CLASIFICADOS. El Millonario se enfrentará a Cruzeiro para disputar los cuartos de final.
El Más Grande ganó en el Monumental, fue superior tácticamente a su rival como visitante y, como consecuencia del ataque sufrido, la Confederación Sudamericana de Fútbol le dio la clasificación, fuerte sanción incluida al club local. Segunda vez consecutiva que La Banda deja en el camino a su eterno adversario en certámenes internacionales.
Todo hincha de River hubiera querido pasar gracias a un 1-0, un 0-0 o cualquier otra manera legítima, acorde a la grandeza del club. Boca lo hizo imposible. Desde un grupo de delincuentes identificado con esa camiseta, dejando mal parado a quienes entienden el fútbol como una pasión y de ninguna manera estuvieron de acuerdo con el ataque salvaje, hasta cierto grado de connivencia de la dirigencia local. No sólo por no organizar la seguridad como corresponde, sino también porque cuesta entender cómo estuvo cortado el suministro de agua en el momento que era necesaria para higienizarse.
Lo cierto es que el Millonario hizo valer la ventaja conseguida en el Monumental. Más allá de haber sido por un penal -nunca es fácil patearlo en una situación tensa, pregúntenle a Emmanuel Gigliotti-, hubo una diferencia táctica. En ese aspecto, Marcelo Gallardo y sus jugadores dieron una clase magistral. Jugaron e impidieron que el adversario jugara. Por eso, aunque finalmente fueron 135 minutos en lugar de 180, la clasificación es sumamente bienvenida como justa. Por el bien del juego más popular y hermoso del planeta, es una pena que River no pudiera celebrar in situ.
Sin embargo, pese a los hechos que conmocionaron al país y recorrieron el mundo, el plantel de River levantó bien altos los colores. Por segunda vez al hilo, eliminó a Boca de un certamen internacional. Ocurrió en cinco meses y medio. Ahora, el deseo es que el desenlace de la historia sea similar al de la Copa Sudamericana. En el camino aparece el Cruzeiro, de Brasil, un oponente siempre complicado para la historia del Más Grande. Pero luego de superar una instancia tan complicada en octavos, el equipo que dirige el Muñeco está listo para ir por el premio mayor.
En cambio, la otra vereda atraviesa horas de crisis. Horas en las que deberá replantearse varias cuestiones. Horas duras, difíciles. Pero también, si se quiere, de justicia deportiva. Porque no hay que olvidar que Boca, de cierto modo, entró a la Libertadores sin respetar el reglamento. Paradójicamente, se fue con el mayor rigor del mismo.