo intenso. Con un peso de apenas 1.100 kg, hacía el 0 a 100 km/h en 8 segundos y su punta era 216 km/h. Fue un coche famoso por su facilidad para preparar, y capaz de soportar mucho abuso sin rechistar.
Muchos cayeron en malas manos, y no es fácil encontrar unidades en estado original hoy en día: en cuanto sus precios bajaron, fue pasto del tuning, no siempre con el mayor de los aciertos. La fiesta duró hasta 1995, cuando la restrictiva normativa Euro2 de emisiones hizo perder al motor 2.0 16v parte de su potencia y agudeza, quedándose en 136 CV. Estéticamente, tenía un evocador kit de carrocería deportivo, y un interior con asientos deportivos. Con todo, podría decirse que era un coche relativamente discreto.
Citroën ZX 16V (1991): a caballo entre los 80 y los 90
Uno de los GTI más conocidos – y aún reputados – de la década fue el Citroën ZX 16V. Un coche que se vendió con varias motorizaciones, algunas de ellas hoy muy codiciadas. Fue lanzado en el año 1991, con el motor más potente de la gama, un conocido 1.9 atmosférico de gasolina, de 16 válvulas. Este motor había sido ya usado en los 205 GTi “pata negra”, en los 309 GTi y en los 405, todos ellos Peugeot. Era un motor que desarrollaba 130 CV, y en los ZX permitía una aceleración de 0 a 100 km/h de unos 9,5 segundos.
Su versión de 167 CV es la más codiciada, y sólo estuvo a la venta durante un año.
El motor apenas duró dos año en producción en los ZX Volcane, ya que la Unión Europea exigió la catalización de todos los motores en 1993. Este 1.9 pasó a desarrollar 122 CV una vez catalizado, y fue acto seguido reemplazado por un nuevo 2.0 litros con 155 CV y similar culata de 16 válvulas. Un motor mucho más moderno, que antes de ser reemplazado por el Xsara en 1997 estuvo disponible en su codiciada versión de 167 CV durante un año. Esta es la versión más cotizada del Citroën ZX, especialmente en su versión de tres puertas.
Exteriormente, era un coche discreto y se diferenciaba de otros ZX por un kit de carrocería algo más deportivo, llantas de 15 pulgadas y en el caso de las versiones de tres puertas un spoiler de dimensiones notables sobre el portón del maletero. Con una puesta a punto excelente – cómo echo de menos al Grupo PSA de los años 90 – y un interior discreto, era un lobo con piel de cordero. Sus 167 CV se entregaban a 7.000 rpm, y era capaz de alcanzar casi los 220 km/h. En definitiva, uno de los ZX más memorables.
Nissan Sunny GTi/GTi-R (1992)
Uno de los GTI de los 90 que no podemos olvidar es el Nissan Sunny. El compacto predecesor del Almera fue un superventas cuya versión GTI nada tenía que envidiar a lo mejor de Europa. Como todos los productos japoneses de la época, era un coche muy ligero, fiable y de dinámica muy pura, enfocada en la precisión al volante y la pureza de sensaciones. En 1992 fue lanzada la versión GTi del Sunny, un compacto antes inofensivo. Bajo su capó, uno de los motores Nissan con más pedigrí de la historia, el SR20DE.
El Nissan Sunny GTi y GTi-R es uno de los GTI más injustamente olvidados de la época.
Un atmosférico de 2,0 litros y 150 CV de potencia, fiable como él sólo y capaz de superar las 7.500 rpm. Un utilitario que con un peso de 1.100 kilos era capaz de dar un susto a muchos otros GTI de la época. Pero la versión verdaderamente atómica se llamaba GTi-R. Bajo su capó habitaba un motor SR20DET, un mito del mundo de las preparaciones, un 2.0 litros turboalimentado hasta los 220 CV. Era tan potente como el Ford Escort Cosworth, y pesaba aún menos, sólo 1.230 kilos. Una mala bestia realmente exclusiva hoy en día.
Creada con el objetivo de homologar para rallyes al Sunny, era capaz de acelerar hasta los 100 km/h en sólo 5,6 segundos y tenía una velocidad punta superior a los 230 km/h. Esta impresionante aceleración era posible gracias a un sistema de tracción total permanente, prácticamente una exclusiva en su segmento. Se podía distinguir de otros Sunny gracias a una enorme toma de aire sobre el capó, directamente enganchada a un intercooler situado sobre el SR20DET. Su versión RB tenía un tren de rodaje aún más radical.
