Parte I
- INTRODUCCION AL SISTEMA SOLAR
- LOS PLANETAS INTERIORES
Parte II
- LOS PLANETAS EXTERIORES
Parte III
- EL SOL
- LOS PLANETAS ENANOS
EL SOL
Sol, la estrella que, por el efecto gravitacional de su masa, domina el sistema planetario que incluye a la Tierra. Mediante la radiación de su energía electromagnética, aporta directa o indirectamente toda la energía que mantiene la vida en la Tierra, porque todo el alimento y el combustible procede en última instancia de las plantas que utilizan la energía de la luz del Sol.
A causa de su proximidad a la Tierra y como es una estrella típica, el Sol es un recurso extraordinario para el estudio de los fenómenos estelares. No se ha estudiado ninguna otra estrella con tanto detalle. La estrella más cercana al Sol está a 4,3 años luz (4 × 1013 km); para observar los rasgos de su superficie comparables a los que se pueden ver de forma habitual en el Sol, se necesitaría un telescopio de casi 30 km de diámetro. Además, un telescopio así tendría que ser colocado en el espacio para evitar distorsiones causadas por la atmósfera de la Tierra.
Durante la mayor parte del tiempo que los seres humanos han estado sobre la Tierra, el Sol ha sido considerado un objeto de especial importancia. Muchas culturas antiguas adoraron al Sol y muchas más reconocieron su importancia en el ciclo de la vida. Aparte de su relevancia posicional para señalar, por ejemplo, solsticios, equinoccios y eclipses, el estudio cuantitativo del Sol data del descubrimiento de las manchas solares; el estudio de sus propiedades físicas no comenzó hasta mucho más tarde.
Los astrónomos chinos observaron manchas solares a simple vista ya en el año 200 a.C. Pero en 1611, Galileo utilizó el telescopio, recién inventado, para observarlas de modo sistemático. El descubrimiento de Galileo significó el comienzo de una nueva aproximación al estudio del Sol, que pasó a ser considerado un cuerpo dinámico, en evolución, y sus propiedades y variaciones pudieron ser, por tanto, comprendidas científicamente.
El siguiente avance importante en el estudio del Sol se produjo en 1814 como resultado directo del invento del espectroscopio por el físico alemán Joseph von Fraunhofer. Un espectroscopio divide la luz en las longitudes de onda que la componen, o colores. Aunque el espectro del Sol había sido observado ya en 1666 por el matemático y científico inglés Isaac Newton, la precisión del trabajo de Fraunhofer sentó las bases para los primeros intentos de una explicación teórica detallada de la atmósfera solar.
Parte de la radiación de la superficie visible del Sol (la fotosfera) es absorbida por el gas, algo más frío, que hay sobre ella. Sin embargo, sólo se absorben longitudes de onda de radiación particulares, que dependen de las especies atómicas presentes en la atmósfera solar. En 1859, el físico alemán Gustav Kirchhoff demostró que la falta de radiación en ciertas longitudes de onda del espectro solar de Fraunhofer se debía a la absorción de radiación por átomos de algunos de los mismos elementos presentes en la Tierra. Con esto, no sólo demostró que el Sol está compuesto de materia común, sino que también planteó la posibilidad de obtener información detallada sobre los objetos celestes mediante el estudio de la luz emitida por ellos. Éste fue el comienzo de la astrofísica.
El progreso en el conocimiento del Sol ha continuado gracias a la habilidad de los científicos para hacer observaciones nuevas o mejorar las anteriores. Entre los avances en instrumentos de observación que han influido de forma significativa en la física solar están el espectroheliógrafo, que mide el espectro de los rasgos solares individuales; el coronógrafo, que permite el estudio de la corona solar sin eclipses, y el magnetógrafo, inventado por el astrónomo estadounidense Horace W. Babcock en 1948, que mide la fuerza del campo magnético de la superficie solar. El desarrollo de cohetes y satélites ha permitido a los científicos observar la radiación en longitudes de onda no transmitidas a través de la atmósfera de la Tierra. Entre los instrumentos desarrollados para su uso en el espacio se encuentran los coronógrafos, los telescopios y los espectrógrafos sensibles a una radiación ultravioleta extrema y a los rayos X. Los instrumentos especiales han revolucionado el estudio de la atmósfera exterior al Sol. Véase Astronáutica.
