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Para la gran mayoría de personas que habita en Occidente el concepto de paraíso proviene del cristianismo. Dando continuidad a la tradición judía previa, el paraíso católico está conceptualizado en un cielo sobre las nubes, el espacio físico donde habita la Santísima Trinidad (Dios, Jesús y el Espíritu Santo), los santos, los ángeles, los clérigos que cumplieron su misión en la Tierra, los antiguos profetas y las personas que fueron bautizadas y aceptaron las enseñanzas.







Los criterios para ganarse un lugar en el paraíso después de la muerte, incluso en nuestros días, son motivo de discusión para el cristianismo. Sin embargo, muchas religiones tienen conceptos distintos del ambiente celestial y hoy te presento los más interesantes.



1.El Shamayim de los judíos.


Para los judíos, existe un domo por encima de la tierra llamado Shamayim, lugar donde habita Yahveh, ángeles de las más diversas clases y todas aquellas personas que se ganaron el cielo teniendo una vida justa. De acuerdo con una gran tradición judía, este lugar se subdivide en 7 territorios diferentes, cada uno comandado por un arcángel; por ejemplo, el más cercano a la tierra sería Araphel, bajo el mando del arcángel Gabriel, donde aún hoy vivirían Adán y Eva.

La versión celestial de Jerusalén podríamos encontrarla en Machón, el cuarto cielo que pertenece al arcángel Miguel. Cassiel sería responsable por el séptimo cielo, donde puede encontrarse el palacio de Dios. Sin embargo, en escritos antiguos de esta religión se admiten otras versiones. Por ejemplo, en el Segundo Libro de Enoc, escritos que se consideran oficialmente apócrifos, tenemos 10 cielos distintos en lugar de 7, y el tercero albergaría al infierno.



2.Islamismo y el Jannah.


Como sucede con el cristianismo y el judaísmo, el islamismo no cree en el pecado original. Siendo así, el paraíso, o Jannah, es el lugar reservado para todos los niños. Para los humanos adultos que se ganan el derecho de entrar en este lugar, hay ríos de leche y miel, jardines preciosos hasta donde alcanza la vista y el derecho a que cualquier deseo sea concedido.

Portando las vestimentas con los tejidos más hermosos y cómodos y luciendo joyas con el tamaño de frutas, las personas asisten a festines en palacios de oro, sitios donde se sirve un vino que no provoca borrachera ni resaca. Dependiendo de la traducción, a cada elegido se le entregan al menos 80 mil esclavos y 72 compañeras vírgenes.



3.Espiritismo y el viaje por el universo.


El profesor francés Allan Kardec fundó esta doctrina religiosa para la que no existe un cielo definitivo. En lugar de eso, el alma reencarna incontables veces buscando la trascendencia espiritual. A medida que un individuo evoluciona en términos de autocontrol y empatía con el prójimo, se dirige a diversos planetas, lunas y toda clase de cuerpos celestes que existen en el Universo entero.

Limitándonos al Sistema Solar, el planeta Tierra sería el segundo lugar menos evolucionado, apenas por encima de Marte. En la Luna y en Venus, aquellas almas que han llevado una vida justa siguen adelante para continuar su aprendizaje en un ambiente más pacífico. Los espíritus más elevados de nuestro vecindario cósmico habitarían en Júpiter. En el año de 1858, Kardec publicó una descripción de este lugar donde aseguraba que el alma del compositor Wolfgang Amadeus Mozart tenía una suntuosa mansión en el gigante gaseoso de nuestro Sistema Solar.



4.Candomblé y el orum.

De acuerdo con esta religión, que se originó en la región que actualmente pertenece a Nigeria, el Universo se originó en el orum, un espacio infinito y amorfo, donde reina el creador de todas las cosas: Olorum.

Cuando los orishas no están en el Aiê, el plano físico que conocemos, cuidando el funcionamiento de la naturaleza e interactuando con los seres humanos, pasan la mayor parte de su existencia en los dominios de Olorum. Cuando las personas mueren y han cumplido su misión en la vida pueden continuar a orum, donde se convierten en ancestros con características divinas, para convivir con antiguos reyes, guerreros y otros dioses.





5.El sintoísmo y la llanura del cielo.


El sintoísmo es una de las religiones más diseminadas en Japón, apareció durante el siglo VII y cuenta ya con más de 120 millones de adeptos alrededor del mundo.

Los sintoístas consideran la existencia del Takama-ga-hara (“la alta llanura del cielo”), un espacio conectado con el mundo terrenal por un puente flotante denominado Ame-no-ukihashi, un camino que sólo pueden recorrer aquellas personas que se han ganado el derecho de coexistir con los seres celestiales, los Amatsukami, en especial Amaterasu, la diosa encargada de cuidar el Sol.



6.Hinduismo y los svarga.


Las almas de aquellas personas que han sido correctas en el mundo terrenal siguen a uno de los siete svarga, o mundos celestiales que se ubican sobre el monte Meru, una montaña mitológica de 109 picos. Entre más elevado sea un espíritu, más alto es el mundo al que tiene acceso, esto hasta que finalmente se gana el derecho de vivir al lado de Visnú, el regente del universo, cuya morada es protegida por Airavata.

Los que consiguen llegar hasta ese lugar se encuentran muy próximos al moksha, el estado de liberación total del ego. La mayoría de las almas se mantiene en el segundo nivel, conocido como Svarga Loka, un lugar de profundos placeres. Todo esto antes de que el alma reencarne nuevamente.



7.El Tian del confucionismo.


Durante el siglo 12 a.C. en China, en la dinastía Zhou, surgió esta doctrina que sería incorporada a la religión seis siglos después. De acuerdo con el confucionismo, Tian es la tierra donde se encuentran las moradas de los ancestros más nobles así como de los antiguos guerreros y emperadores.

Más que un espacio físico, es una figura con personalidad propia que sigue la vida de los humanos y los bendice o se irrita con sus acciones – puede considerársele un territorio, pero también es uno de los dioses más poderosos.



8.Sijismo y la mente.


Para el sijismo, la corriente religiosa surgida en el siglo XVI en la India, el objetivo primordial de cada existencia es la búsqueda de la unión plena al Creador a través del ciclo de nacimiento y renacimiento. Para ellos, el cielo es la fase máxima de una condición mental experimentada por el alma mientras medita y se acerca a los misterios del Universo.

Es posible que la persona se sienta en un lugar muy confortable, repleto de placeres inmensos. Pero esto no tiene la más mínima importancia, ni siquiera la preocupación sobre las reencarnaciones próximas o las anteriores. Lo único que interesa es el momento presente, pues es cuando se pueden abandonar los dolores que caracterizan la vida en este plano existencial.



9.El samsara de los budistas.


El samsara, una realidad ilusoria, nos presenta diferentes versiones del paraíso. Aquellas almas que han acumulado buen karma continúan a diversos lugares, dependiendo de la función que tuvieron en vida; por ejemplo, un guerrero dedicado va a un sitio distinto que un comediante que cumplió su misión de alegrar a la audiencia. Uno de estos lugares, conocido como Trāyastriṃśa, está habitado por los dioses que viven en compañía de personas avanzadas – un día en este lugar equivale a un siglo en nuestra realidad.

Los monjes tienen la posibilidad de ayudar, orando por las almas de aquellos que acaban de morir. Pero el objetivo de los budistas no es alcanzar estos lugares, pues se consideran provisionales. Lo importante es no enfocarse en los placeres temporales, sino es la búsqueda por el nirvana, un estado de iluminación que va mucho más allá de cualquier tipo de cielo.







FIN DEL POST.