Un atmosférico de 2,0 litros y 150 CV de potencia, fiable como él sólo y capaz de superar las 7.500 rpm. Un utilitario que con un peso de 1.100 kilos era capaz de dar un susto a muchos otros GTI de la época. Pero la versión verdaderamente atómica se llamaba GTi-R. Bajo su capó habitaba un motor SR20DET, un mito del mundo de las preparaciones, un 2.0 litros turboalimentado hasta los 220 CV. Era tan potente como el Ford Escort Cosworth, y pesaba aún menos, sólo 1.230 kilos. Una mala bestia realmente exclusiva hoy en día.
Creada con el objetivo de homologar para rallyes al Sunny, era capaz de acelerar hasta los 100 km/h en sólo 5,6 segundos y tenía una velocidad punta superior a los 230 km/h. Esta impresionante aceleración era posible gracias a un sistema de tracción total permanente, prácticamente una exclusiva en su segmento. Se podía distinguir de otros Sunny gracias a una enorme toma de aire sobre el capó, directamente enganchada a un intercooler situado sobre el SR20DET. Su versión RB tenía un tren de rodaje aún más radical.
Honda Civic VTi (1992)
Europa tenía un dominio firme del segmento prestacional de pequeñas dimensiones, pero había algunos disidentes procedentes de Japón. El más ignominioso de todos ellos y el que más quebraderos de cabeza daba a las marcas europeas era simplemente conocido como Honda Civic VTi. Una denominación sencilla, bajo una apariencia de coche tranquilo, apenas diferente de otros Honda Civic de caja EG, equipados con motores de baja potencia. Sólo unas llantas algo más grandes, asientos deportivos y un pequeño emblema dejaban ver sus intenciones.
El Civic VTi presentó a Europa la magia de cuatro simples letras: VTEC.
Los Honda deportivos de los años 90 fueron una magnífica saga de coches, lanzados en la era de mayor fiabilidad del fabricante japonés, capaz de fabricar motores de altísimo régimen de giro. El Honda Civic VTi EG6 tenía en sus entrañas un simple “mil seiscientos” de gasolina. Pero no era un motor cualquiera, era un B16A capaz de desarrollar 160 CV a unas alucinantes 7.600 rpm. Si nuestro pie seguía apoyado el pedal derecho, el motor era capaz de superar las 8.000 rpm sin problema. Su alzado variable de válvulas obraba maravillas.
La magia del VTEC, como algunos dicen. Engranando las marchas de su caja de cinco relaciones cerradas es cuando descubrimos el verdadero sentido de la deportividad en Honda. Eran coches ligeros, discretos, pero con un comportamiento tan preciso y anticipable como el corte de un bisturí. De nuevo, han sido máquinas que han sido preparadas hasta la saciedad, con una de las comunidades internacionales más amplias en existencia, se han vendido en todo el mundo y en países como EE.UU. son casi una religión.
Ford Escort RS Cosworth (1992): el abuelo invencible
El Ford Escort RS Cosworth no necesita presentación hoy por hoy. Fue el mejor compacto deportivo de la década, irrefutablemente. Además, ha sido el precursor de los actuales compactos deportivos, en concepto y en ejecución. Fue desarrollado con un partner de lujo, Cosworth, una empresa inglesa que a estas alturas de la película es más que conocida. Cosworth desarrolló el fantástico motor YB de 2,0 litros para la competición, y después lo montó en los espectaculares Sierra Cosworth de calle, con excelentes resultados.
El bloque Cosworth YB soporta preparaciones de incluso 600 CV sin necesidad de refuerzos. Es una bestia.
El propulsor fue instalado sin apenas cambios en el Escort, desarrollando una potencia de 225 CV. 225 CV que pasaban a las cuatro ruedas a través de un sistema de tracción integral permanente, que favorecía el reparto de potencia al eje trasero, aprovechándose del esquema de motor delantero longitudinal. Las prestaciones del coche – cuya caja de cambios tenía 6 relaciones – eran asombrosas para la época: hacía un 0 a 100 km/h en sólo 5,7 segundos y era capaz de superar la barrera de los 230 km/h.