En agosto de 2001 la NASA lanzó la sonda científica Genesis, rumbo a un lugar entre el Sol y la Tierra.Era la primera misión espacial destinada a recuperar materia de más allá de la órbita de la Luna; Pero el 8 de septiembre de 2004 el sistema de paracaídas de la Genesis falló y la cápsula se estrelló en un desierto del estado de Utah, en Estados Unidos. A pesar de ello, tras los trabajos destinados a la recuperación de los restos de la cápsula y las muestras de su interior, se cree que será posible cumplir buena parte de los objetivos científicos fijados inicialmente para esta misión. A mediados de octubre de 2004 la comisión de investigación determinó como error más probable del accidente, un fallo en el diseño de uno de los sensores de deceleración de la cápsula, lo que habría impedido que se pusiera en marcha el sistema de apertura de los paracaídas.
La cantidad total de energía emitida por el Sol en forma de radiación es bastante constante, y no varía más que unas pocas décimas de un 1% en varios días. Esta energía se genera en las profundidades del Sol. Al igual que la mayoría de las estrellas, el Sol se compone sobre todo de hidrógeno (71%); también contiene helio (27%) y otros elementos más pesados (2%). Cerca del centro del Sol, la temperatura es de casi 16.000.000 K y la densidad es 150 veces la del agua. Bajo estas condiciones, los núcleos de los átomos de hidrógeno individuales actúan entre sí, experimentando la fusión nuclear (véase Energía nuclear). El resultado neto de estos procesos es que cuatro núcleos de hidrógeno se combinan para formar un núcleo de helio, y la energía surge en forma de radiaciones gamma. Una enorme cantidad de núcleos reacciona cada segundo, generando una energía equivalente a la que se produciría por la explosión de 100.000 millones de bombas de hidrógeno de un megatón por segundo. La ‘combustión’ nuclear del hidrógeno en el centro del Sol se extiende a un 25% del radio solar.
La energía producida de esta forma es transportada a la mayor parte de la superficie solar por radiación. Sin embargo, más cerca de la superficie, en la zona de convección que ocupa el último tercio del radio solar, la energía es transportada por la mezcla turbulenta de gases. La fotosfera es la superficie superior de la zona de convección. Se pueden ver pruebas de la turbulencia en la zona de convección observando la fotosfera y la atmósfera situada encima de ella.
Las células turbulentas de la fotosfera le confieren una apariencia irregular y heterogénea. Este modelo, conocido como granulación solar, lo provoca la turbulencia en los niveles más altos de la zona de convección. Cada gránulo mide unos 2.000 km de ancho. Aunque el modelo de granulación siempre está presente, los gránulos individuales solamente duran unos 10 minutos. También se presenta un modelo de convección mucho mayor, provocado por la turbulencia que se extiende en las profundidades de la zona de convección. Este modelo de sobregranulación contiene células que duran un día y tienen 30.000 km de ancho como media.
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George Ellery Hale descubrió en 1908 que las manchas solares (áreas más frías de la fotosfera) presentan campos magnéticos fuertes. Una mancha solar común tiene una densidad de flujo magnético de 0,25 teslas. En comparación, el campo magnético de la Tierra tiene una densidad de flujo de menos de 0,0001 teslas. Las manchas solares se suelen dar en parejas, con las dos manchas con campos magnéticos que señalan sentidos opuestos. El ciclo de las manchas solares, en el que la cantidad de manchas solares varía de menos a más y vuelve a disminuir al cabo de unos 11 años, se conoce por lo menos desde principios del siglo XVIII. Sin embargo, el complejo modelo magnético asociado con el ciclo solar sólo se comprobó tras el descubrimiento del campo magnético del Sol.
