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Hasta 1819 se creyó que magnetismo y electricidad eran dos fenómenos completamente diferentes. Fue durante el invierno de principios de ese año cuando un profesor de física de la Universidad de Copenhague llamado Hans Christian Oersted observó que al aproximar una brújula a un hilo que conducía electricidad la aguja cambiaba de dirección y dejaba de apuntar al norte.

En un artículo publicado el 21 de julio de 1819 Oersted informó a la comunidad científica de su descubrimiento, uno de los más importantes en la historia de la electricidad. Al año siguiente el francés André-Marie Ampère explicaba el magnetismo como electricidad en movimiento. En 1831 Michael Faraday descubría el efecto contrario: la inducción electromagnética. Observó que si movía un imán por el interior de una bobina -un hilo de cobre arrollado a un cilindro- se producía electricidad. Luego si queremos producir electricidad sólo tenemos que meter y sacar un imán por el interior de una bobina, que es lo que hacen las centrales eléctricas actuales, solo que bastante más a lo grande de lo que lo hizo Faraday.

Con estos descubrimientos se demostró que magnetismo y electricidad no eran sino aspectos de un mismo fenómeno. La anécdota, que siempre persigue a todo gran descubrimiento científico, surgió cuando Faraday presentó sus hallazgos en una conferencia abierta al público. En el turno de preguntas una señora, muy victoriana ella, le preguntó:

- Señor Faraday, ¿para qué sirve todo eso que nos ha contado?


A lo que Faraday replicó:

- Señora, ¿Y para qué sirve un recién nacido?

Aunque otra versión de esta historieta apócrifa dice que le contestó:

- Señora, dentro de unos cuantos años pagará impuestos por esto.

La traca final en el desarrollo de la teoría electromagnética se la debemos a un escocés que nació el mismo año en que Faraday descubrió la inducción electromagnética, James Clerk Maxwell.





Nacido en Edimburgo en 1831, ha sido uno de los más importantes físicos de todos los tiempos. No sólo puso los cimientos de la teoría electromagnética, sino que organizó, sistematizó y clarificó el electromagnetismo. Sus cuatro leyes, las cuatro leyes de Maxwell, son al electromagnetismo lo que las leyes de Newton a la mecánica. Su libro, Un Tratado sobre Electricidad y Magnetismo, es del mismo calibre que los Principia de Newton.

Con esas cuatro ecuaciones pueden explicarse todos los fenómenos electromagnéticos y con ellas se predice la existencia de unas ondas electromagnéticas que se propagan a la velocidad de 300.000 kilómetros por segundo. Estas ondas no son otra cosa que la luz. La naturaleza de estas leyes es tan profunda que se mantienen hoy día en la misma forma que cuando fueron formuladas, hace 150 años.


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