Su peso era inferior a los 1.300 kg, y era capaz de desarrollar hasta 230 CV tras el lavado de cara. Su producción no fue abundante y era caro. Hoy en día es complicado encontrar unidades por menos de 15.000 euros, y ya es un clásico que sólo va a apreciarse. Realmente era un coche que jugaba en una liga propia, superior a la de los GTI de los noventa, a los que superaba en prestaciones, sensaciones y precio. Pero no podíamos terminar una recopilación así sin incluir a uno de los compactos más míticos de los años 90.
Suzuki Swift 1.3 GTi Twincam (1992): simplifica y aligera
Uno de los GTI menos conocidos de la década es el Suzuk Swift 1.3 GTi Twincam. Quizá fue que sus ventas no fueron espectaculares o que pasó desapercibido ante los grandes del segmento. Pero en Diariomotor no nos olvidamos del pequeño de Suzuki. Era un coche con una filosofía similar a la del Peugeot 106 Rallye de la segunda entrega de esta saga. Simplicidad, poca cilindrada y menos peso. En orden de marcha era un coche que apenas pesaba 790 kilos, un peso pluma para el que no le hacían falta más que 1,3 litros de cilindrada.
Su peso era de sólamente 790 kilos en orden de marcha. Era el más ligero del momento, junto al Peugeot 106 Rallye
Su motor 1.3 Twincam de 16 válvulas – construido íntegramente en aluminio – desarrollaba 101 CV a un régimen de 6.450 rpm, pero se estiraba hasta las 7.500 rpm. Este motor, acoplado a una caja manual de cinco relaciones, exigía jugar mucho con la palanca para sacarle todo el jugo al cuatro cilindros. Su comportamiento era soberbio, gracias a unos frenos y una suspensión a la altura. Si se le puede poner una pega, era su estética, muy discreta y apenas diferenciada del resto de la gama. Una joya infravalorada.
Peugeot 106 Rallye (1993)
Y de la tremenda potencia del Nissan Sunny GTi-R nos vamos a un concepto de coche radicalmente diferente. En 1993 Peugeot lanzaba el 106 Rally. Una versión aligerada del ya increíblemente ligero 106. El objetivo de Peugeot era sencillo: crear una base excelente para correr rallyes y realizar preparaciones. Los 90 fueron una era verdaderamente dorada para los GTI franceses, con exponentes punteros tanto de PSA como de Renault. El 106 Rallye era más lento que el 106 GTI, pero lo compensaba con una dinámica excepcional.
Su versión más pura y cotizada se vendió hasta 1995 y equipaba el motor de 1,3 litros y 100 CV de potencia.
Sólamente pesaba 810 kilos en orden de marcha, cifras que hoy en día sólo se permiten deportivos ultraligeros, que se cuentan con los dedos de la mano. Fue lanzado en dos sabores, con casi idéntica potencia. La primera versión – y la más auténtica – hacía gala de un motor TU2J2 de 1,3 litros y 16 válvulas. Un pequeño molinillo que daba sus 100 CV de potencia máxima a 7.200 rpm, haciendo uso de una caja de cambios de grupo muy corto. Una versión con motor TU5J2 de 1,6 litros y 103 CV fue lanzada con su segunda fase, en 1995.
Quizá tardaba unos 10 segundos en hacer el 0 a 100 km/h y no superaba los 190 km/h, pero su dinámica era lo más cercano a tocar la carretera que el dinero podía comprar a principios de los 90. Era un coche para pilotar, para ir buscando la línea roja en cada cambio de marcha y fue el primer coche de rallye de miles de pilotos. Espartano, sencillo y con una imagen muy característica, hoy icónica: pintura blanca, llantas de acero y un pequeño vinilo de color rojo y amarillo atravesando la carrocería.
Renault Clio Williams (1993)
Posiblemente, uno de los mayores hitos de la historia de Renault y el utilitario deportivo más famoso en décadas. Hoy en día, son coche con un estátus de absoluto culto. De nuevo, es complicado encontrar unidades en buen estado, y las que retienen su espíritu original, no son para nada baratas. A principios de los 90, Renault lanzó la primera generación del Clio, como reemplazo del veterano Supercinco. La versión más potente de la gama montaba un motor 1.8 16v – antes estrenado por el R19 - con 140 CV en su versión sin catalizador.
Renault terminó fabricando 12.100 Clio Williams en tres fases. Siguen muy cotizados a día de hoy.