De las parejas de manchas solares del hemisferio norte, la mancha que guía a su compañera en la dirección de rotación tiene un campo magnético en sentido opuesto al de la mancha solar dominante del hemisferio sur. Cuando comienza un nuevo ciclo de 11 años, se invierte el sentido del campo magnético de las manchas solares dominantes de cada hemisferio. Así pues, el ciclo solar completo incluyendo la polaridad del campo magnético, dura unos 22 años. Además, las manchas solares se suelen dar en la misma latitud en cada hemisferio. Esta latitud varía de los 45 a los 5° durante el ciclo de las manchas solares.
Como cada mancha solar dura como mucho unos pocos meses, el ciclo solar de 22 años refleja los procesos asentados y de larga duración en el Sol y no las propiedades de las manchas solares individuales. Aunque no se comprenden del todo, los fenómenos del ciclo solar parecen ser el resultado de las interacciones del campo magnético del Sol con la zona de convección en las capas exteriores. Además, estas interacciones se ven afectadas por la rotación del Sol, que no es la misma en todas las latitudes. El Sol gira una vez cada 27 días cerca del ecuador, pero una vez cada 31 días más cerca de los polos.
En noviembre de 2002, el Telescopio Solar Sueco, instalado en el Observatorio del Roque de los Muchachos (Islas Canarias) y operado por el Instituto de Física Solar de la Real Academia de Ciencias de Suecia, obtuvo imágenes muy precisas del Sol que revelaron nuevos detalles de las manchas solares. Las imágenes permitieron descubrir la estructura de la parte externa de las manchas: un núcleo oscuro rodeado de una región filamentosa.
Gran parte del campo magnético está fuera de las manchas solares. La ausencia de penetración del campo magnético del Sol añade complejidad, diversidad y belleza a la atmósfera exterior del Sol. Por ejemplo, la turbulencia a mayor escala en la zona de convección empuja gran parte del campo magnético por encima de la fotosfera hacia los extremos de las células de supergranulación. La radiación de la capa que está exactamente encima de la fotosfera, llamada cromosfera, sigue este modelo con claridad. Dentro de los límites supergranulares, se lanzan en la cromosfera chorros de materia a una altitud de 4.000 km en 10 minutos. Las llamadas espículas están producidas por la combinación de la turbulencia y los campos magnéticos en los extremos de las moléculas supergranulares.
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Sin embargo, cerca de las manchas solares, la radiación cromosférica es más uniforme. Estos lugares se denominan regiones activas y las áreas circundantes, que han distribuido suavemente la emisión cromosférica, se denominan playas. Las regiones activas son el lugar donde surgen las erupciones solares, explosiones provocadas por la liberación muy rápida de la energía almacenada en el campo magnético (aunque no se conoce el mecanismo exacto). Entre los fenómenos que acompañan a las erupciones solares están los reajustes del campo magnético, intensos rayos X, ondas de radio y la eyección de partículas muy energéticas que a veces llegan a la Tierra, alterando las comunicaciones de radio y produciendo fenómenos conocidos como auroras.
En los años cuarenta se descubrió que la corona es mucho más cálida que la fotosfera. La fotosfera del Sol, o superficie visible, tiene una temperatura de casi 6.000 K. La cromosfera, que se extiende varios miles de kilómetros por encima de la fotosfera, tiene una temperatura cercana a los 30.000 K. Pero la corona, que se extiende desde justo encima de la cromosfera hasta el límite con el espacio interplanetario, tiene una temperatura de 1.000.000 K. Para mantener esta temperatura, la corona necesita un suministro de energía.
La búsqueda del mecanismo por el cual la energía llega a la corona es uno de los problemas clásicos de la astrofísica. Todavía está sin resolver, aunque se han propuesto muchas explicaciones. Las recientes observaciones del espacio han mostrado que la corona es una colección de rizos magnéticos, y cómo se calientan estos rizos se ha convertido en el foco principal de la investigación astrofísica.
El campo magnético también puede retener material más frío encima de la superficie del Sol, aunque este material sólo permanece estable unos pocos días. Estos fenómenos se pueden observar durante un eclipse como pequeñas regiones, conocidas como protuberancias, en el mismo extremo del Sol, como joyas de una corona. Están en calma, pero ocasionalmente entran en erupción, arrojando material solar al espacio.
En uno o dos radios solares desde la superficie del Sol, el campo magnético de la corona tiene la fuerza suficiente para retener el material gaseoso y caliente de la corona en grandes circuitos. Cuanto más lejos está del Sol, el campo magnético es más débil y el gas de la corona puede arrojar literalmente el campo magnético al espacio exterior. Cuando sucede esto, la materia recorre grandes distancias a lo largo del campo magnético.
El flujo constante del material arrojado desde la corona es conocido como viento solar y suele llegar de las regiones denominadas agujeros de la corona. Allí, el gas es más frío y menos denso que en el resto de la corona, produciendo una menor radiación. El viento solar de los grandes agujeros de la corona (que puede durar varios meses) es muy fuerte. Debido a la rotación solar, estas regiones de fuerte viento solar, conocidas como corrientes de viento solar a gran velocidad, suelen repetirse cada 27 días vistas desde la Tierra. El viento solar provoca alteraciones que se pueden detectar desde el campo magnético de la Tierra.
El pasado y el futuro del Sol se han deducido de los modelos teóricos de estructura estelar. Durante sus primeros 50 millones de años, el Sol se contrajo hasta llegar a su tamaño actual. La energía liberada por el gas calentaba el interior y, cuando el centro estuvo suficientemente caliente, la contracción cesó y la combustión nuclear del hidrógeno en helio comenzó en el centro. El Sol ha estado en esta etapa de su vida durante unos 4.500 millones de años.
En el núcleo del Sol hay hidrógeno suficiente para durar otros 4.500 millones de años. Cuando se gaste este combustible, el Sol cambiará: según se vayan expandiendo las capas exteriores hasta el tamaño actual de la órbita de la Tierra, el Sol se convertirá en una gigante roja, algo más fría que hoy pero 10.000 veces más brillante a causa de su enorme tamaño. Sin embargo, la Tierra no se consumirá porque se moverá en espiral hacia afuera, como consecuencia de la pérdida de masa del Sol. El Sol seguirá siendo una gigante roja, con reacciones nucleares de combustión de helio en el centro, durante sólo 500 millones de años. No tiene suficiente masa para atravesar sucesivos ciclos de combustión nuclear o un cataclismo en forma de explosión, como les ocurre a algunas estrellas. Después de la etapa de gigante roja, se encogerá hasta ser una enana blanca, aproximadamente del tamaño de la Tierra, y se enfriará poco a poco durante varios millones de años.
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PLANETAS ENANOS
La resolución de la Unión Astronómica Internacional de agosto de 2006 en la que se definía “planeta”, incluía también la creación de otras dos categorías de cuerpos dentro del Sistema Solar: los planetas enanos y los cuerpos pequeños del Sistema Solar. A diferencia de los planetas, los planetas enanos no han eliminado otros cuerpos existentes en las proximidades de su órbita, es decir, no han despejado las inmediaciones de su órbita. Los tres primeros miembros y mas importantes de esta categoría son Plutón, Ceres y Eris, un cuerpo celeste, ligeramente mayor que Plutón, al que se nombró de forma provisional como 2003 UB313 (también conocido anteriormente como Xena).
Plutón parece similar a los satélites más grandes y helados de Júpiter y Saturno; está tan lejos del Sol y es tan frío que el metano se hiela en su superficie. Ceres, con un diámetro de unos 950 km, gira en torno al Sol entre las órbitas de Marte y Júpiter. Eris fue descubierto en julio de 2005 dentro del cinturón de Kuiper, un anillo de cuerpos rocosos que orbitan el Sol más allá de Neptuno.
PLUTON
planeta enano del Sistema Solar, situado a una distancia media del Sol de 5.900 millones de kilómetros. Tarda 247,9 años terrestres en dar una vuelta completa alrededor del Sol.
Fue descubierto a raíz de una búsqueda telescópica iniciada en 1905 por el astrónomo estadounidense Percival Lowell, quien supuso la existencia de un planeta situado más allá de Neptuno como el causante de ligeras perturbaciones (véase Órbita) en los movimientos de Urano. Personal del Observatorio Lowell continuó con la búsqueda hasta que en 1930 el astrónomo estadounidense Clyde William Tombaugh confirmó que Plutón se encontraba en una posición cercana a la prevista por Lowell.