El Clio 16v fue un éxito de ventas instantáneo, era el coche que muchos jóvenes deseaban y era una base perfecta para la iniciación en el mundo de los rallyes. Pero el mito comenzó en 1993, cuando Renault lanzó una tirada limitada a 3.800 unidades del Clio Williams. Renault necesitaba homologar un motor de dos litros para competición, y rindiendo de paso un homenaje al equipo de Fórmula 1, creo una bomba de altas prestaciones. El bloque era el mismo que el 1.8, pero su cigüeñal venía curiosamente del Clio diésel.
El resto de piezas eran específicas, y el resultado fueron 147 CV de potencia a 6.000 rpm y 175 Nm de par para un peso de sólo 1.010 kilos. Aceleraba hasta los 100 km/h en 7,8 segundos y era capaz de alcanzar los 215 km/h. Su pintura azul metalizado lo distinguía de otros Clio, así como sus llantas Speedline doradas o los pasos de rueda ensanchados. Su instrumentación tenía un fondo azul y sus asientos eran deportivos. Su puesta a punto, mucho más radical. Era un sueño para los amantes del pilotaje, y aún hoy lo sigue siendo.
Llegó a ser más caro que el Volkswagen Golf GTI con motor de 8 válvulas y 115 CV, de un segmento superior.
El Clio Williams murió sin heredero, y su motor no superó la Euro2. Una versión evolucionada de su motor terminaría bajo el capó del Mégane Coupé 2.0 16v y del Renault Sport Spider.
Fiat Punto GT Turbo (1993): turbo de la vieja escuela
El cuore italiano no podía faltar en nuestra lista, y lo hace con el sucesor del Fiat Uno Turbo, uno de los GTI más venerados y conocidos de los 80, por su carácter explosivo y conducción delicada. Casi tan delicada como la de los Renault 5 Turbo, pero esa historia pertenece a la década anterior. En 1993, tras el lanzamiento del Fiat Punto, se puso a la venta su versión más prestacional, llamada simplmente GT Turbo. Una denominación con ecos Renault, que hacía uso de una versión evolucionada del propulsor del Uno Turbo.
Su motor es una evolución del motor del Fiat Uno Turbo, y su carácter es puramente old-school.
Un motor de 1,4 litros que recibió una gestión electrónica mejorada, un nuevo turbocompresor y en general un lavado de cara mecánica. El motor desarrollaba 136 CV, asociados a un par máximo de 200 Nm. Con un peso de una tonelada, era capaz de acelerar hasta los 100 km/h en menos de 8 segundos. Era un motor explosivo, un motor de la vieja escuela creado a principios de los 80 que parecía muerto hasta llegar a las 3.000 rpm, donde explotaba de potencia y daba sustos a los conductores poco experimentados.
El chasis del Punto GT Turbo era insuficiente para tanto motor, según dicen las malas lenguas, lo cual impidió a Fiat lanzar una versión Abarth ya desarrollada con una evolución del motor de 165 CV. Es un coche aún fiable si fue bien tratado en su momento, y hoy en día se pueden encontrar a muy buen precio.
SEAT Ibiza GTi 16V Cupra (1996)
Aunque SEAT lanzó la segunda generación del Ibiza en 1993, no fue hasta 1996 cuando se lanzó el Ibiza GTi Cupra, la versión más prestacional y radical de toda la gama. Un auténtico GTI que encajaba a la perfección en la estrategia en competición de SEAT, entonces volcada en los rallyes con el Ibiza y el Córdoba. Este último incluso llegó a competir en el WRC. El SEAT Ibiza Cupra de primera generación tenía bajo su capó el mismo motor de 2,0 litros y 16 válvulas del Volkswagen Golf GTI más potente, con nada menos que 150 CV.
El complicado hoy en día encontrar unidades de SEAT Ibiza Cupra en buen estado de conservación y originales. Una pena.
Su nombre, Cupra era una abreviatura de “Cup Racing”, y conmemoraba la victoria de SEAT en rallyes con el Ibiza Kit Car. Dentro del Grupo Volkswagen era el utilitario más potente, e inicialmente se había pensado lanzar al mercado con un motor potenciado a 160 CV, pero las altas esfera del Grupo Volkswagen impidieron un empujón extra de potencia que lo habría situado por encima del Golf. Aún así, era capaz de hacer el 0 a 100 km/h en 8,3 segundos y de alcanzar una punta de 215 km/h, cifras de órdago para un utilitario.