Plutón fue considerado el noveno planeta del Sistema Solar hasta el 24 de agosto de 2006, fecha en la que la Asamblea General de la Unión Astronómica Internacional (IAU, siglas en inglés) celebrada en Praga (República Checa), definió científicamente los planetas y otros cuerpos del Sistema Solar (excepto los satélites). Se definió “planeta” como un cuerpo celeste que orbita alrededor del Sol, que tiene suficiente masa para que su propia gravedad supere las fuerzas de cuerpo rígido y alcance una forma de equilibrio hidrostático (casi redonda), y que ha “limpiado” las inmediaciones de su órbita. De forma análoga se definieron los “planetas enanos”, salvo que estos cuerpos no tienen despejadas las inmediaciones de sus órbitas, como es el caso de Plutón. La Unión Astronómica Internacional reconoció también a Plutón como el prototipo de una nueva categoría de objetos transneptunianos.
Durante muchos años se ha sabido muy poco acerca de Plutón, pero en 1978 los astrónomos descubrieron una luna relativamente grande girando a su alrededor a una distancia aproximada de 19.000 km, y la llamaron Caronte. Las órbitas de Plutón y Caronte hicieron que ópticamente estos cuerpos celestes se superpusieran de forma repetida desde 1985 hasta 1990, lo que permitió a los astrónomos obtener datos bastante fiables sobre sus dimensiones. En 1994 el telescopio espacial Hubble permitió determinar los tamaños de Plutón y Caronte con mayor precisión, y a principios de 2006 se anunció la medida más precisa obtenida hasta el momento del pequeño satélite gracias a la observación de un fenómeno de ocultación estelar. Plutón tiene un diámetro de unos 2.320 km y Caronte de 1.210 km aproximadamente.
El periodo de rotación de Plutón es igual a 6,39 días terrestres. Al igual que Urano, Plutón gira acostado sobre un lado en su plano orbital, con una inclinación axial de 120°. Por lo tanto, la variación estacional es extrema. Durante los solsticios plutonianos, en una cuarta parte de la superficie es continuamente de día mientras que en otra cuarta parte es noche continua.
Plutón recibe una cantidad de luz solar análoga a la que recibe la Tierra por las tardes. La NASA tiene publicado un calculador del tiempo plutoniano que determina cuando la luz en la Tierra es equivalente a la de Plutón en un día claro.
Plutón posee una atmósfera extremadamente tenue, formada por nitrógeno, metano y monóxido de carbono, que se congela y colapsa sobre su superficie a medida que el planeta se aleja del Sol. Es esta evaporación y posterior congelamiento lo que causó las variaciones en el albedo del planeta, detectadas por medio de fotómetros fotoeléctricos en la década de 1950 (Kuiper y otros). A medida que el planeta se aproximó, los cambios se fueron haciendo menores, disminuyendo cuando se encontró en el perihelio orbital (1989). Se espera que estos cambios de albedo se repitan, pero a la inversa, a medida que el planeta se aleje del Sol rumbo a su afelio.
Generalmente, se podría decir que la función de su atmósfera sería proteger la superficie, pero en este caso la atmósfera de Plutón solo le sirve para evitar impactos de pequeños meteoros.
Ceres
Es un planeta enano y el objeto astronómico más grande del cinturón de asteroides, región del sistema solar que se encuentra entre las órbitas de Marte y Júpiter; su diámetro de aproximadamente 945 km lo convierte en el trigésimo tercer objeto conocido más grande del sistema solar. Es, además, el único planeta enano cuya trayectoria está completamente dentro de la órbita de Neptuno. Se estima que su masa es un tercio de la masa total del cinturón de asteroides, siendo el único objeto de dicho cinturón que ha alcanzado el equilibrio hidrostático. Visto desde la Tierra, su magnitud aparente oscila entre 6,7 y 9,3; por lo tanto, es demasiado débil para ser observado a simple vista excepto en las oposiciones más favorables y bajo cielos muy oscuros.
Fue descubierto el 1 de enero de 1801 por Giuseppe Piazzi y recibe su nombre de Ceres, la diosa romana de la agricultura, las cosechas y la fecundidad.7 Originalmente fue considerado un planeta, pero se catalogó como asteroide en los años 1850 cuando se empezaron a descubrir otros objetos en órbitas similares. A comienzos del siglo XXI, tras la definición de «planeta», fue reclasificado en planeta enano.
Hay indicios de que Ceres puede tener una atmósfera tenue de vapor de agua por la sublimación del hielo acuoso de la superficie.
El hielo acuoso superficial es inestable a distancias inferiores a 5 ua del Sol, por lo que se espera que se sublime si se expone directamente a la radiación solar. Puede migrar de las capas interiores a la superficie, pero se escapa al espacio en poco tiempo. Como resultado, es difícil detectar la vaporización del agua. A principios de los noventa del siglo XX fue posible observar agua escapando de las regiones polares, pero no ha llegado a demostrarse de forma inequívoca. Puede que sea posible detectar agua escapando en los alrededores de un cráter de impacto reciente o de las grietas de las capas subsuperficiales. Observaciones en ultravioleta de la sonda espacial IUE detectaron cantidades estadísticamente significativas de iones hidróxido cerca del polo norte, que son resultado de la disociación del vapor de agua por la radiación ultravioleta solar.
A principios de 2014, usando datos del observatorio espacial Herschel, se descubrió que había varias fuentes de vapor de agua en latitudes medias concentradas en una área de no más de 60 km de diámetro que emitían aproximadamente 10 moléculas de agua por segundo (unos 3 kg). En comparación, Encélado y Europa emiten 200 y 7000 kg/s respectivamente. Dos potenciales regiones de fuentes, designadas Piazzi (123°E, 21°N) y región A (231°E, 23°N), se han observado en el infrarrojo cercano como áreas oscuras (la región A también tiene una área central brillante) por el observatorio W. M. Keck. Los posibles mecanismos para la liberación del vapor son la sublimación de aproximadamente 0,6 km² de hielo expuesto en la superficie, erupciones criovolcánicas resultantes del calor radiogénico interno o la presurización de un océano subsuperficial debido al crecimiento de una capa superpuesta de hielo. La sublimación superficial debería ser más baja cuando Ceres se encuentra más lejos del Sol, mientras que las emisiones que se alimentan de procesos internos serían independientes de la posición orbital. Los escasos datos disponibles son más compatibles con el estilo de sublimación cometario.
Los indicios sugerían también que podría tener agua en forma de escarcha en su superficie y una gruesa capa de hielo sobre un núcleo rocoso. En 2014 se publicó la confirmación de que Ceres contiene agua en abundancia, expulsando al espacio hasta 6 kilos de vapor por segundo. El hallazgo fue realizado por investigadores de la Agencia Espacial Europea y la Universidad de Florida Central ayudándose del telescopio espacial Herschel.
Hay agua, o mejor, hielo de agua en la superficie del planeta. El descubrimiento fue posible gracias al espectrómetro italiano VIR, unido a la sonda Dawn, en órbita alrededor de Ceres desde marzo de 2015. Se observó la presencia de agua dentro de Oxo, un cráter recién formado con un diámetro de nueve kilómetros y es, actualmente, el único punto en el que se detectó. Las nuevas imágenes detalladas de Ceres, obtenidas desde 385 km de altura, se han detectado algunos otros puntos que son de gran interés como, las áreas brillantes dentro del cráter Occator o la compleja composición de la superficie del cráter Haulani.
La NASA lanzó en septiembre de 2007 la misión llamada Dawn (en inglés, amanecer) para visitar Ceres y el asteroide vesta. Entró en la órbita de Vesta en julio de 2011, y lo observó durante poco más de un año. En septiembre de 2012 Dawn abandonó Vesta y tras un viaje de tres años, en marzo de 2015, llegó a Ceres, convirtiéndose así en la primera misión de exploración a un planeta enano
(Mapa de Ceres a partir de la información enviada por la sonda Dawn (marzo de 2015).