Era un coche reconocible de forma instantánea gracias a su pintura de color verde claro y sus llantas pintadas en color blanco. Llantas de 16 pulgadas, que en su época era equivalente a montar llantas de 19 pulgadas de serie en un utilitario deportivo. Un enorme rotulado lateral donde se leía “Cupra” adornaba el perfil lateral del coche. Un par de años más tarde SEAT produjo el Cupra 2, que apenas tenía diferencias con el Cupra original, más allá de asientos deportivos con tapicería mixta cuero-tela o cinturones de seguridad de color rojo.
Peugeot 306 GTI-6 2.0 16v 167 CV (1996)
El Peugeot 306 fue lanzado en 1993 como reemplazo del vetusto 309. El Peugeot 309 GTi fue uno de los coches más queridos de finales de los 80, junto al 205 GTi. En una época en la que Francia dominaba con puño de hierro el segmento de los pequeños GTI, la creación de un 306 GTI era necesaria para seguir ocupando un puesto de honor en un segmento tan competido como hoy en día. Las versiones XSi y S16 compartían motor de dos litros de la familia XU - uno de ellos con 8 y otro con 16 válvulas – con potencias respectivas de 135 CV y 150 CV.
El Peugeot 306 GTI de 167 CV compartió motor con el Xsara VTS “pata negra”, también muy cotizado.
No eran más que aperitivos para el 306 GTI - a veces denominado GTI-6 – que fue lanzado en 1996, justo antes del primer restyling del Peugeot 306, a mitad de su ciclo de vida. El Peugeot 306 GTI-6 tenía un precio de 3.750.000 pesetas en 1997, un precio comparable al del Volkswagen Golf VR6 de seis cilindros. Pero el Peugeot 306 GTI era un animal diferente. Su maravilloso motor XU10J4RS era una evolución del motor del 306 S16, y desarrollaba nada menos que 167 CV a 6.500 rpm. Era un coche rápido, con una sopresa en su interior.
Era el único pequeño GTI con una caja de cambios de 6 relaciones en el momento. 6 relaciones cortas, que le permitían un 0 a 100 km/h de menos de 8 segundos. Fue un coche muy alabado por su comportamiento dinámico. Era una época en la que los franceses realizaban unas puestas a punto soberbias en sus deportivos de bolsillo, y el 306 GTI tenía un comportamiento puro, ágil y emocionante. Con todo, era muy discreto, y apenas se diferenciaba de otros 306 por sus llantas, asientos deportivos y pequeños emblemas.
Citroën Saxo VTS (1997)
Peugeot lanzó el 106 en 1991, un utilitario pequeño y asequible. Ante su éxito de ventas, Citroën lanzó su versión a los pocos años, el Saxo. El Citroën Saxo medía menos de 3,72 metros, y su peso era de apenas 935 kilos en esta versión. Su plataforma, ligera y simple, era la base ideal para el lanzamiento de una versión deportiva. Una versión deportiva enfocada en la dinámica y la diversión el volante antes que las prestaciones puras. Así nacía el Saxo VTS en 1997, equipado con un motor 1.6 TU5 multiválvulas.
Su puesta a punto era sensacional, y tenía detalles de calidad, como discos de freno en las cuatro ruedas.
Este propulsor de cuatro cilindros desarrollaba 120 CV a 6.600 rpm, con un par máximo de 145 Nm a 5.200 rpm. Todo era canalizado a las ruedas delanteras a través de una caja de cambios de cinco relaciones muy cerradas, diseñada para sacar la máxima aceleración del pequeño motor. Aunque su tiempo en el 0 a 100 km/h no impresionaba – era de 8,7 segundos – y su velocidad punta apenas superaba los 200 km/h, fue uno de los coches más divertidos de la década. Un factor diversión que se ha perdido en los coches modernos.
El motor exigía un ritmo alegre al conductor, jugar con la palanca de cambios y estirar cada marcha. A cambio, su extrema ligereza aportaba unas sensaciones que muy pocos coches modernos son capaces de ofrecer a sus conductores. Hubo una versión VTR con un motor de 8 válvulas e igual cilindrada, pero su potencia era de 90 CV en su primera fase. Los VTS “pata negra” son difíciles de encontrar en estado original y han sido catalogados como “coche poligonero”, pero son máquinas infravaloradas y sin duda alguna, futuros clásicos.