Eris
Es el más masivo de los planetas enanos conocidos, el segundo en tamaño y el cuerpo más grande que no ha sido visitado por una sonda espacial. Tiene un diámetro de 2326±12 km y una masa un 27 % mayor que la de Plutón. En cambio, solo representa el 0,27 % de la masa terrestre. Fue descubierto en enero de 2005 por un equipo del observatorio Palomar dirigido por Michael E. Brown; su identidad fue verificada más tarde ese mismo año. Es un objeto transneptuniano (TNO), miembro de una población de objetos de alta excentricidad conocida como disco disperso, y posee un satélite llamado Disnomia. Estos objetos han sido arrastrados a una órbita más lejana de lo habitual por interacciones gravitatorias con Neptuno en las etapas iniciales de la formación del sistema solar. En febrero de 2016 su distancia al Sol era de 96,3 ua, alrededor de tres veces la de Plutón. Con la excepción de algunos cometas, Eris y Disnomia eran por entonces el segundo objeto natural más lejano del sistema solar (el más lejano era V774104 descubierto en noviembre de 2015 a 103 ua).
Puesto que Eris parecía ser más grande que Plutón, la NASA lo consideró inicialmente como el décimo planeta del sistema solar, al igual que sus descubridores y los medios de comunicación. La perspectiva de que en el futuro se descubriesen otros objetos de tamaño similar, motivó a la Unión Astronómica Internacional (UAI) para definir el término «planeta» por primera vez mediante una resolución el 24 de agosto de 2006. Así mismo, la asamblea determinó que Eris era un planeta enano, junto con Ceres, Plutón, Haumea y Makemake, por lo que se reducía el número de planetas conocidos del sistema solar a ocho, la misma cantidad que existía antes del descubrimiento de Plutón. Además, en julio de 2008 se creo la categoría plutoides en la que se incluyó a los planetas enanos excepto Ceres.
La inclinación de la orbita de eris es responsable de que no haya sido descubierto hasta ahora, ya que la mayoría de las búsquedas de objetos grandes en las áreas más alejadas del Sistema Solar se concentran en el plano de la eclíptica, en el cual se encuentra la mayoría de la materia del Sistema Solar.
Tiene un período orbital de unos 557 años y actualmente se encuentra casi a la máxima distancia posible del Sol (afelio), a unas 95,7 unidades astronómicas de la Tierra (14.316 millones de kilómetros). Igual que Plutón, su órbita es muy excéntrica y llega a unas 35 AU del Sol durante el perihelio (la distancia de Plutón al Sol varía entre 29 y 49,5 AU, mientras que Neptuno orbita a unas 30 AU). Al contrario que los planetas telúricos y los gigantes de gas, cuyas órbitas están aproximadamente en el mismo plano que el de la Tierra, la órbita de 2003 UB313 está muy inclinada, unos 44° respecto a la eclíptica.
Eris es uno de los cuerpos de mayor albedo (que más radiación refleja) en todo el sistema solar pv = 0,96 (+0,09 -0,04),1 lo que podría explicarse por el metano helado que cubre su superficie. El objeto es lo bastante brillante, con una magnitud aparente de 19, para ser captado con una cámara CCD a través de un telescopio relativamente modesto.
Impresión artística de una vista hacia el Sol desde las cercanías de Eris. El equipo descubridor continuó el estudio tras la identificación de Eris a través de métodos espectroscópicos realizados en el telescopio Gemini North en Hawái. La luz infrarroja del objeto reveló presencia de metano helado, lo que indica que la superficie de Eris es bastante similar a la de Plutón. Es uno de los tres únicos objetos del Cinturón de Kuiper que ha revelado la presencia de metano, aparte de Plutón y su satélite Caronte. El satélite de Neptuno, Tritón, está relacionado con el Cinturón de Kuiper con toda probabilidad y también presenta metano en la superficie.
El metano es muy volátil y su presencia en Eris muestra que siempre ha estado en el extremo exterior del Sistema Solar en el que hace suficiente frío para conservar el metano helado. Otros estudios realizados por el grupo del Dr. Licandro a partir del espectro visible de Eris, muestran que además de hielo de metano puro, podemos encontrar metano diluido en nitrógeno en la superficie de Eris y moléculas orgánicas complejas, producidas por la irradiación del metano puro, que otorgan a la superficie de Eris un color rojizo
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